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¿Alguna vez anhelaste mucho porque llegara determinado momento y una vez que llegó la alegría de este se esfumó más rápido de lo que pudiste apreciarla? Contrario a lo que podrías pensar, no estás solo.

“Adaptación hedónica” es el nombre con el que la psicología se refiere a cómo no suelen durar los efectos de determinados hechos que las personas esperan con mucho entusiasmo como comprarse un auto, casarse, cambiar de trabajo, deshacerse de estos kilos de más e irse de vacaciones, entre otros.

Seguramente más de una vez te pasó que querías que estos hechos se sucedieran y una vez que pasaron el efecto de ellos no duró. Es normal, tendemos a no lograr que la felicidad nos dure. Algunos dicen que esto se debe a nuestra capacidad de acostumbrarnos a estos hechos y que por tanto no los disfrutamos más. El evento en sí produce muchos sentimientos positivos la primera vez que se presentan pero tienden a disminuirse con el paso del tiempo y nos “acostumbramos” a que esto es lo normal. Tu auto nuevo se vuelve parte de vos, tu cuerpo en forma es parte de lo que ya sos, y por tanto nos dejan de producir ese entusiasmo que nos solía provocar al principio.

¿Qué se puede hacer para evitar que esto nos suceda? Algunos recomiendan como medida abstenerse de ellos. Sería un “para no dejar de disfrutar comer un chocolate la clave es no comerlo todos los días, sino deja de ser algo especial, un mimo a nuestro cuerpo”.

Quizás este método no convenza demasiado y uno se incline más por los que recomiendan aprender a apreciar estos hechos. Es decir, detenernos a agradecer por este evento que nos está sucediendo. No te casas todos los días, no te compras un auto todo el tiempo, ni te van a ascender en el trabajo pero tampoco que sean parte de tu rutina los hacen menos valiosos. Saber apreciar esta nueva realidad es importante también. Si no siempre estaremos corriendo tras lo “nuevo” que nos provocará una nueva sensación increíble, sin detenernos nunca.

A su vez es importante que no nos perdamos en una rutina. Para Kennon Sheldon and Sonja Lyubomirsky, autores de “The Challenge of Staying Happier: Testing the Hedonic Adaptation Prevention Model” (El desafío de mantenernos contentos: testeando el modelo de adaptación hedónica preventiva), la clave está en la variedad y la apreciación.
Si haces lo mismo todos los días, la vida se vuelve rutinaria y una comida en familia que es algo que debería generarnos todos los días felicidad puede volverse en algo que no nos provoque este sentimiento. En cambio, si encontramos forma de renovar este evento aunque sea una vez cada tanto, podremos verlo de otra manera.

Igualmente, la apreciación tiene simplemente que ver con ser capaces de ver lo bueno que es lo que tenemos. Un encuentro familiar puede que no lo estemos valorando cuando deberíamos hacerlo: no necesariamente vamos a estar siempre todos juntos, ni vamos a tener siempre la dicha de comer el plato que estamos comiendo hoy. Entender que esto “no se debe dar por sentado” y sentirnos agradecidos por ello es una de las formas para lograr que la felicidad nos dure.

Estos estudios no son nada nuevo, sino de larga data. Siempre escuchamos decir que tenemos que buscar formas de escapar de la rutina, de no malcriarnos demasiado porque si no todo parece como parte de lo normal, y de sentarnos un minuto a disfrutar lo que tenemos, incluso las pequeñas cosas que damos por sentado. Sin embargo es muy difícil hacerlo y por eso es importante recordarlo.

Paremos la pelota. Miremos a nuestro alrededor y apreciemos lo que tenemos. Si no lo hacemos nunca lograremos eso que todos en el fondo buscamos: la felicidad.

¿Y si capaz ya somos felices y no sabemos darnos cuenta? Es algo para pensar. Es algo para aprender a descubrir. No hace falta un gran evento, nuestro día mismo puede ser la clave.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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