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Cuando el estado permite trabajar poco y ganar mucho

Hace unos días, en su programa de radio, el economista Javier Milei se despachó con fuertes críticas hacia varios legisladores nacionales. Además de polémico, Milei no tiene reparos a la hora de proferir insultos, a veces con razón, otras sin ella, pero siempre de una manera que hace que no se lo pueda tomar del todo en serio. Hecha la aclaración, y más allá de las formas, Milei tiene un punto al hacer foco en varios diputados y senadores nacionales, con nombre y apellido incluidos.

Más allá de que ¨la gente se caga de hambre¨ y de si los legisladores se ponen de acuerdo solo ¨para levantar guita¨, Milei tiene razón cuando se queja de un problema que parece sufrir la inmensa mayoría de nuestros legisladores, no solo a nivel nacional sino también en las provincias. Es moneda recurrente verlos apadrinar iniciativas por lo general inocuas, fundamentalmente homenajes, declaraciones de interés, o proyectos de ley, todos destacados por su gran irrelevancia.

Milei se acordó por ejemplo de la senadora nacional por Cambiemos Gladys González autora de un proyecto para declarar a Avellaneda ¨capital nacional del futbol¨, o de la diputada nacional kirchnerista Graciela Estévez por su proyecto para declarar al cuarteto como ¨parte del patrimonio cultural argentino¨.

¨El economista Milei, desde un lugar de grosero y mal educado trae a la mesa un tema que deberíamos todos tener más presente, el de los excesos que se cometen en la legislatura nacional y también en las provinciales¨

Es que tiene razón este hombre de pelo bien batido en enojarse, si se tiene en cuenta los miles de millones de pesos por año que le sale al estado argentino sostener a una estructura legislativa, con cientos de legisladores y miles de asesores que cumplen una tarea deslucida y mediocre, con un único corolario manifiesto en olvidables proyectos y declaraciones.

Desde el extremo y de manera casi grotesca, se pone otra vez mas en evidencia algo que los ciudadanos de a pie hemos aprendido a naturalizar en todos estos años, esto es que los legisladores trabajen poco y mal mientras ganan muy bien, y que sea eso precisamente lo que todos esperamos de ellos. No solo eso, tampoco nos sorprendemos cuando salen a la luz escándalos como el de los contratos truchos de la legislatura provincial y que tan mal parados han dejado a Urribarri y sus acólitos. O cuando se conoce que la hija del presidente provincial del PRO, Gustavo Hein, estudiante universitaria, está contratada por su correligionario y diputado provincial Joaquín La Madrid a cambio de suculentos 30 mil pesos mensuales que pagamos todos.

¨Casi sin darnos cuenta, tomamos con naturalidad el que se abuse del estado, hasta admiramos a veces ¨la viveza¨ de aquellos que se las arreglan para sacarle provecho¨

Esa naturalización, de la que uno se sorprende se haya hecho tan fuerte en nosotros a lo largo de los años, es la que nos termina haciendo pensar que los que se consiguen un contrato se lo merecen por ¨ser vivos¨, mientras nos decimos a nosotros mismos que cuanto nos gustaría tener a un hijo o a una hija, en plena formación y con cero experiencia, trabajando en proyectos irrelevantes para algún diputado o senador a cambio de una remuneración que por estos días el sector privado, que con sus impuestos financia todas esta minucias, casi no puede darse el lujo de pagarle a sus propios empleados. Quienes ganan eso o más trabajando para cualquier empresa, comercio o emprendimiento en nuestra provincia de Entre Ríos se cuentan entre un grupo de privilegiados.

Así estamos entonces, rodeados de legisladores y funcionarios que son incapaces de manejar un kiosco y con remuneraciones importantes que nadie nunca se atrevería a pagarles. Excepto claro, el monstruo bueno, bobo, e indolente que es el estado y del que todos se aprovechan pensando que ¨¨el estado no es uno sino todos los demás¨. Otra vez la figura del avivado o del piola saliendo a la luz. Pero claro, todo sea por servirle al público. A nosotros se deben, según nos dicen.

Entonces Milei, desde un lugar de grosero y mal educado trae a la mesa un tema que necesita de mayor abordaje y de un mejor escrutinio por parte de todos nosotros, sufridos votantes. Esto se combate, no votándolos para empezar, pero también expresando bronca e insatisfacción cada vez que se pueda y donde pensemos que corresponda. La mayoría de nosotros no tiene como Milei un micrófono a su disposición, pero si contamos como integrantes de comunidades no tan grandes con la proximidad de vecinos. Y las cosas que corresponden no deberían dejar de decirse. De tanto escucharlas, tal vez algún día esta gente nos termine haciendo caso y se lleve a casa el sueldo, ahí sí, merecidamente.

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