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Nunca se me va a ocurrir, ni por asomo, ocuparme de cuestiones de sexo travestidas en cuestiones de género. No es que el tema me desagrade, aunque debo confesar que aún lo tomo con pinzas, pero cuando amago zambullirme en él, apenas lo pienso, se me hace un lío tan grande en la cabeza, que viene a paralizarme el embrollo.

Situación que la verdad sea dicha me costó confesarla, ya que no sé por qué me da la sensación que estoy abriendo mi cabeza, para que todos se metan en mi intimidad. Algo que a su vez me hace sentir desnudo, mucho más que si estuviera con todo mi cuerpo al aire.

Ocurrencias que en realidad están demás y se vuelven innecesarias, ya que a lo que quería hacer referencia es a toda la alharaca que se ha armado porque en un club de fútbol del sur del conurbano ha resultado elegida presidenta una mujer, que para colmo de suerte es obstetra. Y si digo que es una serte mayúscula eso es porque nadie más indicado que alguien de esa profesión para hacerle “alumbrar” un campeonato de la primera de la AFA para su equipo, que bien que le vendría.

Por otra parte, ¿qué tiene de extraño, o peor de malo, que una partera presida un club de fútbol? Si está el mundo lleno de mujeres, lo que por otra parte es lo que se debió desde siempre haber admitido, que ocupan cargos mucho más importantes que ese, inclusive el de presidentas que se creen reinas, o el de reinas que ponen cuidado en que no se piense que gobiernan, y la cosa se la tome como la más natural del mundo (¡!).

Mucho más importantes son otras cuestiones afines. Como recordar el empeño del que tuvieron que dar muestra las mujeres para que se les reconozca el derecho de trabajar en los hipódromos de jockey, o mejor o peor dicho, ahora nunca se sabe de jocketas… O para que ellas hagan de árbitros en partidos jugados entre dos equipos de varones.

Y sobre todo, algo que pasó hace poco y que es una prueba de que a la mujer se la sigue discriminando, ya que a una de ellas se le prohibió integrar un equipo de fútbol para jugar en el campeonato de una liga.

Una discriminación como digo. Eso que los varones y las mujeres tengan que competir en todo tipo de deportes cada cual por su lado. Los varones con los varones y las mujeres con las mujeres.

Y no se vengan con el argumento de la diferencia de potencial físico entre los unos y los otros, porque con ese criterio a la hora de jugar al básquet habría que formar equipos diferentes: los jugadores de distintas alturas, que competirían en torneos separados.

En fin, parece que no se supiera que ahora los varones pueden casarse con varones y las mujeres con mujeres, aparte de que, como ha sido siempre, los varones se casen con mujeres. ¿No podría darse y reconocerse una “orientación deportiva unificada” que vaya más allá de la diferencia de sexos o de géneros, para acabar así con todas las discriminaciones?

Algo que por lo demás se ha dado ya en el ámbito de la política y del gobierno, donde a estar a los dichos de Discepolín, “los inmorales nos han -¿a quiénes?- igualao”.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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