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Alberto y su analogía del oso que hiberna han iniciado este necesario intercambio de ideas

Más temprano esta semana, en una entrevista concedida al diario La Voz, y consultado acerca de los efectos de la cuarentena, la reflexión del presidente Alberto Fernández fue la siguiente: "La cuarentena es lo que les sucede a los osos que hibernan todo el invierno; cuando salen, el mundo está tal cual lo dejaron antes de hibernar". Una frase más propia de un comentarista que de protagonista, Alberto dejó entrever así su convencimiento respecto de lo aparentemente inofensivo que resulta cerrar un país por varias semanas o meses.

Es que posiblemente a Alberto no lo ayuda haber pasado gran parte de su vida profesional como empleado o funcionario público. Uno ahí tiene estabilidad, cobra siempre -alguna vez tal vez tarde-, y puede hibernar por largo tiempo sin que medien consecuencias mayores. Alberto no tiene experiencia pagando sueldos o haciendo malabares para que su empresa o emprendimiento no colapsen y eso está bien claro, ahí a la vista de todos. No solo por el comentario, sino por este empecinamiento en extender indefinidamente la cuarentena, aun cuando el objetivo inicial, que era aplanar la curva de contagios y no colapsar el sistema de salud fue más que logrado.

Así es como estamos entonces. Con un sector privado, motor de la economía, sin capacidad de seguir pagando sueldos en su totalidad, resistiendo despedir gente pero cada vez más obligado a suspender personal y definitivamente a bajar salarios. Mientras tanto, los sindicatos, aunque no les guste, están obligados a aceptar sin pataleo lo inevitable considerando el colapso - no cabe otra palabra- que vive la economía. Si hasta hace dos semanas se preveía un crecimiento negativo de poco más del 5% para este año, hoy ya se está viendo como viable la posibilidad de que el producto bruto argentino se contraiga hasta un 10%. Nada menos.

“Al contrario de lo que piensa Alberto, bajar los sueldos de la política no es un acto de populismo sino uno de racionalidad, y nunca es tarde recuperarla”

Lo que nos lleva a ocuparnos de los sueldos del sector público. Hoy la capacidad de generar ingresos por parte del estado está muy disminuida, y la emisión monetaria es la principal fuente de financiamiento. Mientras Alberto habla de que es de populista bajar los sueldos de la política, un ajuste en los distintos niveles del escalafón aparece como una media lógica y totalmente atinada. Suenan loables los esfuerzos de los funcionarios políticos de Entre Ríos, con una reducción del 50% de su sueldo en Abril, de los de Córdoba, que se han reducido el sueldo en un 45%, o la donación -incorrecta por cierto y que debería ser reducción lisa y llana- del 25%de sus sueldos de los funcionarios de mayor rango en la ciudad de Buenos Aires. Pero no alcanza.

Veamos el caso de Entre Ríos. Como ya lo comentamos alguna vez el promedio del sueldo del empleado público es superior – y en los casos de los sueldos mayores como los de la justicia mucho más aun- al de un empleado promedio del sector privado. Por definición, y sin que nadie pueda ofenderse, la productividad de un empleado promedio del sector público es más baja que la del privado y eso debería verse en el nivel de ingreso pero no se ve. Y como se dijo recién lo que se ve es precisamente lo opuesto. Además, cada 3 pesos que la provincia gasta, 2 van para el pago de sueldos y salarios, lo que deja solo 1 peso de cada 3 para todo lo demás, incluido gastos de funcionamiento e infraestructura. Demasiado poco.

Insostenible por donde se lo mire. Una situación que habla entonces de la necesidad imperiosa de tomar medidas drásticas, sobre todo avizorando que se viene días mucho más complicados por delante. Tan complicados que hasta el mismísimo gobernador ha tenido que salir a desmentir que se vaya a emitir una cuasimoneda en la provincia. Esto en una provincia donde sus ingresos fiscales son ahora casi exclusivos rehenes de la dadivas que podamos recibir de Buenos Aires, con todas las provincias peleándose por pesos producto de la emisión monetaria.

“Este es un debate que le molesta mucho a los políticos; su base de sustentación está sobre todo ahí, en los empleados del sector público”

Todos sabemos que es un tema antipático. Pero es necesario sumarlo a los grandes temas de debate. ¿Cuánto deberían cobrar los empleados públicos si la provincia está quebrada? No hay dudas que deberían reducirse los salarios de la planta jerárquica, pero en lo que hace a los sueldos más bajos debería darse también una discusión y posiblemente propiciarse una redistribución. Hay agentes del estado, en ámbitos como el de la educación, la salud y la seguridad que debieran recibir una consideración especial, pero hay otros ámbitos, el judicial por ejemplo, donde las escalas de remuneración debieran reformularse. ¿Es justo que cualquier funcionario judicial, hasta el más bisoño, gane muchísimo más que un profesional que se desempeña en la actividad privada y tiene una experiencia mucho más frondosa? Difícil de justificar.

Lo que se pide entonces es que este se vuelva un tema de agenda por más que le moleste a muchos. Un tema antipático que los políticos por lo general se niegan a tratar en profundidad, más allá de pequeños y escasos gestos, porque conspira contra sus propios intereses. Es que en la más de las veces, la gran base de sustentación del poder de la clase política, en nuestra provincia y en el resto, descansa en los empleados del sector público. Un sector grande y empoderado, tanto que han pasado a formar casi una nueva “clase social”. Suena a exageración de algunos pero hay algo de eso, un grupo con prerrogativas permanentes y casi hereditarias al que las crisis le hacen mucho menos mella que al común de la gente.

Veremos si finalmente se suma esta cuestión a la agenda que viene pero considerando que la provincia de Entre Ríos, como todas las demás, está quebrada, muy posiblemente este sea el momento adecuado para reformular los privilegios del sector y aggiornarlo de una vez por todas a las pobres capacidades de recursos con las que cuenta nuestro sector público. Como se suele decir por ahí, será justicia.
Fuente: El Entre Ríos

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