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Habitualmente se describen las posiciones políticas de Rosas como un federal autoritario. Es frecuente que quienes incursionan en la historia argentina, sobre todo desde posiciones urquicistas, cuestionen el federalismo de Rosas, e incluso lo describan con posiciones unitarias, para enojo del rosismo actual, abundante en las filas del peronismo y en sectores del nacionalismo.

Leandro N. Marcó

¿Federal o unitario encubierto? El mismo don Juan Manuel se encarga de aclarar por escrito este dilema. En unos apuntes que envía al General Tomás Guido dice ser “unitario por principios, pero la experiencia me ha hecho conocer que es imposible adoptar en el día tal sistema porque en las provincias lo contradicen y las masas en general lo detestan, pues al fin solo es mudar de nombre”.

Esta afirmación cobra mayor importancia si se tiene en cuenta que a Rosas desde joven le interesaba la Ciencia Política y algunos de sus escritos reflejan las lecturas de varios autores, principalmente Gaspard de Réal de Curban (Science du gouvernement). Su posición es claramente reaccionaria (en el sentido de contradecir los postulados de la Revolución Francesa), mostrándose partidario del absolutismo monárquico (claramente unitario). Citando a Aristóteles, Curban menciona que “el respeto al orden implica deberes inviolables, y nosotros incurrimos en mayor o menor crimen según sea el grado en que faltemos al cumplimiento de este orden…” “el buen ciudadano es el hombre de orden, que cumple los deberes de su Estado”. “A nadie le es permitido perturbar la forma de gobierno que ha sido establecida y se deben sufrir con paciencia los abusos de la autoridad soberana, cuando no se pueden impedir por las vías legítimas… pues como los hombres están siempre en conmoción, si una vez establecida una forma de gobierno pudiera ser cambiada a voluntad de los súbditos, resultaría que no habría gobierno”.

Curban, el autor predilecto del Restaurador, afirma que “la unidad es el primer principio del gobierno” y que en el caso de Estados compuestos, los gobiernos de cada Estado solo delegan en un mismo rey los asuntos de paz y guerra, describiendo los ejemplos de una Confederación.

Arturo Sampay dice, refiriéndose a las ideas políticas de Rosas: “Su pensamiento político reaccionario está caracterizado por el hecho de estimar el pasado prerrevolucionario de la Argentina como Estado óptimo, pues cree, con Cicerón, que las instituciones antiguas son buenas por lo mismo que son antiguas”.

El populismo de Rosas, que consigue el apoyo de las clases bajas rurales y urbanas, fue el resultado, según él mismo lo explica, de una trabajada mimetización: “Y me propuse conseguir esa influencia a toda costa; para esto fue preciso hacerme gaucho como ellos, hablar como ellos y hacer cuanto ellos hacían; protegerlos, cuidar de sus intereses, en fin, no ahorrar trabajo ni medios para adquirir más su concepto”. Para mí, dice Rosas: “El ideal de gobierno es el autócrata paternal, inteligente, desinteresado e infatigable, enérgico y resuelto a hacer la felicidad de su pueblo”.

Juan Manuel de Rosas fue unitario por fundada convicción y se hacía nombrar federal como estrategia para consolidar su liderazgo. Era autoritario y reaccionario por fundada convicción y la postergación de la Organización Nacional respondía a evitar la estructuración de una República liberal y federal. Su enfrentamiento con los unitarios estaba motivado por esta última cuestión, y las autonomías provinciales le interesaban en cuanto protegía al gobierno porteño de una eventual federalización del puerto y la Aduana.

Cuando Urquiza lo destrona en Caseros no traiciona al federalismo sino que lo hace posible (por lo menos en los textos constitucionales), y posiciona a la Confederación entre las naciones que en el Siglo XIX avanzaban hacia el progreso político, económico y social.

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