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A pesar de que soy memorioso, a veces tengo unas lagunas mentales. Nada preocupante por otra parte, porque son consecuencia, según fuentes facultativas, de mis excesos en el pensar.

Es por eso que no puedo acordarme, a pesar de mis esfuerzos, de quién es el que dijo algo así como que este siglo, desde el vamos, a los argentinos en particular y los latinoamericanos en general; este siglo por el que venimos transitado a los tumbos, y del que ya nos hemos consumido casi la quinta parte; ahora nos topamos con los empujoncitos de ayuda que nos da Trump, los que más que ayuditas parecen trompadas en lo que es una forma original de hacer un juego de palabras con su apellido; a nuestros pueblos, repito, este siglo que nos venimos comiendo, sin que se le vea la pata a la sota, “nos encontrará unidos o dominados”.

Y ese dicho me lleva a una pregunta difícil de contestar. Porque escuchando a Maduro, cosa que hago a menudo, porque me encantan tanto el hijo de Chávez, como la primera combatiente, la camarada Cilia, su compañera la vida, a la que la verdad sea dicha esa función de apuntalamiento le sienta, dado que se la ve cada vez más emperifollada y arrobada por las palabras de su marido, con el que va a todas partes, pegadita como una sanguijuela. Una forma de decir, porque ella no es una chupa sangre, sino que está dispuesta, tal cual como puede llegar a suceder, a dar hasta la última gota de su sangre en pos de la supervivencia de Venezuela, salvo que en una de esas, porque nunca se sabe, termine en Estambul, viviendo allá y produciendo telenovelas turcas “for export”.

Vuelvo atrás, porque atrapado por Cilia, me había olvidado de lo que siempre dice su marido, que los pueblos latinoamericanos están todos unidos, a pesar de que por la angurria del imperio y sus lacayos, están muchos de ellos cada vez más dominados.

Con lo que se produce un curioso empate, que hace saltar el tablero y deja bamboleante el vaticinio que al principio de estas líneas traté de dejar en claro, aunque sin poder recordar el nombre del profeta. Porque interpreto que lo que él quiso decir es que este siglo en el que ahora la estamos tirando más mal que bien, nos iba a encontrar “unidos” o “dominados” y ahora Nicolasito nos dice que las cosas son al revés, ya que si bien nuestros pueblos están cada vez más unidos, desgraciadamente la mayoría estamos dominados con excepción de Cuba, la casa matriz; Nicaragua y la propia Venezuela. Y caso aparte, según dicen es el de México, que siempre se corta solo.

Pero como me digo, optimista como soy, por alguna parte hay que empezar. Ya que mucho peor sería que además de estar la mayoría de nosotros dominados, estuviéramos desunidos. Eso es algo que nunca nos va a pasar. Ya que cuando salgo a la calle no escucho hablar de otra cosa que por un lado de “juntos” y por otro lado de “todos”, porque, como decía no sé quién, las cosas no comenzarán a arreglarse hasta que todo sea un verdadero mazacote.

“Juntos, todos”, rumió mi tío, que recién llegaba y que leía lo que escribía mirando sobre el hombro. “Por una vez parece que tenés razón”, me dijo. Y agregó que había leído que “el deporte argentino de equipos, es lo que nos está llenando de medallas doradas en los Juegos Panamericanos de Perú”. Lo hice repetir y, por mi parte, metí un parrafito: “Es lo que yo acababa de decir; por algo se empieza y si por nada se empieza en nada se va a terminar”. Después de lo cual me quedé callado pensado, cada vez más asustado: “Juntos sí, pero unidos”. Y me puse peor cuando seguí para adelante, siempre pensando, y me dije; “Unidos no, juntos sí; pero ¿hasta cuándo?”.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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