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El feminismo es conocido como un movimiento político y social cuyo fin es lograr la igualdad entre los hombres y las mujeres. Conversando con mi familia comprendí que no es un concepto claro para todos los públicos. La otra noche puse sobre la mesa el tema de machismo o feminismo; de manera automática agregue: “yo soy feminista”, a lo que sin dudarlo mi madre me respondió “yo no”.

Por Greta Lang

Me sorprendió, dado que a lo largo de la historia a la mujer se la ha privado de derechos de los que los varones gozaban. Salarios diferenciados, la posibilidad de votar y elegir dirigentes que las representasen, y muchas otras manifestaciones existieron y existen para reflejar las diferencias. Sin embargo, al continuar con la conversación comprendí que tenemos distintos conceptos sobre qué es el feminismo. Ella sostenía que las feministas son aquellas que vemos en las marchas al Obelisco porteño, con su torso descubierto, sus pañuelos verdes o azules, o aquellas que proclaman la superioridad de las mujeres.

El feminismo, o movimiento feminista, no tiene ese fin; por lo contrario, tiene como objetivo la igualdad. Que existan los mismos derechos para todos los géneros. Personalmente soy una gran defensora de los derechos de la mujer, y no por eso me veo representada por activistas como las mencionadas anteriormente. Busco la igualdad a partir de conversaciones como la que tuve con mi familia, en las que comparto mi opinión y, como en este caso lo hice con mi madre, busco explicar que el feminismo no es aquello que vemos en el diario, que en muchas ocasiones es vulgar, y que sin duda ella puede ser feminista sin tener que identificarse con acciones u opiniones con las que no concuerda o que siente que degradan su condición de mujer.

El diálogo me generó cierta sensación de impotencia. Esto se debe a dos razones. En primer lugar, al poco interés que algunas personas le dedican a un tema de semejante importancia, por sobre todo en estos tiempos en los cuales hay gente muy movilizada por el mismo. No lo puedo llamar ignorancia, dado que no es la palabra que estoy buscando, sino más bien desinterés. No hablo únicamente por aquella conversación con mi familia sino con otras personas también, que definen términos por lo que ven, escuchan de otros, o los medios publican, lo cual demuestra el gran impacto que generan las redes sociales, diarios, revistas, opiniones ajenas, sobre una persona, pero eso no viene al caso ahora, será un tema para hablar a futuro. En lugar de informarse por cuenta propia, o averiguar correctamente sobre el tema, dejan que el mundo externo influya y deje cambiar conceptos como este, y acabe por modelar las propias opiniones.

En segundo lugar, me genera enojo el hecho de que por “culpa” de cierto grupo de mujeres, cuya manera de luchar por la igualdad es distinta a la de la mayoría de las mujeres, el feminismo sea un movimiento que en muchos casos genera repudio o desacuerdo entre un gran número de personas. Por eso considero que es muy necesario dejar en claro, cuando se presente la oportunidad, que se puede ser feminista sin sentirse representado e identificado por aquello que se ve en los diarios, y que mis maneras de manifestarme pueden ser totalmente distintas a las de las activistas.

Ser feminista no es un estilo de vida, ni una religión; como se dijo al principio, el feminismo es un movimiento político y social (aunque no puedo negar que existen mujeres que no lo ven únicamente como un movimiento sino, como expliqué, como un estilo de vida) como lo pueden ser tantos otros, pero que a diferencia de esos otros, atañe a la mitad de la población mundial. Continúa una lucha que comenzó hace varias décadas y que, hasta no conseguir la igualdad, no va a frenar. Las feministas lo somos y lo militamos por aquellas que no pudieron votar, por las que no recibieron el mismo salario que sus compañeros varones, por las que ante la justicia se vieron vulnerables o no fueron escuchadas.

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