Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Se trata de tres de los factores fundamentales para una excelente temporada veraniega. Claro está que, como decía desde el primer día Juan Domingo Perón, dando nueva vida a una suerte de aforismo de la Antigua Grecia, debía ser ello, todo, “a su medida y armoniosamente”, un consejo que no siempre siguen los que se siguen reconociendo como sus seguidores.

De una manera deliberada hemos omitido la referencia a “el agua”, más concretamente a la de nuestro río, la que invariablemente se muestra impredecible, como una cortesana casquivana, ya que en ocasiones viene descendiendo de sus fuentes, y también se la ve alimentándose de ella a lo largo de su trayectoria, desbordando de su cauce muchas veces y provocando las tan temidas inundaciones.

La “bajante”, o sea el descenso del nivel del río, aparece como menos preocupante, aunque cabe la posibilidad que el cauce angostado lleve a que se hagan presentes “profundidades” de otra forma ignota, y que las playas que limitan con las aguas, exhiban una larga línea de un peligroso verdín.

De la calidad de las aguas nada podemos decir, porque el organismo internacional administrador del río sigue “haciendo mutis sobre el foro”, como lo señalaría entre paréntesis el libreto de una obra teatral. Debemos confesar que no sabernos qué es mejor o peor que así suceda. Porque se debe tener en cuenta que “ojos que no ven, corazón que no siente”, y con ese silencio, para la confiada actitud de los bañistas, queda obturada la sospecha de que la salubridad del agua no sea la que debiera.

Una pregunta al pasar: ¿las municipalidades de las localidades ribereñas se ocupan de suplir el silencio al respecto de aquel organismo, mediante análisis diarios destinados a establecer la calidad de esas aguas?

Pero del agua, no solo importa la del río, ni tampoco la que muchas veces, con dificultades, es materia de distribución domiciliaria, sino también la que cae desde el cielo, no ya en la forma perversa del granizo, sino en la manera bienhechora de la lluvia, cuando no lo hace excesiva o inoportunamente. Y cuando se produce su esquiva ausencia, da lugar a esa “sequía” que la mayoría de nuestros hombres de campo –y también los bomberos- justificadamente consideran como un azote, como en realidad lo es, provocando el justificado pánico de los productores agropecuarios y de toda “la cadena de valor” vinculada con esa producción, y viene a inquietar angustiosamente a nuestro gobierno nacional, flaco como se encuentra de divisas, y especialmente de dólares.

Habría que señalar una excepción, ya que a lo únicos que entre nuestros productores rurales no les preocupa la sequía, al menos en demasía, es a los “arroceros”, para quienes su principal preocupación ante esa emergencia, es el costo mayor que representa la necesidad de bombear más agua de los pozos de profundidad que extraen de las napas subterráneas, ya que es un dicho que se sabe escuchar en ese ambiente que “el arroz que se cultiva, necesita tan solo mucho sol de arriba, y mucha agua en la superficie donde se implanta”.

Cuestión aparte es de qué manera el gobierno puede ayudar a los productores agropecuarios afectados por la actual sequía. La primera de ellas, según señalan las entidades representativas del sector, es la declaración gubernamental del “estado de emergencia agropecuaria”, declaración que en forma automática dispara el funcionamiento de una serie consistente de alivios para los productores del sector.

De allí que no puede dejar de provocar extrañeza que nuestro gobierno provincial no se haya preocupado en hacerlo, sin esperar a que entidades rurales se lo soliciten, tal como ahora lo han hecho.

Ignoramos cuánto hay de verdad, al escuchar entre los hombres de campo en el sentido que ellos, parecen ser considerados como “descendientes de Caín” y por eso de tantas maneras maltratados, inclusive por el clima. Pero lo cierto es que para muchos de ellos, las lluvias que se esperan a estar a los pronósticos, llegan demasiado tarde. Mientras tanto, mirando las cosas desde una perspectiva más amplia cabría concluir advirtiendo de lo difícil que resulta dejar contentos al mismo tiempo a todos.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario