Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Lagarde, directora del FMI
Lagarde, directora del FMI
Lagarde, directora del FMI
El acuerdo que se viene con el FMI seguramente no le salga gratis a Mauricio Macri. Pero paradójicamente, faltando todavía tanto tiempo para las elecciones, resulta difícil decir cuan gravitante va a ser este factor en las elecciones presidenciales del año próximo. Es sabido que los índices de aprobación del presidente se han deslizado un buen 20% en el último par de meses, pero también es cierto que nadie de la oposición parce estar en condiciones de capitalizar ese retroceso. Es que lejos están de enamorar al gran público cualquiera de los líderes del peronismo tradicional, solo Cristina Kirchner mantiene un grupo incondicional de seguidores aunque su número parece ir lentamente en declive en la medida que pasan los meses.

El acuerdo que ya se cerró con el fondo y que todavía necesita de la bendición política del organismo tiene dos aristas bien distintas. Una de carácter meramente fiscal y que concierne a la figura del ministro Dujovne como facto ordenador. La otra de carácter monetario, y donde el factótum por el lado del gobierno es el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger.

Respecto del acuerdo fiscal, ya se ha dicho prácticamente todo. Si cabe resaltar algunas otras cuestiones como que se espera que el equilibrio de las cuentas llegue recién en el 2020, partiendo de un déficit del 2.5% para este 2018. El acuerdo presupone un crecimiento de la economía de aproximadamente 1% para este año y para el próximo, el que será un año electoral. Finalmente, se entiende que el presupuesto del 2019 debería poder votarse con relativa facilidad - a pesar de estar bendecido por el FMI- considerando que sin su aprobación debería repetirse el del 2018, de difícil digestión para los gobernadores ya que implicaría los mismos números nominales pero con un 25% más de inflación.

Respecto de la parte monetaria, si bien todavía no se han despejado todas las incógnitas, si se conocen algunos grandes lineamientos. El que más nos importa a todos es cual va a ser el valor del dólar una vez que se active el acuerdo y se dejen de ofrecer reservas a 25 pesos por dólar. Se sabe que habrá una exigencia de un piso mínimo para las reservas, lo que en la práctica significa que el Banco Central dejará de vender dólares para no arriesgar caer por debajo de esa cifra.

Esa libre flotación tiene una chance cierta de lograr de que el dólar suba hasta alcanzar un punto de equilibrio donde aquellos atraídos por las altas tasas, superiores al 40%, prefieran quedarse o pasarse al peso. Seguramente la demanda minorista colabore para que se movimiento se produzca, sobre todo a partir de los pagos de los aguinaldos a fines de junio. Por ese entonces, un dólar de 27 o 28 no debería resultar descabellado, un número tal vez mucho más cercano a su valor más justo. Se sabe también que el ministro Caputo ya ha estado en contacto con los exportadores - los que todavía no han liquidado casi nada de sus ventas al exterior de la cosecha actual- para asegurarse un flujo mínimo de oferta.

Es de suponer que otro round de devaluación debería tener un impacto más acotado en los precios, considerando que subas indiscriminadas adicionales habrán de traer una retracción no menor en la demanda de productos. En cualquier caso, no hay mucho que se pueda hacer y no resultaría descabellado esperar una inflación de 25 a 30% para este año. Si el truco resulta, con un déficit en franca caída y sin que el Central siga ayudando el Tesoro, a partir del año próximo deberíamos ver una caída importante en la inflación.

En definitiva, nos aprestamos a tomar una medicina bien amarga y que hicimos todo el esfuerzo posible por eludir. Y parece ser que tarde o temprano ese era el camino y que lamentablemente no hay otro. Quedará como incógnita saber con qué soltura y con qué destreza podrá manejarse el gobierno frente al enojo de la calle. Justificado o no, ese enojo va a estar, y seguramente será magnificado por una oposición dirigida por un peronismo que se dedicará a embarrarle todo lo que pueda la cancha a Macri entre ahora y las elecciones del año próximo. Que el peronismo piense que así ayuda de manera genuina y constructiva al país es historia para otro día.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

Enviá tu comentario