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Existen no solo muchas formas de morirse, sino también de matarse. Así es como las cosas más inimaginables o los comportamientos menos sospechosos pueden ser causa de muerte.

Por Benicio Faenas

Sabemos que la corrupción mata. Aunque no necesariamente a los corruptos, sino también a un número mucho más grande de personas, entre las que ocupan un triste lugar los chicos desnutridos.

También que lo hace el tabaco. Algo que al saberlo, me dio un día un ataque de egoísta enojo, ya que en mi caso no he encendido un cigarrillo en toda mi vida, pero pertenezco a la categoría de fumador pasivo.

Pero es a la gordura que quiero referirme. Porque los gordos no solo mueren como todos, sino que los kilos de más, que muchos pretenden ostentar con orgullosa gallardía, aceleran la llegada de ese momento. Algo explicable, pero también inexplicable. Porque nos movemos entre gordos que son una multitud, a la vez que nos empeñamos en cebar a los más chicos como si fueran lechoncitos. Mientras se hace presente la paradoja señalada, que en medio de todo ello mueren chicos por falta de comida.

Parece que en La Pampa se ha dado un puntapié modesto, pero mínima patada al fin, contra la gordura. Ya que el gobierno pampeano no quiere policías gordos, y no solo su peso en kilos va a quedar asentado en su legajo personal, sino que tendrán que visitar a un nutricionista de la fuerza, como el primer paso para ponerse en forma. Y de no lograrlo en dos años, se les sacará la tarjeta roja, o sea, para decirlo de una manera más formal es “la baja” la que los espera.

Termino con una pregunta descolgada. Cuando al hablar de sindicatos o sindicalistas se habla de “gordos” ¿se hace referencia a los kilos de esos dirigentes o a “otra cosa”? Porqué a muchos de ellos los vemos ponerse flacos a medida que envejecen, pero se los sigue mencionando como tales.

Benicio Faenas
Fuente: El Entre Ríos (Edición Impresa)

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