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Ladrillo a ladrillo, con el esfuerzo perseverante de miles de personas, desde 1999 a la fecha fue cobrando forma una de las obras comunitarias más relevantes en la historia de Concordia. Y aunque aún falte mucho para que esté concluida, en esta Semana Santa su techo único, sublime, construido en madera, comenzó a cobijar las celebraciones desde el Domingo de Ramos en adelante.

Esta especie de estreno anticipado de una parte del anhelado templo hizo que la Parroquia Inmaculada Concepción, a la que aún muchos siguen nombrando como Parque Chiarizza, viva horas especiales, de enorme alegría mezclada con asombro.

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Un verdadero ejército de voluntarios se encargó de ubicar asientos para que puedan participar de las celebraciones cerca de 500 personas cómodamente sentadas, en un espacio que es aproximadamente la mitad del total de que dispondrá cuando esté concluido. No fue el único desafío. También fue necesario iluminar e instalar el sistema de sonido, cuyo funcionamiento es óptimo.Al comenzar su homilía en la celebración de este jueves, centrada en la Última Cena, el Presbítero José Luis Bogado habló del templo como casa y de la casa como templo. Recordó que el cristianismo se forjó en las familias, en los hogares. De hecho, Jesús eligió justamente una casa para cenar por última vez con sus discípulos antes de la Pasión.

Tras aludir a hechos de violencia ocurridos en los últimos días en la zona noroeste de Concordia, el sacerdote atribuyó esos ataques contra la vida al deterioro de los vínculos familiares, que le abren la puerta a la droga y a otros flagelos. En ese contexto, bregó por la recuperación de la institución familiar, como célula básica de la sociedad.

Hay que “recuperar la casa, la familia”, no ha que cansarse de “apostar a la unidad de las familias”, la Iglesia es “casa y familia, es escudo de restauración”, insistió.

Sobre el final de su homilía advirtió que “los cristianos no se deben amurallar” sino que el “compromiso pascual” implica salir hacia la sociedad “con la fe y el amor de Jesucristo”.

La ceremonia incluyó como momento especial el lavado de los pies, imitando el gesto de Jesús con sus discípulos, y concluyó cuando la comunidad acompañó el traslado del Santísimo desde la parte habilitada del nuevo hasta el tradicional templo parroquial, donde tuvo lugar la adoración durante toda la noche.

La obra de la Parroquia Inmaculada Concepción comenzó allá por el año 1999, cuando era párroco el Presbítero Julio Martínez, e incluyó la realización de un concurso, del que surgió el proyecto de la nueva casa.

Desde entonces y hasta ahora, bajo la dirección de obra del Ingeniero Ángel Rico, el proceso de construcción fue avanzando, primero de manera casi imperceptible, hasta el momento de mayor impacto: la llegada y posterior colocación de las enormes vigas de madera del techo.

En cuanto al financiamiento, lo logrado hasta hoy es exclusivamente resultado de los fondos que han surgido de la misma comunidad, sin que haya habido aportes especiales desde el Estado.

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La imagen muestra solo un pequeño sector del techo, que asombra a quienes lo observan por primera vez Agrandar imagen
La imagen muestra solo un pequeño sector del techo, que asombra a quienes lo observan por primera vez
Fuente: El Entre Ríos

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