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Leí en el pasillo de la escuela donde trabajo: “El camino correcto puede ser difícil de seguir pero es el que te hará crecer como ser humano”. En días como los actuales, en modo absolutamente celeste y blanco, parece la frase más atinada para describir a la selección argentina.

No fue fácil reponerse de una derrota absurda, impensada. Lo difícil no fue irse a descansar después de caer ante Arabia Saudita. No importó tanto lo que pasó sino lo que prosiguió. Desde aquel debut en adelante, los dirigidos por Lionel Scaloni jugaron sucesivamente 5 finales (si perdían se volvían a casa desde el 2-0 ante México en adelante).

Sí, tomaron el camino difícil. ¡Y ESTAMOS EN LA FINAL DEL MUNDIAL DE FÚTBOL! Mayúscula victoria, de por medio, consiguió este martes 13 la Argentina. A los que les gustan las frases populares, desde este día de 2022 se añadió: “Martes 13, no te cases, no te embarques, de tu casa te apartes ni juegues contra Argentina”.

Croacia empezó mejor. Tenía la posesión de la pelota, sin intimidar pero sumaba confianza desde el dominio. Se notó eso cuando los argentinos corrían detrás de sus rivales sin alcanzarlos. El sofocón pasó, claro que pasó porque los de celeste y blanco tienen una fortaleza mental enorme. Convicción.

Llegó la primera opción, Enzo (que ya había pateado desde afuera) metió una daga al centro de la defensa más sólida del Mundial y Julián quedó sólo. Penal y lo demás es repetido: Messi pateó, la red se infló de gol y todo un país celebró. Ni respirar de alivio pudimos que llegó el segundo, tras memorable corrida de Álvarez que posiblemente aún continúe corriendo mientras escribo estas líneas. Por poco perforó hasta la red, la tribuna y todo lo que se pusiera en su camino.

Y en el partido más importante hasta la fecha, pudimos disfrutar. Si hasta Messi sonreía cuando lo mostraban, si hasta Pablo Aimar cambió su cara hiperventilada por una sonrisa de oreja a oreja que ocultaba con sus manos porque los excesos nunca fueron lo suyo.

El tercer gol, ante el defensor revelación de Qatar 2022 (apenas 20 años), de la selección que venía de eliminar al pentacampeón Brasil y es el vigente subcampeón mundial, es indescriptible. Asombrosa gesta de Messi, que hizo lo que quiso en 20 segundos. Lo superó a Gvardiol, lo volvió a esperar como dándole opciones, una revancha que el croata nunca encontró y entonces lo siguió invitando a un baile donde en verdad la pareja del 10 fue el 9 que con toque sutil lo empujó al gol.

Genio ha sido siempre el rosarino, está claro desde que debutó sin sonrojarse en el Barcelona. Líder fue construyéndose gracias a una selección que, ante todo, es un equipo (desde el utilero al cuerpo técnico y desde el último suplente al más titular de todos). El camino difícil pero más exitoso posible ha transitado rumbo a este 18 de diciembre.

Vale celebrar, vale disfrutar y volver a verlo. Pocas veces, quizás nunca, se clasifica a la final casi sin sufrir. En equipo, convencidos del plan elegido y con alegría es posible. Como escribió Ignacio Chans en “El Observador” de Montevideo: “Argentina merece la copa como país. Porque,si se uniera como Messi une al equipo, serían imparables”.

Crecen ellos, crecemos nosotros, en unidad. ¡VAMOS ARGENTINA!




Columna publicada en la web: 3200.ar
Fuente: 3200 El Código del Deporte.

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