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Sergio Urribarri, actual presidente de la Cámara de Diputados y exgobernador de Entre Ríos, hizo llegar a la redacción de El Entre Ríos una extensa nota en la que opina en duros términos acerca del nuevo libro del periodista Daniel Enz, El Nido. Apenas dos semanas después de que llegara a las librerías la obra que centra su mirada en el "poder, la justicia y la corrupción" en Entre Ríos, Urribarri consideró necesario hacer pública su réplica al contenido de las casi 500 páginas escritas por Enz.
Aquí, el texto firmado por Sergio Urribarri
El libro que muestra los hilos

Cada día, la opinión pública se sorprende hasta la descompostura al conocer detalles escabrosos de la operatoria que apunta a la persecución y el desgaste de políticos opositores con la connivencia de tres patas: se trata de sectores de la política, de la justicia y de los medios de comunicación. El Nido, el nuevo libro de Daniel Enz, revela la versión entrerriana de este mecanismo.

Muestra con una claridad casi autoincriminatoria el correlato de este sistema en la provincia y devela algo que es un secreto a voces en el microclima que alimenta y consume los productos de Enz: el periodista es un jugador central de esta trilogía y es en este libro donde deja ver todos los hilos. Los que lo mueven a él y a sus aliados y jefes políticos y judiciales.

Una vez más, dispara Enz contra mi persona. Uno de los motivos es que mi nombre figura en la lista de “562 argentinos” que, según el presidente Mauricio Macri, “habría que enviar en un cohete a la luna”. Ello por el rol político que desempeñé en los años de la Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, principal víctima de este mecanismo de persecución.

Las personas de esa lista de la metáfora que motivó el nombre del nuevo medio del periodista Horacio Verbitsky enfrentamos hoy ataques políticos, mediáticos y judiciales. Hay dirigentes de distintos partidos, pero también sindicalistas, empresarios, referentes de movimientos sociales, periodistas, intelectuales. Todo lo que moleste la construcción de poder macrista en cualquier rincón del país es atacado por esta trilogía, cuya pata política en la provincia es el ministro Rogelio Frigerio, quien opera de forma más agazapada, pero aún así todos saben de sus claros intereses en Entre Ríos.

En Enz encontró el macrismo la pata mediática de este tridente al que no le costó sumarlo. Enz no esconde su antikirchnerismo y exhibe un rechazo especial hacia la figura de Cristina Fernández de Kirchner en todos los espacios de los que dispone. Cuestionó públicamente al gobernador Gustavo Bordet por sellar un acuerdo de unidad antes de las elecciones y por haber expresado que apoyará a Cristina si termina siendo la candidata del consenso.

No puedo dejar de mencionar, además, un odio particular contra mi persona. Y he sabido que ante quienes le preguntan por esta suerte de ensañamiento -que a veces lo hace quedar en ridículo forzando razonamientos y mencionando mi nombre de manera insistente- intenta responsabilizarme de la suerte de su hijo futbolista que años atrás quedó afuera del plantel de Patronato por motivos que desconozco y con los que lógicamente no tengo nada que ver.

Enz narra en el libro que el procurador general de la Provincia, Jorge García, citó en una oportunidad a su despacho a la procuradora adjunta Cecilia Goyeneche. El motivo fue conversar sobre la marcha de la causa de lo que el tridente identifica como “contratos truchos en la Legislatura”. El periodista reproduce el siguiente diálogo, que comienza con la voz de García:

“-¿Hicimos un cálculo de cuánto dinero se pudo haber desviado en esta historia?

-En principio, 1.300 millones de pesos. Eso, entre 2008 y 2018. Pero va a ser más, no tengo dudas.

-Están muy preocupados en Casa de Gobierno. Demasiado preocupados. Y se van echando culpas unos a otros. Pero no nos dejemos presionar. A vos nadie te va a llamar, porque saben que no los atenderás ni van a torcer tu voluntad. Hacé tu trabajo con los fiscales. Y avancemos”.

El fragmento abre varias posibilidades: o Enz estuvo presenciando la charla o alguno de los dos funcionarios judiciales de más alto rango en el sistema acusatorio entrerriano le cuenta habitualmente sus conversaciones de trabajo privadas en relación al desarrollo de causas. ¿Cuál de las alternativas comporta más gravedad desde el punto de vista institucional? Cualquier lector se dará cuenta de que ahí hay algo más que periodismo. También existen otras opciones: que el diálogo sea mentira, lo que eventualmente se ocuparán de aclarar desde el Ministerio Público Fiscal, o que estemos ante una situación de espionaje como las que se están ventilando a nivel nacional y la charla haya sido escuchada ilegalmente.

El currículum ensalzado de la fiscal Goyeneche que el libro se ocupa de incluir, contribuye aún más, sin disimulo, a develar la trama. Y lo mismo hace con otros fiscales -algunos de los cuales fueron designados de forma irregular- a quienes describe con capacidades técnicas que son realzadas a punto tal que muchos se van a sentir incómodos al leer los elogios que les dispensan.

Casi erigido en portavoz de la Fiscalía Anticorrupción, Enz intenta en el libro una explicación que jamás brindó la propia Goyeneche respecto de una acusación que pesa contra su desempeño y que hubiera merecido una aclaración pública. La fiscal enfrentó un pedido de recusación promovido por abogados defensores en la causa de los contratos legislativos por una vinculación con uno de los imputados. Su respuesta en aquel momento fue acusar a los letrados de ser parte de “una organización mafiosa”.

En esa línea, recientemente a través de su página web, Enz se ocupó de anunciar y justificar el apartamiento de Goyeneche de la causa. Sin haber mediado una comunicación oficial desde el Poder Judicial, los entrerrianos se anoticiaron de un hecho de suma relevancia institucional a través de una sesgada versión de los hechos que publicó el periodista.

La decisión de Goyeneche de apartarse de la causa desmintió la supuesta existencia de “una organización mafiosa” ya que ella misma reconoció el vínculo personal y comercial. Y su objetividad quedó en jaque.

Se evidencia así el accionar de esta trilogía y el hábito de filtrar material a determinados medios. Esta metodología mereció una advertencia por parte del presidente del Superior Tribunal de Justicia, Emilio Castrillón, en la apertura del año judicial.

No obstante, Enz se ocupó en su libro de dejar cada vez más expuesto ese vínculo promiscuo con ciertos actores del Ministerio Público Fiscal. Se nota demasiado que a lo largo del libro son los conductores de las investigaciones los que le dictan párrafos enteros que aparecen en boca de supuestas fuentes “en off”. ¿No era más fácil, periodístico y verosímil hacerles una entrevista?

Está claro que ya no basta con que Enz se dedique a publicar notas que sean insumo para motorizar denuncias penales siempre suscriptas por abogados que intentan disimular su conocida militancia en Cambiemos, sino que tiene que jugar cada vez más fuerte, incluso en el terreno de las disputas internas del Poder Judicial.

Por ejemplo, reserva capítulos para denostar a integrantes de la Sala Penal del STJ que pusieron fin a las injustas prisiones preventivas moneda corriente a nivel nacional que tuvieron su expresión en Entre Ríos, pero no menciona los motivos que esgrimió Goyeneche a la hora de pedirlas, que uno a uno fueron desestimados por los magistrados del alto cuerpo. Hasta una jueza que osó hacer planteos sobre algunas cuestiones funcionales al tridente merece varios párrafos críticos en el libro. No es la primera vez que la pluma de Enz busca oficiar de condicionante a quienes deben adoptar resoluciones judiciales.

La estrategia de persecución que comenzó en 2015 en Argentina ya no surte el mismo efecto y va cubriendo con un manto de desprestigio a los partícipes del sistema. Escuchas ilegales, espionaje, prisiones preventivas sin condena, fiscales con intereses particulares y arrepentidos que bajo extorsión confiesan cualquier cosa en declaraciones guionadas, son elementos que ya salieron a la luz y están en conocimiento de la opinión pública. También se va develando la versión entrerriana de todo este entramado y el libro El Nido, curiosamente, es un gran aporte.

A todos los involucrados en estas maniobras -sean fiscales, jueces, legisladores, funcionarios, espías o periodistas-, de a poco se les van cayendo las caretas y van viendo que las consecuencias se les vienen encima. A Enz le está costando la carrera, del mismo modo que le está pasando a su amigo y colega en desgracia Daniel Santoro, a quien apoyó en una solicitada que desistieron de firmar los propios compañeros de trabajo del periodista, cuestionado por su supuesta participación en el mecanismo de espionaje ilegal que investiga el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla.

El tridente cae en picada a medida que se le ven los hilos. Y los protagonistas van cayendo de a uno. Ni siquiera hay que leer entrelíneas el libro de Enz porque aparecen claros los códigos y rastros de ese “nido” en estado de derrumbe al que él pertenece. Quizás algún día quiera salir, pero quizás no sepa cómo.

No puedo dejar de reconocer que me preocupa y me afecta la reproducción sistemática de mentiras de toda índole por parte de este periodista en el libro y en los distintos espacios mediáticos con los que cuenta. Miente sobre mí, sobre mi familia, sobre personas que me acompañaron en el gobierno, sobre amigos y seres queridos. La trilogía así lo exige: todo lo que tenga que ver con Urribarri debe ser ensuciado.

Respecto de mi rol institucional, estoy tranquilo porque todos los actos de gobierno que son materia de investigación fueron verificados y aprobados por los organismos de control establecidos por la Constitución Provincial. En cuanto a mi patrimonio, lo cierto es que desde hace más de tres años que se viene efectuando una investigación minuciosa, profunda y sin límites, y siempre he estado a disposición de la justicia.

Sé perfectamente el costo que tendrá exponer este mecanismo a la opinión pública. Seguramente mañana o en los próximos días habrá reacciones y represalias de parte de cualquiera de las patas de esta trilogía. Porque así funcionan. Porque en el fondo lo que quieren es “adoctrinar” o “disciplinar” a la dirigencia política para acumular poder. Son formas sutiles pero no por ello menos lamentables.

Sergio Urribarri
Fuente: Prensa Urribarri

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