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Viejo amigo:

Aquí va el libro que me pediste y que dudo falte en la Fiat Lux. No fue fácil encontrarlo. Fui a Huemul, a las librerías cerca del Nacional Bs As y al final a San Telmo. La negativa general a vivir, abarca buscar un libro. Pero la mañana estaba linda y la casa de Castagnino morada, como un sabañón. Bueno, misión cumplida.

Creo que estudiar en este momento "Las Guerras civiles argentinas" no es lo más adecuado. Todos sabemos que nuestra historia es recurrente y las vueltas de la calesita cada vez más cortas.

El librero sabía muchísimo sobre Juan Álvarez, pero ignoraba que había nacido en Gualeguaychú. Lo creía del Rosario. Más, fundó una escuela en Concepción y me gustaría que averiguaras si sigue en pie. Y así nos sentamos al costado del libro, en una mesita en la vereda, ya que éstas son ahora nuestra verdadera ágora, extrañando el mate, tan propicio para la mañana fría, con rigurosos barbijos, que no contribuyen a una charla feliz. Te digo que sabía mucho y como se te rompió el internet, te paso algunos chismes, que tal vez conozcas.

El papá, Serafín Álvarez, fue un republicano español que llegó con la gran inmigración de los 80, fijáte vos,..., ahora tenemos la gran emigración contenida. Y tuvo aquí a sus dos notables hijos Clemente, médico muy querido en el Rosario y donde hay un hospital que lleva su nombre, y Juan, que estudió abogacía en Buenos Aires y, escribió la tesis sobre Mitre. La que, creo, te va a interesar, ya que lo querés tan poco, e hizo allí parte de su carrera, llegando a Juez. La quería a esa ciudad, libre de pasado colonial y tan dinámica, a diferencia de la burocrática Santa Fe. Así que escribió su historia adentrándose en la economía y la geografía de la zona.

El Aniversario de 1910 propició una avanzada de ideas nacionalistas; lo que no tentó a Juan, que era un buen liberal y no se emocionaba con la tradición. Fue en su ensayo sobre la" Historia de Santa Fe", donde escribió que no había historia argentina antes de 1853. Al final de su vida fue conservador, una de las formas del escepticismo, como dijo...

El "Estudio de las guerras civiles", que te envío "de regalo" y nada de cheque, por favor, es de 1914. (El año anterior había fundado la Biblioteca Pública de Rosario). Quiso con ese libro, y con la Biblioteca, evitarlas en el futuro, como si a éstas obras les diera un poder mágico, así como Sarmiento lanzó un hechizo con el Facundo. Más adelante Carlos Ibarguren escribe sobre Juan Álvarez: "trata a nuestra historia desde el punto de vista exclusivamente social y a través sobre todo del hecho económico. Es una historia sin personalidades representativas, ni conductores. El hombre dirigente, el caudillo no aparecen individualizados, es la masa la que actúa. El protagonista único es el pueblo, es la sociedad".

Sus ideas fueron precursoras a las de ciertos historiadores franceses contemporáneos, del grupo "Les annales" com Bloch y Febvre; historiadores preocupados por las gentes comunes, sin oropeles, estudiadas en el entorno geográfico y con la historia regional como eje estructural.

¿Tuvo otros libros? Sí señor, y tocan una tecla dolorosa en el desorden actual. Mirá sino parecen titulares de Clarín o Nación: "El problema de Buenos Aires en la República Argentina" (1918), "Estudio sobre la desigualdad y la paz" (1927), "El problema de la ignorancia del Derecho" (1939), "Policía desamparada"(1940) y su última publicación fue "La defensa del procurador general de la Nación ante el honorable Senado"(1946). Juan Álvarez había sido procurador general desde 1935, y hubo de afrontar un juicio político en 1946, con los otros miembros del Superior Tribunal: Antonio Sagarna, Benito Nazar Anchorena, Francisco Ramos Mejía y Roberto Repettoo, acusados de haber legitimado los golpes militares de 1930 y 1943.

El que prefiero como título y problema es "Policía desamparada", hoy como ayer. Y también tenemos la amenaza de Juicio Político a la Corte.

Como te contaba, el librero sabía muchísimo. El primer viaje de Álvarez, que fue un gran viajero, no fue a París, sino a Nueva Zelandia. Una definición. Y me contó que así como tuvo la consideración de Ibarguren, la tuvo de Jaureche y de José María Rosa, y de Abelardo Ramos; es decir, de historiadores afines a muy diferentes ideas políticas. Si es así, bárbaro. Lo deberíamos resucitar para Presidente.

Y después el librero me trajo un viejo número de" Sur", con un artículo de Tulio Halperín Donghi, sobre Álvarez, era de 1955, el mismo número en que Borges publicó "El escritor argentino y la tradición". En los párrafos finales THD dice: "Álvarez no esperaba ya un futuro luminoso; sabía sin embargo, o creía saber, que ese mundo de ideas que había regido la construcción de la Argentina, que él había conocido y ahora caía en pedazos en su entorno, que ese mundo de ideas, hubiera podido aún dirigir la nación a través de nuevas tormentas. Por eso su fe intelectual, ante los crueles desmentidos de los hechos, se resolvía en cólera viril, contra un pueblo obstinado en rehusar la salud". El librero me leyó eso con voz sombría y entrecortada.

Comenzó a hacer frío. Me señaló un pozo en la vereda del vecino - "sacaron la glicina, me dijo" me dijo- "Seguro, -le contesté", las sacan a todas. Ensucian..."Le di un apretón de brazos y me llegué a mi casa. Hubiera querido entrar en San Pedro Telmo, pero... Las palabras: guerras civiles, policías desamparados, la ignorancia del derecho, juicio a la corte, giraban en mis oídos como disco rayado. Y la obstinación en rehusar la salud, las crueles desmentidas de los hechos...

Querido Juan, que se llegue alguno de tus nietos pa’ que te lleven este libro.

Abrazo...

Luis.
Fuente: El Entre Ríos

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