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Para la pequeña historia lugareña, habría que dejar constancia de una curiosa manifestación de reclamo, que hace de esto muy pocos días sorprendió a los vecinos de la ciudad. Se veía una larga cola (existen quienes dicen no fue tan larga) de automóviles utilizados en servicio de transporte de pasajeros -una manera extensa de hacer referencia a los remises- a los que se veía ir y venir, extrañamente sin pasajero alguno, por todo el radio de la planta urbana.

La explicación de ese resignado desencanto puesto de manifiesto, es el conocido estado de nuestras calles, que llegan a un extremo, según afirman, de ir, poco a poco, haciendo añicos las carrocerías de sus vehículos, tal cual como si se tratara de una versión corregida y aumentada de una máquina de picar carne.

Se trata de una situación que a lo largo de nuestra historia registra pocos antecedentes, con la peculiaridad de que acciones de este tipo se han visto preocupantemente -no es esa la manera apropiada de canalizar pedidos- incrementadas en los últimos tiempos.

Mirando para atrás, y haciendo un rápido repaso de las páginas de nuestras sucesivas ediciones archivadas, en el pasado fueron inexistentes. En tiempos más recientes, los memoriosos solo recuerdan una reunión de vecinos de la zona frente a la municipalidad en ocasión de la visita de un gobernador, para solicitarle los buenos oficios gubernamentales para la reapertura del Frigorífico Liebig.

Frente a los tribunales locales se recuerda, por otra parte, la reunión de un escaso número de vecinos indignados por un caso de abuso sexual seguido de muerte de una criatura, y en otra ocasión del pedido de un grupo de pobladores de nuestra zona de colonias para poner coto a las andanzas de un famoso “Piolín”, para mencionar algunos de los casos emblemáticos.

No se incluye entre los mismos, una suerte de “noche de los bastones largos” que se vivió en las postrimerías del primer peronismo, con entradera a domicilios y apagón del alumbrado público, por cuanto se trataba de una acción de otra naturaleza.

En cambio, en tiempos recientes se ha asistido a reclamos por grupos de vecinos frente al edificio municipal por hechos puntuales, como el caso de quienes constituían la Asamblea del Agua.

Es por eso que esperamos que el anuncio del otorgamiento de un auxilio financiero muchas veces millonario por parte del gobierno provincial a la comuna local, con el destino precisamente de volver no solo transitables sino lograr que nuestras calles se presenten de una forma decorosa, se convierta, esta vez, en una realidad concreta.

Es que no hace mucho que escuchamos el anuncio de una suerte de “misión enripiado” -para decirlo con palabras que suenan gratas a los oídos de los gobernantes venezolanos- por la que Vialidad Provincial se iba a encargar de ese cometido. Misión que, por lo que se ha visto, quedó en aguas de borrajas.

De allí que sería útil que se suministrara al vecindario una información detallada de la manera en que se va a utilizar la millonada de pesos anunciada y que debemos considerar prometida, así como cuándo estarán en las arcas municipales esos pesos, y consiguientemente se podrá poner con ellos manos a la obra.

Mientras tanto, no podemos dejar de señalar la eficacia que ha tenido el reclamo de los remiseros locales, si se tiene en cuenta que, tal como lo informaran las autoridades municipales, se ha visto en días sábados y domingos -o sea en días no laborables- a las motoniveladoras municipales repasando algunas de nuestras calles. Esperamos que esa acción se convierta en rutinaria.

Sin dejar de señalar, que habla mal de nuestro carácter de municipio autárquico que hemos llegado al punto de mostrarnos ineptamente incapaces -y en la mención hacemos referencia todos los que aquí vivimos, entre los que también nos incluimos- de mantener, como en el pasado fuera el orgullo de otros colonenses, las calles en un estado decente, a diferencia de lo que sucedía en la mayor parte de las localidades de nuestra provincia, a las que se ha visto avanzar en la materia, mientras en nuestro caso se retrocedía marchado en dirección contraria.
Fuente: El Entre Ríos (Edición Impresa)

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