Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Jugando con las palabras

Una de las maneras de jugar con las palabras, es apelar al oxímoron. Por tal, se entiende una combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido. Un ejemplo de ello la noche blanca, muerto viviente o silencio atronador.

Por Rocinante

Jorge Luis Borges se refirió a ellos en forma insuperable (El Zahir) cuando hizo referencia a esa figura, que se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de una luz oscura; los alquimistas, de un sol negro.

Entretanto no puede decirse que nuestro Presidente, como el enfermo imaginario de Molière habla en prosa sin saberlo, pero sí que hace un uso sesgado del oxímoron más que por ignorancia haciendo pasar por real un sofisma.

Es cuando plantea respecto a su persona el interrogante acerca de si es correcto aludir a él como si se tratara de un presidente autoritario, y a la otra como de presidente títere. Porque según él es contradictorio que se lo suponga al mismo tiempo en las dos formas. Como títere y al mismo tiempo como persona autoritaria.

En principio le asiste razón. Ya que también, según el diccionario, una primera acepción de la palabra títere alude a un muñeco que se mueve por medio de hilos u otro procedimiento, y según una segunda a una persona que se deja manejar; mientras que por autoritaria, se entiende a una persona que abusa de su autoridad.

De combinarse ambas palabras en una sola frase podría darse el oxímoron que aluda a un gobernante títere al que se lo ve actuar de una manera autoritaria siguiendo las indicaciones de quien está arriba suyo, a quien debe su existencia y que se mantiene con su apoyo o control, dado el hecho que Gobierno títere y régimen son términos utilizados despectivamente para referirse a un gobierno que debe su existencia (u otra cuestión importante) a la instauración, apoyo o control por parte de una entidad más poderosa.

No es ese totalmente nuestro caso. Ya que en este caso cabría la referencia a un gobierno de doble comando.

A ese respecto, es bueno hacer referencia a una antigua nota del periodista Pablo Sirvén, en la que comienza por señalar que en las academias de conducción el alumno que acaba de llegar tiene un ángel custodio bien pertrechado: el profesor que, sentado al lado, tendrá a su vez otro juego de volante, pedales y cambios que, en caso de necesidad, hará prevalecer sobre los que cree manejar en plena libertad el conductor. A esto se lo llama "doble comando": el que parece que conduce lo hace hasta por ahí nomás, porque quien va al lado es el que tiene el verdadero control de la situación.

A lo que añade que no hay partido en la Argentina que haya ejercido (y ejerza) ya sea en ocasiones aisladas o de una manera que por lo continuada es casi permanente ese doble comando al que nos referimos, que consiste en que quien parece tener la manija en realidad es alguien que actúa como pantalla, que deviene de otro que está en segundo plano. Y con referencia al justicialismo trae a colación una frase del reconocido periodista y escritor Tomás Eloy Martínez, el que alguna vez escribió un artículo titulado "A la historia política se entra sólo de a uno".

De cualquier manera no debe dejarse de advertir que una explicación de este tipo tiene siempre connotaciones aptas para que se considere como partidista, y que según esta vez un analista político ha dicho con acierto que, tanto la expresión gobierno títere como la de doble comando es usado casi exclusivamente por los detractores de tales gobiernos, independientemente de que la mayoría de los ciudadanos afectados reconozca la clasificación o se oponga a ese tipo de gobierno. Con frecuencia, un gobierno es denominado títere por un gobierno rival que emplea el término para cuestionar la legitimidad de ese gobierno. Además, suele implicar la falta de legitimidad de ese gobierno, desde el punto de vista del que usa el término.

En tanto, ejemplos de gobiernos títeres, lo tuvimos en el caso de la Presidencia de José María Guido, y cabría conjeturar acerca de si esa no fue la intención fallida de Juan Domingo Perón al hacer presidente a Héctor J. Cámpora, y que precisamente esa intención fallida haya sido la causa de la forzada renuncia de este último.

Mientras que hoy no cabe considerar así al actual presidente, dado que se mueve tratan de hacerse y consolidarse de un lugar entre diversos poderes fácticos (y no solo el de la vicepresidenta), dado lo cual se lo puede observar en innumerables ocasiones actuando por su cuenta; sobre todo cuando utilizando el lenguaje del periodismo deportivo, ante cierta jugada de un tenista hablan de un error no forzado.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario