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Tarde fría, húmeda y brumosa; era ya casi de noche aquel lunes 11 de abril de la Semana Santa de 1870. La hija de Justo José tocaba el piano, cuando el palacio se vio abruptamente alterado por el asalto de un grupo de soldados a caballo gritando “¡Muera el Traidor de Urquiza!” y “¡Viva López Jordán!”. Exaltados en sus marañas, irrumpieron a través del viejo portón de atrás de la residencia de San José, con ansias de sangre y horror.

Por el Profesor Paulo Tisocco

Entre la turba se encontraban raros personajes como el cordobés Simón Luengo, el capitán Ángel Álvarez, el correntino Robustiano Vera, el teniente Agustín Minuet, el Ambrosio Luna, el capitán José María Mosqueira, de Gualeguaychú, y el convicto uruguayo Nico Coronel (quien ensartó fríamente el puñal en el pecho de Justo José).

El asesinato orquestado por Ricardo López Jordán (hijo) eliminaba de manera física a Urquiza, pero iniciaba así una serie de rebeliones que marcarán el fin del caudillismo de montoneras en la región.

Relatan los historiadores que todo fue orquestado en una previa reunión que tuvo lugar pocos días antes en la estancia de López Jordán, en Arroyo Grande, muy cerca de la actual ciudad de San Salvador. En esa reunión se fijó cronométricamente que el mismo día, y a la misma hora, en que era muerto Urquiza, también debían ser masacrados dos de sus hijos en Concordia.

Relatan que primero fue el coronel Waldino de Urquiza, quien era el “Comandante de las Milicias” del departamento Concordia, siendo tomado prisionero en su propia casa, que quedaba donde actualmente está el Hotel Colón, y fue arrojado sobre un caballo, y fue conducido al cementerio viejo (de calle Humberto Primo)… y ahí fue lanceado con saña.

Su cadáver fue abandonado en el lugar, colgado sobre uno de sus muros, y sepultado días después en completo silencio y sin ningún tipo de ceremonia. El miedo y la desazón se apoderaron de toda la ciudad y de toda la provincia.

El otro hijo, el coronel Justo Carmelo de Urquiza, “Jefe Político de Concordia”, también en aquella tarde-noche, estaba en el Hotel del uruguayo Aberasturi (Calle Entre Ríos 528). Se cuenta que se encontraba jugando a las cartas con Mariano Querencio y sus “amigos”, y murió tras forcejeos siendo apuñalado en el pecho en ese mismo lugar.

Relatan las crónicas de época que su cuerpo fue puesto en una bolsa y atado a la cola de un caballo arrastrado por las calles de la ciudad y finalmente abandonado en un bañado cerca del arroyo Yuquerí, en el Paso de la Barca, (en proximidades del Puente Alvear) donde algunos meses después fue encontrado en franca descomposición y despedazado por los animales del monte.

Ya abiertamente en contra de su padrino político, López Jordán se alzó en rebelión y desató las terribles consecuencias de una represión feroz y sangrienta por parte del Gobierno Nacional, donde Concordia no fue ajena. Hubo entonces ajusticiamientos en Plaza 25 de Mayo.

Luego, entre sangre, batallas y purgas, los errores condujeron a la derrota jordanista en Ñaembé, Corrientes, en 1871, y después a los fracasados alzamientos de 1873 y 1876. Debemos recordar el baño de sangre que fue la provincia de Entre Ríos desde principios del Siglo XIX, y las posteriores guerras civiles. Agotada su población luego de estos levantamientos, Entre Ríos perderá su preeminencia en el concierto de las demás provincias pero se resolverá en otra etapa que será la de su repoblamiento con las diferentes corrientes inmigratorias y el auge e impulso de sus colonias agrícolas.

Al momento de su asesinato, Justo José de Urquiza era una figura sin duda de gravitación política a nivel nacional, que tenía en su nómina el haber liquidado la dictadura de Rosas. La sanción de la Constitución de 1853 que aún nos rige. La Educación Pública, la cual fue otro acierto de su acción de gobierno. Y el principio del ordenamiento económico y desarrollo proto industrial de la provincia.

En su deuda… lo acusaban de retirarse en Pavón y de “haberse entregado a los porteños”, de no intervenir en el bombardeo contra Paysandú, ni en la Guerra contra el Paraguay, y dejar actuar a Mitre en su represión por el interior de las provincias federales, entre tantas otras cosas.

Después del triple crimen hace 150 años atrás, Entre Ríos tuvo que ser sangrientamente intervenida por el gobierno nacional para acabar con el alzamiento… La obscuridad de aquel 11 de abril, preanunciaba todo lo que vino después. Fue al atardecer de una fría, húmeda y brumosa noche de Semana Santa, en el Palacio San José… y también en Concordia.

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