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Pese a que en 2015 se sancionó una ordenanza que regula la aplicación de agroquímicos en el Municipio de Oro Verde, provincia de Entre Ríos, un estudio detectó que el herbicida glifosato cae desde la atmósfera sobre el suelo, tanto en área rural como en lo urbano.

En varias localidades de la Argentina, el límite entre el espacio rural y el urbano es cada vez más difuso, ya sea por el crecimiento de las ciudades como por el avance de la actividad agrícola. Estos procesos originaron debates sobre la producción primaria y sus impactos ambientales; entre éstos, la aplicación de agroquímicos ocupó un lugar preponderante.

En este contexto, investigadores del INTA Paraná y de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) analizaron la presencia del herbicida glifosato en las partículas de la atmósfera que se depositan en la superficie del municipio de Oro Verde. Lo detectaron en el campo y en el casco urbano, incluso en períodos en los que se considera poco probable que se lo aplique en campos agrícolas de la zona.

“Como en muchas localidades del país, hace algunos años, el municipio de Oro Verde comenzó a crecer y la frontera entre el área rural y la urbana se volvió difusa. Esta situación aumentó la preocupación social por los impactos de la producción agrícola. Puntualmente, los habitantes se enfocaron en los posibles efectos negativos de los agroquímicos sobre la salud y el ambiente”, explicó Mariela Seehaus, investigadora del INTA Paraná y Magister Scientiae en Desarrollo Rural en la Escuela para Graduados ‘Ing. Agrónomo Alberto Soriano’ (EPG-FAUBA).

“Entre los años 2012 y 2013, los vecinos de Oro Verde realizaron movilizaciones que salieron en medios locales, provinciales y hasta en documentales. Estos reclamos derivaron en la sanción de una ordenanza municipal en el 2014 para regular el uso de agroquímicos. Se prohibieron las aplicaciones aéreas en el ejido de la localidad y se definieron distancias de restricción para las aplicaciones terrestres”, contó Seehaus.

“Si bien la legislación abordó el conflicto, no resolvió los problemas. En mi trabajo de maestría relevé de qué manera la población local percibía el conflicto. También busqué determinar, como una medida indirecta de la calidad del aire, la depositación de glifosato desde la atmósfera hacia la superficie terrestre”, sostuvo la investigadora, cuya tesis dirigió María Carolina Sasal, profesional del INTA Paraná, y co-dirigió María Carolina Feito, docente de la EPG-FAUBA e investigadora del Conicet.

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Seehaus realizó un monitoreo de glifosato y de AMPA —el principal producto de degradación del herbicida— en 15 puntos de Oro Verde distribuidos en zonas urbanas, en barrios periurbanos y en las cercanías de lotes agrícolas. Las fechas de muestreo fueron tres: dos en las que se usa el agroquímico en la región y una que se consideró libre de aplicación en cultivos de granos. Los resultados revelaron la presencia de uno o ambos compuestos en más del 60% de los puntos, en los tres momentos de medición y en las tres áreas mencionadas.

“Estos resultados nos llevan a indagar qué otros factores influyen sobre la dinámica del glifosato y el AMPA en la atmósfera, además de la cercanía a los campos agrícolas o las fechas de aplicación en cultivos de granos. Nuestro trabajo representó un aporte valioso a los escasos estudios sobre herbicidas en la atmósfera que existen a nivel nacional e internacional y, a su vez, nos permitió vincular las mediciones realizadas con la preocupación de los habitantes sobre la contaminación del aire”, afirmó Seehaus.
Escuchar a la gente para pensar soluciones
Seehaus y Sasal se contactaron con los habitantes del municipio entrerriano a fin de conocer cómo percibían los potenciales riesgos de la aplicación de agroquímicos en la zona. “En las encuestas, más del 60% de la población urbana consideró que es un problema que afecta al ambiente y, en particular, a la calidad del aire”, dijo Mariela.

Asimismo, agregó que al entrevistar a aquellos vecinos que habían participado de los reclamos rescató opiniones diversas. Muchas personas consideraron que haría falta un mayor control estatal para destrabar el conflicto. Mariela también registró visiones contrapuestas respecto al grado de confianza o desconfianza en las instituciones a cargo de tratar políticamente esta cuestión.

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En cuanto a las propuestas de solución, Seehaus destacó que mientras una parte de la sociedad expresó su conformidad con la legislación vigente, otra parte indicó que, además de esta medida, se deberían promover modelos de producción alternativos. De todas maneras, la gran mayoría de los consultados se manifestó a favor de planificar mucho mejor el crecimiento de la ciudad. La investigadora sugirió que para avanzar en la resolución de los problemas se deberían tener en cuenta estas percepciones.

“Esta investigación fue un estudio de caso, pero la situación también se da en muchas otras localidades de la Región Pampeana y de zonas extra-pampeanas. Hay una realidad más amplia, que es la tensión que existe cuando se encuentran próximos los usos residenciales y productivos de la tierra. Integrar la percepción de la gente con mediciones cuantitativas es imprescindible para abordar este tipo de problemáticas socio-ambientales”, reflexionó.
Fuente: Uno Entre Ríos

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