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Para decir las cosas de una manera precisa y sobre todo correcta, habría que saber que lo que debiéramos tratar de lograr es contar para el año próximo con una ristra de buenos candidatos para ocupar ese cargo. Dada la circunstancia que nosotros al menos -y suponemos que tampoco nadie lo debiera estar- no nos encontramos en condiciones de señalar al próximo intendente “con el dedo”, o sea hacer el “dedazo”, como decían hasta hace pocos años en Méjico, cuando llegaba el momento de cambiar de presidente.

Ni siquiera de proponer “enroques”, tal como pretendían los Kirchner, hasta que el infortunio les jugó en su contra. Aunque su estrategia sirvió, para que imitándolos, el “matrimonio gobernante” en Santiago del Estero, enroque va, enroque viene, están en las escandalosas, aunque legales, condiciones de eternizarse en el poder.

O sea que quede claro, que de lo que se trata es de empezar por seleccionar buenos candidatos, de manera que el que resulte electo, venga de donde venga, esté en condiciones de convertirse en un alcalde de primera. De manera que para decir lo mismo de otro modo, nuestra aspiración es que el año próximo nadie tenga otra vez que resignarse a votar “por el menos malo”, sino que tenga la posibilidad de hacerlo por el que considera el mejor.

Es que se debe partir del presupuesto que contar con un intendente que sirva, hace la diferencia. Una gran diferencia. Una diferencia que cuesta hasta que se tiene la suerte de que se produzca difícil de imaginar y menos de cuantificar. Entendiéndose con esa afirmación, llegar a ver un municipio con su municipalidad ordenada, gestionada -eso que ahora suele suceder que se publicite como “administración NN” por alguien que combine la autoridad moral de ser un vecino respetado por todos, si es querido mejor, pero no es ello lo esencial, bastando no con que sea querible, sino que se muestre como amigablemente accesible y preste atención a la hora de escuchar.

La prioridad de su accionar debe ser asegurar la prestación de los servicios públicos a cargo de la municipalidad de una manera generalizada, continuada y eficaz, al mismo tiempo poner en marcha un plan de desarrollo urbano de verdad, concebido para ser ejecutado en un lapso que vaya más allá de su gestión.

O sea hacer cosas que permitan mejorar la calidad de vida de cada vecino, además de poner en marcha cosas que trasciendan al lapso de su gestión.

Es que como ha venido sucediendo en todos los órdenes, así como llevamos décadas tanto en el orden nacional como provincial “subgobernados”, a nivel municipal lo estamos “subadministrados”.

Y quien llega a mirar con benevolencia el actual estado de cosas de la ciudad y de todo el municipio, dando a entender que estamos como nunca estuvimos antes, lo que habría que señalarles es que aún admitiendo que así fueran las cosas; cuanto mejor estaríamos todos de no llevar décadas de subadministración.

De allí que la pregunta que cabe hacer y que merece respuesta, es si vemos en este momento vecinos no preocupándose en barajar candidaturas o en el atrape de punteros, sino de interiorizarse en profundidad cuál es el estado de cosas de la administración municipal en todos sus ámbitos, al mismo tiempo que es lo que se proponen hacer una vez asumido el cargo yendo más allá de las declamaciones ya gastadas y exhibiendo planes de realizaciones concretas.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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