Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Según me contó mi tío, a los japoneses no siempre les ha tocado pasarla bien. Incluso que se los vio portarse de la mejor manera. Y lo que me contó lo tengo siempre presente y lo recuerdo muy bien.

También me dijo que en los tiempos de su abuela, él que vivió en ese entonces en Buenos Aires, la que sería mi bisabuela y nunca conocí, tozudamente repetía que la de ellos era una raza especial, que nada tenía que ver con su petisura, ni con la forma de sus ojos, sino porque nacían condenados a ser tintoreros o hijos de tintoreros, ellos también; con mujeres que eran madres, esposas, hermanas o hijas de tintoreros, aunque ellas con las tintorerías, en su diario quehacer, tuvieran poco y nada que ver.

¡Cómo se reía mi tío al contar lo que contaba! Por más que después se lamentara de que su abuela no hubiera vivido hasta el momento en que las tintorerías desaparecieran o casi... Y siguieran existiendo japoneses (¡¡!!).

Que pagaron sus culpas y más que culpas sus delitos de una guerra terrible con ese masivo asesinato sufrido en Hiroshima y Nagasaki. Y que casi desnudos y hambrientos como después de eso quedaron, y viviendo como viven amontonados en unos islotes que son poco más que peñascos, sacaron la cabeza del agua, se los vio amuchados por el mundo turisteando, sacando fotos y tomando notas, muy educaditos y sonrientes y... ¡hasta aprendieron a jugar al fútbol!

Ahora me dicen que no solo no trabajan de tintoreros o de rompehuelgas, haciéndolas al revés, sino que se les da por trabajar de basureros.

Y de basureros prolijos, como ha ocurrido en Rusia en estos días, viéndolos al final de los partidos esmerarse en que no quedara en el suelo ni el más pequeño papelito que lo ensuciara y haciendo de esa manera quedar mal a los demás.

Fue ese el momento en que me di cuenta de a quién me hace acordar un japonés. A los que en una época se peleaban a muerte por ser el... primero de la clase. Una cosa que hoy en día es tan extraña como querer volverse japonés.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Enviá tu comentario