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Por Osvaldo Martínez Erazun (*)

Su gran objetivo en la vida lo tuvo claro desde muy pequeño. Quizás fueron aquellas lágrimas que encontró en el rostro su madre una madrugada, cuando tenía ocho años, las que marcaron el porvenir de sus acciones y el gran sentido de su vida: ayudar. Lágrimas de impotencia y desesperación por no saber qué le iba a dar de comer a sus hijos al día siguiente.

Desde ese momento Braian comenzó a ser grande. Aprovechando su habilidad para dibujar, se pasaba noches enteras realizando dibujos y trabajos que después vendía a sus compañeros en la escuela por 25 ó 50 centavos, o haciendo trabajos prácticos a sus compañeros para comprar de camino a casa un litro de leche o pan para sus hermanitos. Era un alumno muy aplicado.

Su gran objetivo en la vida era ayudar, hacerle la vida más fácil a su familia y devolverle la sonrisa al rostro de su madre que tanto la luchó en soledad.

Braian tuvo una infancia marcada por las privaciones y necesidades. Creció en Marcos Paz, en una casilla de madera sin agua corriente y compartiendo cuarto con sus hermanos y mamá. Su padre, de quien afirma no tener recuerdos, lo abandonó tres veces, después de su nacimiento y el de cada uno de sus hermanos. Pero esa realidad no le impidió seguir soñando y buscando la manera de ayudar. Todo lo contrario. Poner excusas nunca fue su fuerte. Su esencia era luchar.

Y fue en el deporte donde encontró la luz para poder seguir su lucha.

De la mano de Gustavo Osorio, su mentor deportivo y a quien consideraba como un padre, desasnaron el camino que hoy lo posicionaba dentro de los mejores lanzadores de jabalina del mundo. Habiendo conseguido, a sus 16 años de edad, la medalla de oro en los primeros JJ.OO. de la Juventud en Singapour, medalla de Bronce en los Juegos Panamericanos de Guadalajara en 2011, con dos presencias olímpicas: Londres 2012 y Rio 2016, entre otros tantos pergaminos más.

Lo más paradójico de Braian es que el deporte era su pasión pero su verdadero motor para hacerlo estaba más allá de un resultado, una marca o una medalla. Su verdadero motor era la consecuencia de ese lanzamiento, era pensar cómo podría retribuir el beneficio de su éxito deportivo hacia las personas que más lo necesitaran. A tal punto que destinaba una parte de su beca deportiva y del apoyo de los sponsors a comprar alimentos, materiales, indumentaria e ir puerta por puerta en su barrio preguntado qué les hacía falta a sus vecinos para poder brindárselo con el deseo de que ellos no pasen las necesidades que él vivió.

Así era Braian, una persona con el corazón en la mano. Con su andar tranquilo y sereno, hasta pereciendo algo tímido, desbordante de respeto y siempre haciéndose el tiempo para estrecharte su mano, con una sonrisa en su rostro, preguntar cómo estás y emanar esa energía especial. Así era Braian, de esas personas que con sólo verlas uno ya pude darse cuenta que son de bien, sencillas, humildes, y que a medida que lo va conociendo esa primera impresión queda muy chica porque a todo lo anterior lo multiplicaba.

Así era Braian, una fuente de valores y de ejemplos que tan bien le hacía a la sociedad, a los más pequeños que sueñan ser como él y a los más grandes que nos demostraba que siempre se puede hacer algo por el prójimo desde cualquier lugar que nos toque estar. Así era Braian, un ejemplo de deportista, de hermano, de hijo, de amigo. Un ejemplo de ser humano, dejando una huella en todos los que tuvimos la suerte de compartir al menos un momento con él.

El vuelo de su jabalina era una proyección de sus sueños, en ella iba más que una marca o una medalla, era una canalización de todos sus deseos e ilusiones. En ella iba una infancia difícil proyectada hacia nuevos horizontes, nuevas posibilidades de ser solidario con los que más lo pueden necesitar. Es por eso que, como alguna vez dijo, siempre le apuntaba al infinito.

Sin dudas que no te merecías este final, una vida terrenal corta pero muy intensa donde demostraste y predicaste con el ejemplo. Por eso y por tantas cosas más serás eterno.

¡Que En Paz Descanses. El Cielo es tuyo!


(*) Nació el 7 de enero de 1985. En Concordia se formó e hizo toda su experiencia como gimnasta olímpico hasta el retiro, este 2020. Representó al país en diversos Mundiales, Sudamericanos y Juegos Deportivos Panamericanos.
Fuente: El Entre Ríos.

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