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La ruta provincial 26 -ignoramos el porqué, para mencionarla, se la designa como “ex”, aunque suponemos que ello nada tiene que ver con el estado calamitoso que exhibía en algunos de sus tramos, por otra parte numerosos, a los que ahora se suma la amenaza cada vez evidente de que la “calamidad” persista y extienda su presencia-, la que siempre ha dado que hablar, por la poca atención que de una manera sistemática se le presta.

Y si decimos que San José esta de parabienes, es que en el tramo que se ubica entre los arroyos Perucho Verna y el “Del Doctor”, se avanza en su “puesta a nuevo”. Ello, en el sentido inverso al que era razonablemente de esperar -algo que no debe a nadie sorprender, dado el empeño que ponen nuestros funcionarios en hacer las cosas al revés de lo razonable-, ya que los trabajos se iniciaron a partir del primero de esos dos arroyos, aunque el segundo de ellos hace tiempo que ha dejado de ser digno de designárselo con ese nombre. Dicho entre paréntesis, porque como lo hemos denunciado hasta el cansancio, teniendo invariablemente el silencio por respuesta. Ya que en puridad se ha convertido en una “cloaca a cielo abierto” que debería ser señalada con ese nombre en los carteles viales respectivos; como forma de mostrar la manera en que despliegan su actividad los “grupos ambientalistas” en la zona.

Pero no es de nada de eso de lo que en la ocasión queremos ocuparnos, sino hacer referencia a un cambio en el “paisaje vial” del lugar -el que hasta ahora mostraba vehículos circulando por las banquinas y no porque cabría entender que era la ruta- al cual nadie, de los que circulan por el sector en reconstrucción, puede haber dejado de observar. Se trata de los montones de pedazos de hormigón del que hace de esto más de siete décadas, en su momento era la ruta original; antes de ser espaciadamente hasta el extremo regada con una mezcla asfáltica, con la que todavía cuenta, aunque maltrecha.

De uno de esos habituales transeúntes, fue una idea que escuchamos, y por considerarla interesante -más allá de que sea posible su concreción- la queremos compartir. De lo que se trataría es de ver en cada trozo de ese hormigón, un potencial “adoquín”, en el que cabría la posibilidad de convertir a aquél; y que la municipalidad sanjosesina, podría utilizar en un “empedrado” de veredas, al momento sin baldosas y en sendas peatonales, todo ello dentro de las varias plantas urbanas, en las que se desperdiga actualmente “La Plaza” originaria. Y hasta, por qué no, en la construcción de badenes en los caminos rurales, en los que tanta falta hacen de ese municipio.

Ignoramos si podemos hablar en este caso de un posible “reciclaje”, en tiempos que la reutilización de todo lo desechable avanza ante la creciente conciencia de que todos los bienes -inclusive el agua, el aire y hasta la temperatura ambiente- son escasos.
Fuente: El Entre Ríos

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