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El puerto de Bs. As., un
El puerto de Bs. As., un "embudo reversible"
El puerto de Bs. As., un
En los refranes, nos encontramos con una condensación o extracto, de aquello que es conocido como sabiduría popular. Sabiduría que al expresarse en ellos no deja de mostrar contradicciones -por lo menos en lo que hace a su enunciado literal. Una situación que queda claramente exhibida en el desajuste que se da entra aquella máxima que viene a advertir que al que madruga Dios lo ayuda, con aquella otra que la objeta, al afirmar que no por mucho madrugar amanece más temprano. O aquel caso el otro, en que por una parte escuchamos decir que sobre gustos no hay nada escrito, enunciado que se ve rechazado en forma contundente cuando se afirma que hay gustos que merecen palos.

Por Rocinante

Dentro del mismo contexto aparecen otras, como la que utilizo para titular este apartado que si bien se las entiende, es dable encontrar en ella mayor profundidad. Es que es eso precisamente lo que parece hacerse presente al afirmar que el que las hace las paga, sin olvidar lo que cabría considerar su complemento contenido en otro refrán menos conocido, que señala que el que paga descansa.

Ya que detrás del contenido del primero de ellos, está presente no solo la convicción de que los actos perversos traen como consecuencia, y hasta como una suerte de compensación esperable y aceptada al menos a regañadientes, un resarcimiento al que da origen a una deuda que debe ser pagada, sino que ello de una manera que no siempre es consciente se sustenta en la creencia de un ser trascendente que actúa como Justiciero, distribuyendo permanentemente ( habría hasta que decir, que eternamente) castigos y premios, que es como algunos conciben a Dios. Al traerlo aquí, pienso en la manera en que algunos ven a la idea que de Aquel se hacían en los tiempos profundos de la historia los hebreos, cuando si bien lo concebían como lento en el enojo, no por eso habrían de dejar de considerarlo como un Dios justiciero y hasta vengativo.

Manera de concebir a Dios que asistió a una dulcificación creciente con el cristianismo (al menos en alguna de sus vertientes) al hablar de Él como misericordioso, e inclusive llegar a mentarlo como un Padre Bueno, y vendría a dar una explicación profunda al segundo refrán mencionado, cuando señala que el que paga descansa.

Es que el descanso al que se alude, cabe entenderlo como que toda reparación no es completa hasta que se obtiene el perdón, y que la obtención posible es lo que trae aparejado el alivio, que también es la salvación.

Pero de esta manera me estoy metiendo en honduras en las que no solo me siento incapaz de manejar, sino que tienen una relación tan solo sesgada, con el núcleo de esta nota, más de tener presente una inquietante estrofilla que he encontrado impresa en las páginas de esta publicación y que alude al hecho que vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, Dios ayuda a los malos, cuando son más que los buenos.

Es que de seguir en esa línea, no haría otra cosa que enterrarme en un pantano que tiene que ver con el papel que Dios juega en la historia, el que para los que descreen en Él no puede ser otra cosa que ninguno, y que para los hombres de fe es inescrutable, ya que así enseñan los libros sagrados que son sus designios.

Por lo mismo que es así, las consideraciones precedentes, si bien no las cabe considerar ociosa, solo pueden servir de telón de fondo a circunstancias de carácter socio/político/económico amén de ideológico, o sea que nada tienen que ver con la cuestión de una justicia trascendente o divina, al menos en apariencia; pero en las cuales surgen en forma clara que en las historia, aunque más sea por causas en apariencia al menos azarosas, se pasan facturas, que muchas veces se vienen a pagar a largo término, ya que no lo hacen quienes cometieron las acciones que generan las deudas, sino que las terminan pagando otras generaciones posteriores a los que aquellos que las contrajeron, pero que tienen que pagar sus consecuencias.
África como objeto de presa, y el Cercano Oriente como algo parecido
El continente africano, sobre todo su franja central, ha sido a lo largo de la historia, una suerte de gran almacén en el cual a lo largo de siglos las potencias coloniales europeas se proveyeron, y aún lo hacen aunque en menor medida, de toda clase de mercaderías, en las que se debe incluir a los propios africanos, dado que como es sabido al esclavizarlos, no solo se los desarraigaba sino que eran tratados como tales. A lo que debe agregarse la explotación que en su beneficio han hecho de sus recursos naturales, especialmente los minerales.

Una situación que no se modificó con el proceso de descolonización que se vivió allí en las últimas décadas del siglo pasado, ya que las administraciones coloniales fueron reemplazadas por lo general por grupos de anticolonialistas vernáculos que se decían nacionalistas progresistas, que conformaban oligarquías, sostenida por políticos clasistas, que mantenían hambreada a la mayoría de la población, mientras acumulaban riquezas incontables.

La consolidación de lo que se caracteriza genéricamente como subdesarrollo, a lo que se agrega el fenómeno migratorio masivo, ha sido la consecuencia de ese estado de cosas, que no solo golpea a los propios africanos, sino que está desequilibrando el mundo. Se debe agregar que una situación similar se da en lo que en un momento se conoció como el Cercano Oriente, dividido como fue por las potencias coloniales, en diversos estados como si se tratara de lotes, tal el caso de Siria, Irak y Palestina, aunque la lista se puede alargar más todavía.

Es por eso que no deben extrañar recientes reflexiones de un economista, quien en una nota periodística sostiene que es necesario que Europa efectúe un pacto multilateral con África, para regular la migración desde ese Continente, o sea antes de que se la vea echarse a andar hacia el Mediterráneo, sobre todos si se tiene encuentra, haciendo abstracción de otros factores importantes que también existen, que allí se asiste a una combinación explosiva cual es el crecimiento demográfico más rápido y la caída de los ingresos, de por si bajos en los sectores más pobres de la población.

Agregando que hacen falta muchas más inversiones europeas en cosas tangibles, no en conferencias. En lugar de quejarse sobre la iniciativa china de la Franja y Ruta de la Seda, Europa debería imitarlas, y si desea contrarrestar la influencia de China, invertir también dinero para hacer más amigos en África.

Luego de lo cual, alude a la necesidad, remarcable por su importancia, de políticas mucho más proactivas dentro de la Iniciativa Mediterránea, y renunciar al uso de la fuerza en la región, igual que se ha renunciado a ellas dentro de la Unión Europea.

Esto último es ya doblemente remarcable, ya que no puede pasarse por alto que las guerras desatadas en la región, como es el caso de Libia y los países del Cercano Oriente, de las cuales los países occidentales han sido uno de los principales protagonistas, es un factor que también explica en gran parte el fenómeno aludido de la emigración masiva desde esos países hacia Europa.

De esa manera, nos encontramos ante una proyección práctica de como por circunstancias azarosas, se adoptaron políticas erróneas y hasta condenables por parte de algunos países europeos, sin medir y por lo mismo prever sus consecuencia, y se asiste a esta altura del proceso histórico, una situación a la que se le puede aplicar la regla predictiva del que las hace las paga.
¿Y por casa cómo andamos?
Las características geográficas del núcleo duro de nuestra joven nación, en especial las de sus fronteras, condicionó de una forma clara lo que llegamos a ser.

A ese momento, y en forma sucesiva, se asistió al desmembramiento de lo que fuera el Virreinato del Río de la Plata, con el apartamiento sucesivo del Paraguay, de la Banda Oriental, ahora más conocido como el Uruguay que nuestro oriente, y el Alto Perú, convertida en estado independiente como Bolivia. El territorio de la Patagonia no contaba en ese dibujo original, dado que si bien sobre él podríamos invocar el derecho a la posesión, que heredamos de España, la posesión efectiva era de diversos pueblos indios, distintos de aquellos que hoy se han reciclado como pueblos originarios.

He aludido a las fronteras. La del oeste, conformada por la Cordillera de los Andes aparecía más como un muro infranqueable que como un espacio abierto y franqueable. Al norte, -si bien la situación era distinta- apenas se daba la existencia de mercados, con los que se diera la posibilidad de un intercambio, capaz de asegurar el desarrollo. De esa manera, desde el vamos el puerto, designación eufemística de Buenos Aires, se constituyó en una especie de embudo reversible, ya que utilizaba tanto como un puerta de entrada como de salida de los intercambios. Y que cobraba peaje por su utilización, o sea derechos aduaneros que en su totalidad quedaban en su caja. Algo que explica que Rosas, gobernador porteño con pretensiones fallidas de serlo vitalicio, era a la vez un unitario en los hechos que pasaba por ser el máximo icono federal, y en este país de las contradicciones, esa situación es posible para muchos -que inclusive pueden ser mayoría- lo siguen siendo.

De allí que en base a esa visión histórico/geográfica harto simplificada, que inclusive cabe considerar simplista de nuestros orígenes cabría conjeturar que queda explicada en gran medida la historia de nuestra nación, con el dominio del puerto y el resto más o menos sojuzgado, aunque esa no sea quizás la palabra exacta a utilizar.

Explicación que sirve para destacar hasta qué punto el interior se ha cobrado la deuda (una forma de decir que el que las hace las paga) ya que lo ha hecho con creces asfixiando al puerto, llenándolo con emigrantes, lo que en la actualidad se conoce como el conurbano. A lo que se suman cantidad grande de paraguayos y bolivianos, hijos de territorios desmembrados. Sin hablar de los orientales cada vez más devenidos en uruguayos, que de ser con nosotros un solo país, hubieran servido como factor de equilibrio, en cuanto contrapeso balanceador de Buenos Aires.
La lección a extraer de todo lo anterior
Cualquier análisis del pasado, útil para diagnosticar nuestra realidad presente y a la vez para fijar metas en acción en miras al futuro, nos da la impresión de estar trabajando con una cebolla o un alcaucil al que nunca se les termina se despojar de sus sucesivos aros y hojas. Con lo que se viene a decir tanto de la complejidad y la relatividad de todos los diagnósticos.

Al final de lo cual siempre encontramos al hombre de carne y hueso, con sus virtudes y defectos. De lo que se trata entonces siempre es de encontrar la manera de vivificar y acrecentar las primeras y de apocar las últimas. Empresa que de cualquier forma será siempre incompleta. Ya que se da una tendencia en apariencia invencible del hombre, por la presencia en el de vicios varios, que en realidad convergen en uno solo, cual es el sentirse dioses, en mayor o menor medida, que es una tentación difícil de abatir.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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