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Durante estos días de fervor feminista, no estoy seguro que alguien la haya recordado, tal vez ni siquiera las propias interesadas. Pero es propio de la condición humana ser desagradecida y también olvidar que no mirando atrás, no se mira muy bien adelante. Esta señora de apellido tan difícil, Mary Wollstonecraft (1759-1797) fue una de las más importantes y consecuentes fundadoras del pensamiento feminista contemporáneo.

Nacida en Londres en una familia acomodada, que durante su niñez cayó en la ruina, su sentido de la justicia pudo haber surgido cuando velaba en la puerta del dormitorio de su madre, para impedir que su padre entrara a golpearla. Tuvo no obstante una buena instrucción para la época y pronto pasó sus impresiones al papel. Enamorada de un norteamericano con el cual tuvo un hijo, fue abandonada y tuvo un primer frustrado intento de suicidio. Viajó a Francia, eran los años de la Revolución, y se inclinó por el bando de los girondinos, los moderados, opuestos al Terror. De regreso a Inglaterra, se casó con William Godwin, un filósofo anarquista, utilitario, novelista, muy respetado, pero que al legalizar una unión, borró, en el sentir de sus críticos, con el codo lo que escribió con su mano. De ese matrimonio nació una niña, Mary, sobre la que volveremos en un rato, lamentablemente nuestra Mary Wollstonecraft murió después de dar a luz, de fiebre puerperal. Todo esto a los ojos del mundo parece una historia vulgar en tiempos interesantes, pero Mary no era vulgar. En Francia salió de alguna manera a retrucar a Thomas Paine (1737-1809),un inglés que luchó por la independencia norteamericana, autor del exitosísimo folleto "Los Derechos del Hombre" que encendió los ánimos en su país adoptivo .Y así MW (acortemos el nombre) publicó su "Vindicación de los derechos de la mujer" en 1792,que gozó de tres ediciones seguidas.

Tenía ciertamente muchas cosas que decir. "Los derechos de la humanidad se confinaron a los derechos del hombre desde Adán para abajo". "Si los derechos abstractos de los hombres requieren discusión y explicación, aquellos de las mujeres, por parejo razonamiento, no deben achicarse respecto a la misma valoración". "La mayor inequidad social no existe entre los hombres, sino entre los hombres y las mujeres. A la mitad de la población se le impide realizar su potencial humano plenamente". "La tiranía de los hombres y la perpetuación de una aristocracia masculina, han oprimido a las mujeres en todos los aspectos de sus vidas, retardando el desarrollo de su intelecto, dañando el acrecentamiento de sus virtudes y dañando su plena contribución a la sociedad". "Si los hombres niegan los derechos de las mujeres, por la misma regla desaparecen sus deberes, pues derechos y deberes son inseparables".

No se refirió a la actividad política de las mujeres. Una sola vez mencionó su participación en los sufragios. Su énfasis estaba en las oportunidades de educación y en el desarrollo económico, y prefería prescindir de tomar parte de un sistema político corrupto y plagado de errores. No sería malo que nuestras mujeres se inclinaran a esas preferencias y que raro es escuchar acerca de los deberes inseparables de los derechos.

Habiendo sido una testigo del sangriento conflicto publicó, en sus postrimerías "Una visión histórica y moral de la Revolución Francesa", en la que se oponía a la opinión de otro sabio analista de la misma, Edmundo Burke. Esta obra, a la que aparentemente le sobran méritos, cayó en el olvido y fue recientemente reeditada y revalorada. Estudiosos han demostrado que muchos de los razonamientos de MW, aparecen en los diálogos de las novelas de Jane Austen (1775-1817).No estoy seguro que estos pasaran a las versiones cinematográficas de las mismas, por las cuales es hoy más conocida.

¿Y qué fue después de Mary, la niña que sobrevivió? Bueno: toda una aventura. Casó con un poeta enorme y radical también en sus ideas: Percy Shelley. En un viaje con su amante y futuro marido a Suiza, se encontraron con Lord Byron, quien ya tenía fama de tenebroso, y su médico personal el doctor Polidori. Por una lluvia intensa e incesante (y obscura por la erupción de un volcán) que duró tres días, los viajeros debieron permanecer encerrados en una villa, cercana al lago Leman. Había mucho oporto y láudano. Se preguntaron si la casa podía ser responsable de los sueños. Jugaron entonces quién escribiría el cuento más siniestro. El médico presentó "El Vampiro" y Mary Shelley, la hija de MW, concibió a "Frankenstein, el moderno Prometeo", a quien todos conocemos y tememos. Curiosamente el monstruo lleva, para la posteridad, el nombre del científico que lo creó, como si en el creador se volcara el mal de esa extraña y enorme criatura, cuya mayor dolencia era la soledad. Mary Shelley se preguntaría más tarde "¿Cómo yo, entonces una muchacha muy joven, llegué a imaginar y entretenerme con esa idea tan horrible? "Podemos preguntarnos si las horribles experiencias de la madre le llegaron de un modo confuso. No sabemos todo lo que heredamos, si algo, eso es casi nada. La historia, narrada en forma epistolar, fue un éxito mundial, huelga decirlo. Quedó viuda a poco de casarse. Shelley se ahogó en el mar, sus restos fueron quemados en la playa, pero su corazón resistió al fuego y por un tiempo fue conservado en aguardiente.

Pocos años después Balzac recorrió la hermosa e inspiradora villa Diodati, muy cerca de Ginebra. Tal vez buscaba algún retazo de aquellos sueños. La villa existe todavía, dividida en departamentos de lujo. Les aconsejo que lean la vida de Thomas Paine, sorprendente, nada de la canalla diaria que se cree demócrata o estadista.
Fuente: El Entre Ríos

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