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Desde Córdoba, así recuerda el doctor Cipriano Eduardo Rougier -su primo- al presbítero Juan Esteban Rougier, fallecido este martes en Colón, a los 92 años de edad; en un artículo elaborado especialmente para El Entre Ríos. Ayer recibí la noticia del fallecimiento de nuestro primo Juan Esteban la que, si bien era esperable, no deja de entristecernos. Se va un hombre muy querido no sólo por la familia Rougier, sino por todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo y tratarlo. “Juancho”, como le llamaban sus hermanos, por donde anduvo dejó su rastro de buena persona y como sacerdote fue un pastor recto y muy respetuoso de las normas y preceptos que proponía su Iglesia, lo que a veces pudo sonar como un poco rígido, pero siempre lo hizo con una honestidad total.

Los fieles, amigos y familiares de Colón y Villa Elisa tendrán la oportunidad de hacerle el homenaje que mucho se merece. De mi parte, voy a recordar dos hechos que hablan de las cualidades de este querido primo:

1. Gracias a los buenos oficios de “Juancho” conocí a Jorge Enrique Martí. Me acuerdo que cuando estábamos en las presentaciones de rigor, el poeta me dice: “Así que usted es primo del cura hornero”. Obviamente, pregunté el porqué de este apelativo y me contesta “se lo tiene bien ganado: por donde anduvo no ha dejado de construir y levantar paredes; sin ir más lejos, ¡se fijó qué linda y remozada está la Iglesia!”.

Y le cuadraba, era muy cierta esa denominación, pues desde Villa Elisa hasta el final de su vida, “ser constructor” fue una de sus grandes cualidades.

2. Mi relación con Juan Esteban se hizo más cercana luego de que él fuera trasladado a Colón. A partir de ahí, cuando volvía al pago, una visita obligada, pero con mucho afecto, fue pasar por la Iglesia y conversar un par de horas con este hombre provisto de una cultura muy amplia, asentada en lecturas, viajes y sabiduría; además quiero remarcar que tenía una cualidad sobresaliente: y era que su charla me generaba mucho placer por la gran capacidad de adornar la misma con dichos muy entrerrianos y oportunos para el tema que tratábamos.

En una oportunidad, en medio de alguna divagación, le digo: “Juancho, voy a escribir algo que nos involucre a los dos, pero no nuestros lazos de sangre, sino que partiendo de nuestros oficios refleje similitudes y diferencias”. Al final lo hice, pero no alcancé a llevárselo.

Aquí se los dejo: es sólo una pequeña y humilde semblanza sobre nuestra amistad.

Pareceres
A Juan Esteban Rougier:

Con el cura de mi pueblo
tenemos algo en común.

Él se ocupa
de los dolores del alma
que van aquejando a su grey.

Yo de los dolores del cuerpo
que persigo sin cuartel.

Él trajina en el ahora
pensando para el después.

Yo enganchado en el acá
en la dura vida terrenal.

Ambos creemos
en la palabra empeñada
en los gestos del afecto
que no sobra y aproxima.

En la mano bien tendida
en el abrazo sincero
que expulsa sin atenuantes
prejuicios o enemistad.

Y nos gusta,
soñar despiertos,
trabajar día tras día
sin pedir alivianadas
ni tampoco
algún descuento.

Para terminar esta historia
en algo nos parecemos
en otras somos distintos
y somos del mismo palo
escanciando un buen Malbec.
Sobre Cipriano Eduardo Rougier
Nació en Villa Elisa, Departamento Colón, provincia de Entre Ríos. En 1962 se graduó como maestro normal nacional. En 1970 egresó de la Universidad Nacional de Córdoba con el título de médico cirujano.

Es especialista en pediatría y neonatología y profesor asociado a la cátedra de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Córdoba.

Ejerció su profesión en el Hospital de Niños de la Santísima Trinidad de Córdoba.

Actualmente continúa su labor como pediatra en la Clínica Universitaria Reina Fabiola de Córdoba.

Publicó dos libros de poemas: “Ese viento loco” (Biografía de una nostalgia) y “Corazón porfiado” (Porque olvidar no quiere).
Fuente: El Entre Ríos

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