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Dentro de 3 semanas se decide quién será el Presidente de los Estados Unidos durante los próximos 4 años. El clima es mucho más tenso que en las últimas contiendas electorales. Ambas partes coinciden, aunque por diferentes motivos, en que esta es una de las elecciones más importantes en la historia del país. Por ello, los candidatos están haciendo un esfuerzo monumental para ganar la batalla en las redes sociales, para obtener el apoyo de las minorías y los grupos de interés, y para que sus posibles votantes participen de los comicios, tengan un rol activo y hagan donaciones para la causa.

Hemos visto en otras ediciones de esta sección, o en otros medios, que la disputa por ver quién se queda con el puesto más importante del mundo quedó inmersa en una suerte de polarización que difícilmente podíamos observar en la política norteamericana de antaño. Por un lado, los demócratas que insisten con que Trump fue y será un mono con una navaja que hizo casi todo mal. Por el otro, Trump y buena parte de los republicanos creen fervientemente que el Partido Demócrata está cooptado por una izquierda de índole castro-chavista. La demonización del contrincante viene acompañada por propuestas o autorreferencias mediante las cuales uno u otro aseguran que solo ellos pueden guiar a Estados Unidos durante los próximos años.

El resultado de esta disputa es muy simple: ninguno de los dos quiere dejar escapar el más mínimo detalle. Ambos candidatos les piden a todos los ciudadanos que voten a pesar de que no sea obligatorio. Tanto Trump como el candidato demócrata, Joe Biden, entienden la importancia de ir por el voto de hasta el más insignificante grupo de interés. La muestra de todo esto es el activismo que se puede observar en redes sociales o en sus páginas oficiales. Constantemente incitan a sus seguidores a ser activos, a llamar al voto y a replicar las ideas de los candidatos, o multiplican el número de publicaciones en Instagram, Twitter y Facebook, que siguen una agenda o una estructura vinculada a la segmentación de los tipos de votantes.

¿Qué tan fácil es observar esto? Basta con ir al sitio oficial de los candidatos o con revisar sus redes sociales.

Cuando uno ingresa en cualquiera de los dos sitios oficiales, ya sea el de Trump o el de Biden, lo primero que aparece es un anuncio invitando al ciudadano norteamericano a donar para la campaña. Si bien una gran parte de los fondos de los comicios provienen de aportes multimillonarios que se canalizan a través de comités de acción política, los aportes individuales, que no pueden superar los 5600 dólares por individuo, juegan un rol importante. Legitiman al candidato (que no sea un simple caballo de guerra de las grandes corporaciones), le sirven como termómetro para medir el apoyo genuino que reciben y además pueden conocer de dónde proviene ese apoyo (desde qué estado llega ese apoyo, desde un miembro de una u otra coalición, etc.).

Pero no es lo único. Los candidatos muestran sus propuestas y promesas de campaña, las últimas noticias, explican cómo es la elección en tiempos de pandemia (presencial o por correo), presentan calendarios con eventos y más ¿Lo más llamativo? Las coaliciones de Trump. El presidente tiene un subsitio para cada grupo de interés o minoría (latinos por Trump, italoamericanos por Trump, las voces negras por Trump y 34 más) donde explica por qué es la mejor opción para cada uno de ellos, donde muestra los eventos y noticias que sean del interés de ellos y donde los llama a participar activamente de la elección (ya sea donando o dejando en claro que votarán a Trump, lo cual le sirve al equipo de campaña para medir sus expectativas).

En definitiva, los sitios oficiales, con sus diferentes herramientas, son una invitación a la participación activa en la vida política. Un fiel reflejo de lo que fue este año para los ciudadanos norteamericanos: las marchas generadas a partir del asesinato de George Floyd, las milicias libertarias anti-cuarentena, los grupos que contraatacaron los disturbios provocados por Black Lives Matter o el involucramiento de las personalidades destacadas (deportistas, actores y otros famosos) pidiendo apoyar y votar a algún candidato; un año durante el que una parte significativa de la población tomó partido porque, al igual que los candidatos, consideran que es una elección bisagra para la historia de Estados Unidos.

¿Qué ocurre con las redes sociales? Son el motor y la cara visible, en el día a día, de la estrategia que tiene cada candidato. Trump mantiene esa habilidad para twittear de manera polémica, provocando a sus adversarios, alimentado la grieta estadounidense y llamando a mantener el camino para que “América siga siendo grande”. Mensajes concisos y que generan revuelo, videos motivacionales para atraer a los más patriotas, contenido para deslegitimar a Biden, Obama o cualquier figura demócrata y declarando que su gestión fue exitosa. Pero todo esto viene marcado y/o acompañado por una estrategia de campaña que dirige el manejo de las redes sociales de manera segmentada. Se tiene en cuenta qué quieren ver y qué no los latinos, afroamericanos, madres, comunidad LGTB, o el grupo que sea; se tiene en cuenta qué temas se quieren tocar en tal o cual momento y que tipo de mensaje es más propenso a ser replicado y a generar las reacciones deseadas. En todas las redes sigue la misma línea y en todas publica contenido una o varias veces por día. A su manera, toca todos los temas y concluye con un llamado al voto.

Biden copió, en cierta medida, el costado polémico de Trump. Mensajes cortos, videos informativos o anuncios de apoyo hacia él diciendo que el actual presidente es todo lo malo que le ocurrió a Estados Unidos y que él y el partido demócrata tienen las soluciones para salir de la crisis económica, de la crisis sanitaria y las herramientas para terminar con la grieta y la discriminación. Biden es más formal, menos carismático, chicanea menos que Trump, no ocupa un lugar tan central como lo hace el magnate y tiene más espacio para las promesas. A pesar de estas diferencias y de precisar del apoyo de figuras más populares del partido (él sería el candidato que modera las diferentes ramas del Partido Demócrata), tiene la misma necesidad que Trump: precisa segmentar sus mensajes, lograr el apoyo de las minorías y llamar a que voten a aquellos que no suelen darle importancia a la elección, alegando que es una elección vital.

No hace falta ser un visionario o tratar de leer entre líneas para comprender el ímpetu que han puesto los candidatos para vencer en los comicios. Según las encuestas, Biden lidera la intención de votos, pero el sistema por colegios electorales mantiene con esperanzas a Trump.

La incertidumbre persiste y la lucha también. Por eso es que ambos irán recolectando todos los votos que puedan hasta el día 3 de noviembre. El tiempo, como siempre, dirá si fue realmente una elección determinante para los Estados Unidos de Norteamérica.
Fuente: El Entre Ríos

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