Oportunamente, desde esta misma columna propusimos que, siguiendo el ejemplo de la decisión adoptada y puesta en práctica por la Municipalidad de Paraná, se procediera a eliminar esos afloramientos pedregosos y sus trozos desperdigados sobre el terreno, que ha desnudado la bajante del río; haciendo lo mismo con todo tipo de basuras que se observan en sus costas y en los arroyos, algunos de los cuales al menos en parte, muestran su cauce seco.
Se nos ocurre que resulta oportuno insistir en una sugerencia, que nos parece razonable, y realizable a un costo mínimo. Por supuesto que esa sugerencia no incluye a los afloramientos pétreos de la desembocadura del Arroyo de la Leche, una estribación de las formaciones geológicas que en el Uruguay constituyen el macizo de Brasilia.
Aunque no estaría demás, algo que no resulta fácil ni barato, buscar la manera de poder volver a mostrar, aunque sea en parte, “las piedras coloradas”, hace mucho tiempo visibles de una manera que valorizaban al paisaje, y que ahora están ocultas por una montaña de arena.
