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Aún resuena en mi cabeza, la frase del ex presidente Duhalde quien decía que estábamos condenados al éxito, dando algunos parámetros, entre ellos la extensión de nuestro territorio, la ubicación estratégica, el clima, y la diversidad de producciones que podemos tener.

Lo dijo en un contexto donde nuestro país parecía hundirse en la profundidad de la decepción y la impotencia, luego del crack que significó la convertibilidad y un endeudamiento sin límite, que prácticamente dejaba nuestra soberanía vacía y absolutamente dependiente de los organismos internacionales de crédito. Donde se medía el riesgo país, de la misma forma que la temperatura.

Pasan los años y nuestro ciclo comienza una y otra vez, inflación, endeudamiento, paritarias, corrupción, soberanía, desocupación, otra vez crédito público, gasto público, ajuste, tarifas, subas, más subas, dólar, nafta, una vez más corrupción, y pasa el tiempo y la distribución de la riqueza sigue siendo un lindo slogan, una frase top para no parecer un desalmado, un ser sin sentimientos, sin amor.

Sí miramos nuestra realidad, con un espíritu crítico, sin creérnosla, no me cabe la duda que estamos condenados al fracaso, hemos perdido el sentido común, y defendemos lo indefendible, con tal de no darle la razón al otro, la famosa grieta no es producto de tal o cual dirigente- por más que estratégicamente haya sido (y sigue siendo) un gran negocio para los dos polos políticos- sino de nuestro ser argentino.

Tenemos a Messi, al Papa Francisco, y tantas cosas más, que muchos países desearían e incluso desde el individualismo endógeno más recalcitrante, podrían usufructuar, pero nosotros en vez de eso, generamos polémica donde no hay. Le buscamos el pelo al huevo, la quinta pata al gato, y nos peleamos por todo.

Ese fanatismo infantil hace que defendamos a dirigentes políticos que son bastantes grandecitos como para defenderse, y vemos las redes sociales inundadas de defensas ilógicas, inverosímiles, cargadas de resentimiento y odio, de un lado o del otro.

Un fanatismo que nos debería interpelar sobre el valor de la verdad, la autocrítica y nuestra propia inteligencia, estamos forzando las varas de una manera insólita, y de esto, muchos medios de comunicación hacen un culto, ver las editoriales sinceramente es un desafío a nuestro autoestima, como se juega con la información, potenciando algunas, suprimiendo otras, y por sobre todas las cosas, perdiendo el compromiso por informar.

Estamos condenados al fracaso, sí no exigimos de la misma forma a todos, porque nuestros políticos, son nuestros, hijos de nuestra sociedad, un reflejo de cada uno de nosotros.

Los políticos se manejan mucho – en exceso tal vez- por los estudios de opinión pública, los cuales van midiendo la temperatura de la calle, y sí vemos que cada sector reincide en sus errores, no seamos ingenuos no es que sean tontos, sino que saben que hay un núcleo duro que los apoya, y defienden las estrategias comunicaciones que sólo pueden funcionar en un país populista en el sentido negativo de la palabra.

El populismo no es patrimonio exclusivo de un sector, sin darnos cuenta el populismo ha tendido sus tentáculos a todos, sino es imposible comprender como el capitalismo, que ha sido a nivel mundial una concentración de la riqueza inexplicable, donde la pobreza es funcional al sistema, personas que lo defienden sin tapujos cuando son el engranaje menos preciado del sistema. Hay populismo de derecha y de izquierda, y no es lo mismo un gobierno popular que uno populista, y es inviable un país donde no se tengan en cuenta los que menos tienen, para que todos vivamos dignamente, y con justicia social.

Sí creemos que la sabemos toda, que la tenemos clara, que somos los mejores, y además de esto, somos re vivos, no necesita DNI, usted es argentino, y está condenado al fracaso, como yo.

Hasta que no cortemos el cordón umbilical con la mediocridad, y entendamos que debemos ser objetivos, exigir a todos por igual, y por sobre toda las cosas, lograr políticas de estado que incluya a todos, nuestra vida será un péndulo, y está lucha de poder que nació con nuestra patria, no morirá jamás.

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