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La hinchada más grande y fiel de la Selección Nacional fuera del país sorprendentemente se encuentra en una remota Nación del sur de Asia, a 17 mil kilómetros de distancia, que festejó con euforia el triunfo de la Argentina frente a Polonia.

Una fortuita combinación de factores —un fuerte sentimiento antiimperialista, “la mano de Dios” en México ‘86 y el amor por el fútbol transmitido por los colonos británicos— cosechó en las últimas décadas un grupo de tenaces aficionados de la selección argentina en Bangladesh que ocasionalmente se pelea con otro grupo de bangladesíes que hinchan por Brasil en un lejano y bizarro espejo del continente sudamericano.

“Cuando era niño, mi padre me contaba que la Argentina es un gran equipo. Pero cuando crecí, y empecé a entender el fútbol, me convertí en un gran fan de Messi”, dijo un estudiante bangladesí mientras veía el partido contra Polonia, que le garantizó a la Selección el pase a octavos, en pantallas gigantes en la principal plaza de la Universidad de Daca, la capital. “Si Dios quiere, llegaremos hasta la final y ganaremos”, expresó otro fanático en el mismo lugar, Shamsul Arefin, haciendo propio el futuro de la Scaloneta.

Vecino de la India y de Birmania, Bangladesh es uno de los países más densamente poblados y vulnerables al cambio climático del mundo. Tierra de feroces ciclones y devastadoras inundaciones, la Nación asiática experimentó 185 fenómenos meteorológicos extremos entre 2000 y 2019 que infligieron un daño de 3720 millones de dólares, según el Índice de Riesgo Climático (IRC) de Germanwatch.

Más aún, con el 75% del país bajo el nivel del mar, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que perderá el 11% de su territorio en 2050, lo que podría provocar el desplazamiento de una de cada siete personas.

La corrupción, la vulnerabilidad y la pobreza llevaron a la ONU a catalogar desde hace décadas a Bangladesh como uno de los países menos desarrollados del mundo, sin embargo en los últimos años vivió un boom económico frenado por la guerra en Ucrania y a costa de condiciones laborales precarias.
Fuente: AFP / La Nación

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