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Acaban de conocerse los nuevos montos en las tarifas de peajes a abonar por la circulación a través de los puentes internacionales construidos sobre el río Uruguay. Se trata de una circunstancia que nos obliga a insistir en un viejo reclamo nuestro sobre el tema. Que parte de la base que tanto en el caso de Concordia como en el de Colón “la vecindad” es notoria con Salto y Paysandú, respectivamente; mientras que en el caso de Gualeguaychú y Fray Bentos, la aplicación de esa característica resulta discutible, aunque de cualquier manera se las debe incluir en esa categoría, como una manera de hacer más fuerte un reclamo vinculado con el cobro de esa tasa, y en menor medida, como forma de compensar los invocados daños ambientales, consecuencia de la instalación de una pastera en la zona.

El reclamo reiterado, y ahora actualizado, al que hacemos referencia, tiene que ver con la importancia que asignamos –y es nuestra convicción que la tiene- a la eliminación del pago de peaje a los vecinos de esas localidades y sus zonas de influencia. Un reclamo que se justifica por sí solo, sin necesidad de desplegar argumento alguno en su apoyo, si se tiene en cuenta que el cobro de peaje para esa categoría de usuarios viene a conspirar contra una integración estrecha entre los vecinos de esas ciudades que los puentes deberían hermanar de verdad. Algo que no ocurre en la actualidad donde, de una manera preponderante su utilización por los vecinos tiene que ver con la compraventa al menudeo de mercaderías destinadas al consumo familiar, y excepcionalmente a la utilización de servicios profesionales, sobre todo en el ámbito de la salud.

Mientras tanto, el solo hecho de que en la actualidad se establezca una tarifa diferencial para el “tránsito vecinal”, nos está diciendo a las claras de la razonabilidad de la postura que esgrimimos. Es más, en estas épocas de “desdoblamientos” en los valores que en nuestro país se asignan en materia de moneda extranjera y de tarifas, y teniendo en cuenta que en algunos casos las “áreas de vecindad” se extienden a más de 50 kilómetros de la cabecera de los puentes, se podría desdoblar dicha área dividiéndola en dos, la primera que coincide con los municipios vecinos a los puentes, en cuyo caso los vecinos quedan eximidos del pago de peaje, y la otra, en la cual se seguiría aplicando la tarifa diferencial.

Advertimos que este planteo de efectúa con una ignorancia total acerca de los equilibrios o desequilibrios que la CARU presenta en su gestión. También debe considerar la incidencia que una medida como la propuesta tendría sobre sus finanzas. Pero se nos ocurre que, de significar un desequilibrio en sus cuentas, la cuestión pasaría por ver hasta qué punto se podría restablecer la situación de equilibrio con un mínimo incremento en el monto del peaje ordinario.

A su vez, lo expuesto se explica no sólo por el significativo incremento de la circulación post-pandemia por esos puentes –ahora acrecentada por las diferencias del valor de nuestra moneda con la de nuestro país hermano, una cuestión que es tanto interés del mismo como del nuestro, darle una solución equitativa por lo razonable- sino teniendo en cuenta el valor intangible que representaría el lograr una integración lo más completa posible, tanto en materia social, como deportiva y cultural entre las comunidades ribereñas vecinas.
Fuente: El Entre Ríos

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