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No se trató de vidas paralelas sino de situaciones paralelas

Vidas paralelas es una famosa obra de Plutarco, leída con fruición por los humanistas del Renacimiento, sobre todo al buscar modelos de héroes virtuosos, en la antigüedad grecolatina.

Por Rocinante

En tanto la finalidad de Plutarco consistía en extraer, en cada caso, el carácter moral del personaje, antes que la narración de los acontecimientos políticos de la época. De ahí el tratamiento exhaustivo sobre la educación y natural disposición del personaje, y el relato de gran número de anécdotas, calculado para revelar la idiosincrasia y manera de actuar de los mismos.

En tanto las situaciones paralelas a las que nos referimos, tienen que ver con casos particulares de vidas que con similares características se dan de manera casi simultánea.

Se trata de situaciones tal como las que vivieron, cada uno por separado, Richard Nixon y Spiro Agnew, que conformaron en los Estados Unidos la fórmula presidencial con la que llegaron al poder en 1969, para ejercer esas funciones respectivamente, durante cuatro años como Presidente y Vicepresidente, sin que ninguno de los dos pudiese concluir su mandato.

Ello, por las circunstancias que paso a relatar, las que si bien son conocidas, han podido irse esfumando en el más de medio siglo transcurrido desde entonces.

La figura de Richard Nixon, se la asocia de una manera casi inevitable con el escándalo de Watergate. Se trató éste de una enorme conmoción política que tuvo lugar en Estados Unidos a principios de la década de 1970 a raíz de un robo de documentos en el complejo de oficinas Watergate de Washington D. C., sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos, un suceso (empezó con la detención de cinco hombres por el allanamiento del complejo Watergate del Partido Demócrata el 17 de junio de 1972) que se volvió inmanejable.

Ello como consecuencia del posterior intento de la administración Nixon de encubrir a los responsables, cuando la conspiración se destapó, y el Congreso de los Estados Unidos inició una investigación, y la resistencia de Nixon a colaborar en ella llevó a su renuncia; y a la asunción del cargo por el vicepresidente en ese momento, Gerald Ford; quien a su vez había sido designado para reemplazar a Spiro Agnew, también renunciante a ese cargo en fecha anterior a la de la renuncia de Nixon, en circunstancias que voy a narrar a continuación.

El vicepresidente, Spiro Agnew, que había sido entre otros cargos con anterioridad a convertirse en el 39° de los Estados Unidos, entre ellos la gobernación del Estado de Maryland, comenzó a recorrer el camino que lo llevó a su renuncia en el verano de 1973, cuando fue investigado en relación con acusaciones de extorsión, soborno y violaciones del impuesto sobre la renta relacionadas principalmente con su mandato como gobernador del indicado Estado, que era el suyo natal.

Con Nixon en peligro de juicio político por su papel en el escándalo de Watergate, la administración trató de sacar a Agnew de la línea de sucesión presidencial, y se llevó a cabo una negociación de culpabilidad secreta entre los abogados de Agnew y un juez federal.

Agnew renunció a la vicepresidencia el 10 de octubre de 1973 y compareció en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos en Baltimore el mismo día para reconocer haber omitido declarar una suma de treinta mil dólares, mientras era gobernador de Maryland. Reconociendo que la declaración equivalía a una condena por delito grave, además declaró que había dimitido en aras del interés nacional. Fue multado con U$S 10,000 y sentenciado a tres años de libertad condicional sin supervisión.

Atento a lo cual, en ambos casos, y sobre todo en el de Nixon, lo decisivo al momento de renunciar no fue su participación en la comisión de un delito sino el haber mentido respecto a una situación que había tomado estado público, y en la que estaba involucrado directamente de una manera principal.
Patrones sociales y normas jurídicas
Frente a lo relatado, la situación que requiere una explicación es el porqué de la sanción primero social y luego jurídica que tienen comportamientos similares a los descriptos en el caso de los Estados Unidos, merecen un tratamiento distinto entre nosotros.

Debo aquí, y antes de seguir adelante, aclarar que si bien ese interrogante me lo ha provocado una secuencia de distintos hechos de esa naturaleza que se han dado entre nosotros incluso de una manera reciente, el propósito que me guía hace abstracción de constituir un juicio de valor sobre esos comportamientos, sino tratar de establecer cuál es la causa de la reacción distinta de la población ante ellos.

A ese respecto, debo comenzar por señalar que las normas jurídicas o leyes, expresado esto último en un sentido amplio, aplicable a este tipo de comportamientos, son en lo fundamental idénticas en las dos sociedades, o sea la americana y la nuestra.

Frente a lo cual la explicación de esa diferenciación en las consecuencias que traen aparejados similares conductas, que fluya fácil y de una manera simplificadora, se la encuentra en el diferente grado de respeto a la ley que existe en ambas. Ya que, entre nosotros, y a medida que avanza el estado de disolución social por el que transitamos, la ley se parece cada vez más a un trozo de papel pintado. Nada que pueda extrañar, ya que eso es lo sucedido con los billetes de nuestra moneda.

Aunque la así formulada debe ser considerada una explicación a medias. Dado el ambiguo respeto a la ley que se da entre nosotros, no es un estado de cosas solo actual, sino que viene de mucho tiempo atrás.

Algo que viene a significar que, en esa tendencia a un respeto a la ley declinante, tiene necesariamente que contar también con una explicación que resulta imprescindible formular.

La que, se me ocurre, se encuentra en la circunstancia que se asiste a un distanciamiento en el contenido de los patrones sociales y de las leyes o normas jurídicas, destinadas a enmarcar nuestro comportamiento. Las cuales no transitan por carriles coincidentes, o paralelos que casi lo son, sino que se ve a ambos carriles alejarse cada vez más uno del otro.

Como consecuencia de lo cual, destaco que según se ha señalado, un patrón social es aquél que nos sirve de referencia para realizar opciones de elección de comportamientos dentro de la sociedad, las cuales dependerán del contexto y, a su vez, de su cultura, sus tradiciones, costumbres, hábitos, creencias, ubicación geográfica y experiencias, para establecer unos modelos de conducta. Mientras que las normas jurídicas sí traen aparejada una consecuencia de carácter coactivo, que le falta a los patrones sociales. Ello sin dejar de destacar su importancia, muchas veces superior a la de las normas legales, en cuanto a su respeto tienen los patrones sociales.

Todo lo dicho, viene a dejar más en claro la sabiduría popular (porque de eso se trata) cuando en alusión a normas a respetar habla de códigos, y se escucha los lamentos que hasta los mafiosos han dejado de tenerlos… A la vez si se tiene en cuenta que se entiende por umbral de tolerancia el punto límite en el que algo deja de ser tolerado o soportado, deberíamos decir que, así como el umbral de tolerancia a las violaciones a la ley es bajo, resulta alto el que tiene que ver con las mentiras y los latrocinios entre nosotros. ¿Quién no ha escuchado decir que el salir a rapiñar es un trabajo?

De donde, de lo que se trata más que de seguir apilando leyes de una manera que también en ese campo lleva a que hablemos de inflación, lo que debemos buscar es elevar la calidad de los patrones sociales vigentes entre nosotros. Ya que ellos son “los códigos” a los que por lo general se atiende mientras nos movemos.
Fuente: El Entre Ríos

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