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El 2023 es un año electoral, aunque los que están pensando únicamente en el calendario es el micro clima político, donde convergen las legítimas aspiraciones electorales, con el individualismo extremo plagado de ambición, con importantes dosis de supervivencia, cuando no se le agrega además una pizca de resentimiento.

El patrón común en todos los espacios políticos con chances electorales es la interna, que quizás hace tiempo no se visualizaba tan descarnada, basta ver la cantidad de partidos políticos vecinales que se crearon en el último tiempo que termina desvirtuando la génesis de la ley provincial de partidos, convirtiendo al partido en una espada de Damocles, léase o soy el candidato, o me voy por afuera, con lo que significa en términos electorales restar aunque sea un puñado de votos, porque otra realidad es que a nadie le sobra un voto, y necesitan a todos adentro, en especial el oficialismo.

En esto se introduce la cuestión de género, un verdadero acierto el de incluir obligatoriamente en las fórmulas ejecutivas a mujeres, deuda pendiente de la democracia, pero que hoy se convierte en varios espacios políticos con una fuerte impronta patriarcal en un obstáculo. Cerrar fórmulas dejando a dirigentes afuera por género será el desafío de quienes tienen la lapicera.

No deja de llamar la atención que ante la afluencia de pre candidatos en todos los espacios, la presencia femenina brille por su ausencia, y aquellas presencias intermitentes sean de las parejas de líderes políticos, que terminan siendo representantes de macro acuerdos, más que genuinos logros políticos.

Bajo ningún punto de vista esto quita mérito al trabajo que vienen realizando, quienes muchas tienen un amplio recorrido, pero sería ingenuo pensar que estas jugadas de ajedrez no estén siendo dirigidas en realidad por quienes ostentan el poder real.

La aplicación de la paridad de género debe ser la posibilidad real del reconocimiento a muchas mujeres que vienen pregonando por una participación real, aunque en los pasillos de los espacios políticos pareciera que tienen reservados el casilleros de vices, vicegobernadora o vicepresidenta municipal, relegándolas del espacio de poder real que es encabezar los ejecutivos.

En pocas palabras, sobran hoy los hombres con aspiraciones electorales, las que parecieran que están por sobre las estructuras partidarias, e incluso por sobre las ideologías, un pragmatismo que se podría traducir en “quiero ser candidato sí o sí” sea en un partido o en otro, con una compañera de fórmula o con otra, la cuestión es llegar.

Quizás el ciudadano de a pie se pregunte ¿para qué quieren llegar?, porque sobran pre candidatos, pero faltan las ideas, falta autocritica en quienes ya vienen cumpliendo funciones sean desde el oficialismo o desde la oposición.

Tantas internas que se traducen en la rosca constante, que nunca termina poniendo lo importante sobre la mesa, sino en estrategias esencialmente electoralistas que luego redundan en fracaso tras fracaso.

Y sí faltara algo a esta ensalada política, ahora nos encontramos con la discusión sobre las reglas de juego, algo que nunca se debe hacer en tiempos previos al comienzo del calendario electoral, porque deja ese sabor amargo de acomodar las reglas según las conveniencias personales, resintiendo aún más a las instituciones.

Lo seguro es que estas elecciones están plagadas de internas, de amagues, amenazas y especulaciones, difícilmente podamos discernir cual es la pulsión de estos comportamientos, siendo uno de los patrones comunes en todos, creerse más de lo que realmente son, un peligro para todos.

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