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Sólo cabe celebrar que Argentina y sus acreedores hayan logrado alcanzar un acuerdo para resolver el problema de la deuda.

Si bien no estaba confirmado de manera oficial, al cierre de esta nota Argentina parecía encaminarse a cerrar un acuerdo para la restructuración de la deuda externa. Cabe recordar que el acuerdo se hace extensible a la deuda en dólares que, por haber sido emitida bajo legislación argentina, no es considerada deuda externa.

Los medios especializados asignan a la transacción un valor presente de poco menos que 55 centavos por cada dólar de deuda externa. Un valor que incluye un supuesto subjetivo: que la deuda transará con una tasa de descuento de 10%. Más relevante que ese valor de mercado es el cronograma de pagos programado para la deuda que se entregará en canje. Argentina consigue un gran respiro para los próximos 3 años, durante los cuales tendrá erogaciones mínimas para sus compromisos en dólares.

Pese a los malos augurios que habían surgido el fin de semana, el hecho de que la propuesta argentina hubiera recogido 35% de adhesión sin la participación de los fondos con los que negociaba hacía inverosímil que un acuerdo final no pudiera ser alcanzado. Es que estos fondos poseen más del 50% de la deuda. Su adhesión garantizaba una operación muy exitosa, tal que permitiría aplicar las Cláusulas de Acción Colectiva y arrastrar a todos los acreedores al canje.

Haber llegado a un acuerdo zanja una dificultad enorme que venía enfrentando la gestión de Alberto Fernández: la aparente incapacidad para cerrar los asuntos pendientes.

Por otra parte, evitar un default desordenado mejora el panorama para el financiamiento al sector privado, un interrogante clave para pensar en la recuperación de la economía cuando se dejen atrás las restricciones a la movilidad.

Si se confirma, como todo lo indica, el acuerdo será una gran noticia. Es un acuerdo favorable para el país, pues le da tiempo para recuperarse y cierra la puerta para que acreedores hostiles puedan perseguir una estrategia judicial en Nueva York. Y aunque no garantiza que nos esperan buenos tiempos, despejar esta incógnita era una condición imprescindible para que sean posibles esos tiempos mejores.

Los desafíos fiscales, monetarios, macroeconómicos y sociales que nos acechan son enormes, y su resolución incierta. Cabe esperar la confirmación oficial del acuerdo. Sin el mismo, nuestro futuro, más que incierto, sería imposible.
Fuente: El Entre Ríos

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