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Hace unos días un lector me consultó si los Principios de Conducción como Profesión son aplicables a la gestión de los gobiernos, si son factibles en el ámbito de la política. Por cierto, una desafiante pregunta que trataré de responder.

Vale recordar al filósofo alemán Max Weber que en su texto “Politik als Beruf” (Política como Profesión) expresa “Quien hace política aspira al poder, al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder para gozar del sentimiento de prestigio o reconocimiento que el mismo le confiere”.

Distingue quien hace política para transformar la realidad o quien hace política para vivir de la política. Será tarea del lector evaluar y clasificar a nuestros dirigentes a qué grupo pertenecen. Las consecuencias para la ciudadanía no son las mismas. Abundan los ejemplos en el mundo, independientemente de continentes y culturas.

Sin embargo, los principios de Liderazgo como Profesión son válidos y aplicables en cualquiera de las situaciones posibles. Toda profesión se rige por Principios, Tareas y Herramientas basados en la RESPONSABILIDAD. Un valor que debería estar en la conciencia de cada individuo, que le permite reflexionar y valorar las consecuencias de sus actos. También es el deber de cumplimiento de sus obligaciones, así como el sumo cuidado en la toma de decisiones, sobremanera cuando impactan en otros.

Independientemente de las ideologías que gobiernen, de las circunstancias y de los tiempos en los cuales transcurren, gobernar implica cumplir con las responsabilidades asumidas.

La necesidad de definir una Visión de país es imprescindible para diseñar un plan estratégico, de tareas, de roles, de indicadores, que se orienten con la realización de esa Visión. El primer principio de conducción como profesión es “ORIENTACION A RESULTADOS” (debe entenderse resultados positivos).

Para poder medir los Resultados es necesario formular un plan con metas y objetivos alineados con la Visión, definidos en los contenidos y en los tiempos previstos de realización. En nuestro caso, me refiero a la Argentina, no he tenido personalmente la fortuna de experimentar una propuesta realista de mediano y largo plazo que se sostenga y se mejore con los distintos gobiernos. Por el contrario, la decadencia en los indicadores es de una obra de terror…

A priori debo asumir que para la dirigencia política es más importante quién es el más poderoso o quién demuestra mayor poder sin importar sus consecuencias. Desde otra perspectiva pareciera ser que para un político en la Argentina es más importante “El Bronce” que la calidad de vida de sus conciudadanos. Son incapaces de entender que el Bronce será consecuencia de las transformaciones que construyan y no de un incomprensible narcisismo y soberbia.

La definición de una Visión no es una tarea sencilla para ninguna organización, mucho menos para un Estado, pero es necesaria para definir los objetivos y los planes de acción de mediano y largo plazo.

Sin la contribución de los distintos actores sociales y aquí incluyo entre otros a los partidos políticos, a las representaciones sindicales, a las cámaras empresarias, a las universidades y asociaciones civiles que experimentan el día a día de los ciudadanos, no será posible construir un camino que conduzca a una mejor calidad de vida colectiva.

Una decisión de estas características requiere de un enorme esfuerzo, de extrema humildad, de coraje y de renunciamientos personales.

El segundo Principio explicita la definición de Objetivos Trascendentes, que transformen la realidad. Reducir la Pobreza es un objetivo trascendente, complejo en su solución pero imprescindible para cualquier Gobierno Responsable. Sin embargo, por estos días vemos con tristeza que para quienes nos lideran es más importante cambiar las imágenes en los billetes de nuestra moneda que recuperar su valor.

En alguna época de mi trayectoria profesional debía evaluar perfiles de colaboradores para cubrir las posiciones de conducción. Entre otras competencias, dos eran determinantes para ese proceso de evaluación: Capacidad de Análisis y Capacidad de Síntesis.

La primera se relaciona con la capacidad de un individuo para analizar problemas o situaciones complejas, cuántos factores o elementos se consideran en el análisis, la interrelación entre ellos y los emergentes de esas consideraciones. La segunda con la capacidad de llegar a conclusiones y tomar las decisiones que correspondiere.

El nivel de análisis de la situación en nuestro país está contaminado de pseudo-ideologías que solo priorizan el beneficio individual. La pobreza intelectual es dolorosa, predomina el egoísmo y la arrogancia, tal vez para esconder las propias incapacidades.

En relación con la toma de decisiones no es suficiente el regalo de una lapicera; gobernar no es una obra de teatro o un sainete.

Cuando no se asumen las responsabilidades, cuando la culpa siempre es de los otros , cuando no se respetan las Instituciones, cuando las prioridades son tan obscenas como por ejemplo justificar la corrupción, cuando las decisiones se orientan a intereses personales, cuando lo que se dice y lo que se hace se contradicen, cuando se vocifera y no se dialoga, cuando se ignora la pobreza y se malgastan recursos necesarios para reducirla, cuando todo esto ocurre, no nos debe sorprender la inflación, la inseguridad, la corrupción, la falta de insumos, la precariedad en la salud pública, la falta de programas educativos que faciliten la movilidad social, la pérdida del valor del trabajo y del esfuerzo.

Retornando a la pregunta del lector, mi respuesta es que ante la situación descripta los Principios de la Gestión como Profesión son más que necesarios. Hoy solo tomé dos de ellos, los cinco restantes serán para una próxima columna.

Quien se postule para gobernar deberá asumir que su primera responsabilidad es la de dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía y para ello es imprescindible prepararse intelectualmente y formar equipos de trabajos de excelencia con vocación de servicio y de aprendizaje permanente.

Tomar decisiones es una de las tareas más críticas para quienes tienen la responsabilidad de conducir y más allá de los distintos métodos de análisis que se utilicen es recomendable saber que:

“NO SE PUEDE ESTAR EN MISA Y EN PROCESIÓN AL MISMO TIEMPO”

Mucho menos cuando se es elegido para gobernar un país.
Fuente: El Entre Ríos

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