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El mundo se paró. Sí, podría ser una buena forma de empezar a describirlo. Puede ser que haya primero una introducción, hablando del caso 0 en China, que todavía no se confirma si fue en noviembre o diciembre de 2019. Pero seguro se dirá que, desde enero de este año capicúa, empezaron los países a caer como fichas en un dominó, uno tras otro, frente a la llegada de un llamado “enemigo invisible”. ¿Cómo se reactivó después de esta pausa? Eso se preguntarán quienes estudien el 2020, pero por suerte para ello ya se sabrá la respuesta.

No nos damos cuenta o quizás sí, pero estamos escribiendo la historia de un año atípico. Un año en donde por primera vez en 115 se cerró el subte de Nueva York. Un año en donde los aviones se quedaron en la tierra. Un año donde los humanos se refugiaron en sus casas y los animales tomaron las calles. Un año donde bajó la contaminación durante un tiempo. Un año donde abrazarnos con un amigo o familiar se volvió en un acto de locura. Un año donde se vio venir una nube negra a lo lejos y nos terminó tapando a casi todos.

Probablemente, quienes nos estudien, además de revisar estos datos de color de la historia que tanto nos gustan, también verán que no todo el mundo reaccionó igual. Ellos conocerán a los ganadores y perdedores del nuevo orden mundial.

Además, verán que el mundo hiper globalizado seguía con el mismo problema de toda su existencia: la incapacidad de salir con una respuesta coordinada desde el principio para resolver la crisis que se le presentaba. Y puede ser que lo marquen como el inicio de una época diferente: o de mayor coordinación y de unión entre los países, forzados a entender que existen problemas globales como las enfermedades o el calentamiento global que nos afectan a todos por igual; o, todo lo contrario, un mundo hiper dividido, temeroso de los otros que pueden venir e infectarnos. Esta parte de la historia aún no se ha escrito y de nosotros y nuestros gobernantes depende de que vaya en uno u otro sentido.

¿Qué más verán quienes nos estudien? La crisis económica mundial. Se hablará del año 2020 como de 1930. Sí, y todavía no somos tan conscientes de lo que eso significará. ¿Cambiarán los gobiernos? ¿Serán diferentes las políticas globales? ¿Continuarán los tratados internacionales? Quién sabe... La economía está al límite, en Argentina ni hablar, pero en todo el planeta. Y frente al sacudón, muchos cambios pueden llegar a suscitarse.

Otro caso de estudio será para los antropólogos y los especialistas en la salud mental. El estar todo el día en casa, sin conexión con nuestros seres queridos y amigos, atenta contra uno de los hábitos que más se recomienda para la salud de la cabeza: la conexión social. Es cierto que la podemos obtener a través del teléfono, pero no es lo mismo.

Lo mismo sucede con el ejercicio y el sueño, otros dos grandes hábitos para cuidarnos. Quizás algunos han logrado o tienen la suerte de tener espacio para lograr mantenerse en forma. No dejaron la rutina. Pero otros probablemente no. Y más allá de los kilos extras de la cuarentena, más preocupante es el daño a nuestra cabeza por la falta de movernos.

El sueño es el otro gran problema. El insomnio se repite en los diferentes puntos de planeta. Y en las videollamadas cada vez más vemos las “ojeras” del otro lado de la cámara, las nuestras ya las veíamos claramente.

Este año capicúa no pasará desapercibido, eso parecería ya habernos quedado claro. Quizás en algunas regiones sea menos notorio que en otras. Pero para el mundo algo ha cambiado.

Nosotros estamos escribiendo el año, es importante que seamos conscientes de eso. Y aprendamos. Esperando que pronto termine este impasse mundial, mientras tanto, la historia se sigue escribiendo.
Fuente: El Entre Ríos

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