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Es la segunda vez que habla Ilarraz a lo largo de todo el proceso que inició en 2012. La primera vez que declaró fue en junio de 2014, frente a la jueza de instrucción que en ese momento estaba en la causa, Paola Firpo. Ya entonces refirió que todo se debía a un plan orquestado en su contra. En aquel momento dijo que mientras era prefecto de disciplina en el Seminario Menor, entre 1985 y 1993, él generaba "fascinación" y eso puso celoso a Rausch, por lo cual el joven que era menor de edad en ese momento, habría pergeñado un plan macabro en su contra.

"Ilarraz declaró muy parecido a lo que dijo en instrucción. Demoró tanto (una hora y media) porque se detuvo en cada una de sus víctimas, diciendo por qué entendía que mentían. Buscó contradicciones en los relatos de las víctimas, que uno decía que la luz estaba apagada y en realidad estaba prendida, que el que dijo que vio en realidad no vio? Dijo que todo fue un plan orquestado por una de las víctimas (Hernán Rausch) que fue convenciendo a todo mundo: psicólogos, obispos, sacerdotes. Reconoció las cartas en las que él confesó los abusos, pero dijo que lo confundieron y lo presionaron, que alguien lo presionó para cerrar, la investigación interna, porque si no perdía el sacerdocio", explicó el fiscal Francisco Ramírez Montrull.

Ilarraz aceptó que le hicieran preguntas. "Le preguntamos por qué alguien pudo pergeñar semejante plan, y él volvió a decir que eran los celos de Rausch, porque él generaba 'fascinación' entre los seminaristas. Es decir, todos, hasta el propio Karlic fueron convencidos por Hernán Rausch".

Todo este "plan macabro" en su contra, según Ilarraz, "después fue el motor para recolectar curas que quieren voltear a Puiggari". La Fiscalía le preguntó si Rausch hubiese podido convencer a todos, incluidos Karlic, Puiggari y los funcionarios judiciales. Él respondió que sí. Milton Urrutia no estuvo hasta el final de la audiencia, cuando declaró Ilarraz ya se había ido.

Al momento de salir de tribunales, después de su extensa ampliación indagatoria, tanto Ilarraz como su abogado Jorge Muñoz volvieron a optar por no dialogar con la prensa. Salieron juntos, rápido, acompañados por los policías hasta el cordón de la calle Córdoba, donde lo esperaba el auto del hermano del cura.
Fuente: Análisis Digital

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