En lo últimos días el planeta está teniendo un respiro, o mejor dicho, está volviendo a respirar.
Durante los últimos 100 años, el desarrollo industrial, y principalmente los gases producto de la combustión, han contaminado sistemáticamente la atmósfera sin tener casi ningún reparo.
De todos los gases contaminantes, los óxidos de Nitrógeno o NOx (óxido Nítrico y dióxido de Nitrógeno), cuyo poder contaminante es 238 veces mayor al del CO2, son uno de los 6 principales gases de efecto invernadero. Estos son desechos de la utilización de combustibles fósiles, que forman smog y lluvia ácida, además de partículas finas (PM) a nivel del suelo, cuyos efectos adversos a la salud están principalmente relacionados a enfermedades pulmonares.
Asegurar una causalidad de una mera correlación, tiene aún poco sustento estadístico. Sin embargo, debemos considerar que la polución del aire no solo genera muertes, sino que debilita la salud media de los ciudadanos; disminuyendo la resistencia de la población a este virus y a posibles futuros virus, en tanto y en cuanto no tomemos conciencia y disminuyamos la emisión de gases de efecto invernadero.
Hace 150 Años, en Buenos Aires se daba un brote de fiebre amarilla, una enfermedad trasmitida por los mosquitos en una ciudad incipiente cuya ingeniería sanitaria apenas si existía, matando al 20% de la población porteña.
El desafío en ese entonces, pasaba por tender una red de agua potable y una red de cloacas, para atacar el problema de raíz y mejorar la salud pública.
Según cuenta la historia, el senador y médico Guillermo Rawson se opuso a la idea de Sarmiento; fundar Obras Sanitarias de la Nación y atender este requerimiento sanitario, justificando que era prioritario construir más hospitales para tratar a los enfermos. Sarmiento le replicó que si se le daba agua potable al pueblo se necesitarían menos hospitales.
Hoy nos encontramos con un desafío similar, 150 años después otra peste pone en jaque a la población.
Pensar como Sarmiento hoy en día, sería ser pioneros en desarrollar políticas ambientales de disminución de la contaminación, dado que, sino, debemos pensar en seguir el pensamiento de Rawson ya que con el progresivo empeoramiento de la calidad del aire, cualquier gripe requerirá internación.
(*) El autor es estudiante de ingeniería civil, y sobre este tema se presentó al desafío FIUBA Consulting Club organizado por la UBA.
