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Si se ven las cosas como son, cabría llegar a la conclusión que nuestra ciudad no es otra cosa que “un banco de pruebas” para quienes en estos momentos la gestionan. Alguna vez hemos comparado la labor primera y básica de una administración municipal con la que lleva a cabo cualquier ama de casa y una persona que la ayuda -nos resistimos a aludir a ella como “mucama”- las que como sabemos cada día, como si fuera un rito, aunque no es otra cosa que una práctica internalizada, comienzan con “lo básico”, cual es deshacer las camas y airear las sábanas antes de volverlas a tender, barrer los pisos o pasarles en su caso la aspiradora, y lavar o barrer la vereda. Habrá tiempo para después ocuparse de otros menesteres, que ellas los tienen y en gran número, aunque no siempre se las valora como corresponde.

Extrapolando el comportamiento hogareño descripto a ese “hogar ampliado” que es nuestra ciudad, lo que sería de esperar es que los funcionarios municipales se ocuparan también, en primer lugar de “lo básico”, cual es mantener las calles en condiciones para que el tránsito por ellas no haga trepidar a los vehículos y las cunetas limpias (algo que a estar a lo que se tiene oportunidad de verificar, no ha sucedido).

Un solo ejemplo, hace de esto pocos días por esa desidia, con las cunetas obstruidas del lado norte de la calle Combatientes de Malvinas, más o menos una cuadra antes de su conjunción con la Avenida Presidente Perón, las lluvias recientes convirtieron lo que debía ser un trabajo rutinario en poco menos que en una obra de ingeniería.

Ello sin dejar de mencionar las quejas de algunos lectores acerca del estado de nuestras plazas centrales, en las que, entre otras cosas, quien busca encontrar un banco en condiciones de sentarse tiene que atravesar espacios entre los canteros en los que el terreno cubierto de granza se ve invadido por una variedad de yuyos, algunos de ellos verdaderamente lindos. Podríamos seguir hablando de “lo básico”, por lo visto olvidado o menospreciado, pero para ilustrar esa perspectiva consideramos que con lo dicho es suficiente.

Es que nos estamos yendo por las ramas, ya que a lo que queríamos referirnos es a la ciudad como “banco de pruebas” de quienes la gestionan. Algo que queda confirmado no solo en el hecho que la regla sería que existan más “anuncios” que proyectos concluidos, sino por una pregunta que nadie se hace y que todos deberíamos hacernos, cual es hasta dónde se puede llegar sumando los diversos tipos de afirmados que en forma caótica se utilizan -y en muchos casos mal- para afirmar las calzadas de las calles, o los diversos mecanismos innovadores utilizados para asegurar el suministro seguro de agua corriente de nuestra ciudad, donde desde hace tiempo vivimos en un estado de endémica “crisis hídrica”.

Ello sin dejar de recordar la verdadera “zaga” que se ha generado por la actuación municipal como “desarrollador inmobilario”, en el que el episodio más bochornoso -que no significa que sea el más grave-, es el de los 40 vecinos que compraron y pagaron inmuebles para construir su casa, terrenos que por ahora siguen ubicados en las “nubes de Úbeda”, con cuya mención se inmortalizó el político catamarqueño Vicente Saúl Saadi.

El tema da para más, pero por ahora solo una cosa. Cual es la referencia a la labor de esa invisible Comisión de Arbolado” -que a pesar de los esfuerzos hechos no hemos podido anoticiarnos de quiénes la componen- enfrascados en profundos e interminables menesteres enderezados a resolver el dilema nada digno de Hamlet de si se reemplazan dos palmeras pindó por dos fresnos ubicados en una de nuestras calles, mientras es ciclópea la tarea que debe emprenderse en la materia, y por la que no nos cansamos de clamar.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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