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Por Matías Enriquez*
Especial para El Entre Ríos

“I don’t believe it (no me lo creo)”. Esa fue una de las primeras declaraciones del entonces presidente norteamericano, Donald Trump, allá por fines del año 2018, frente a un documento que contaba con el aval de más de 300 científicos sobre los potenciales efectos del cambio climático.

Esa postura unipersonal, que incluso contaba con poco apoyo dentro de la propia Casa Blanca, derivó en diferentes acciones concretas como la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París (algo que subsanó el presidente Joe Biden al asumir en enero de este año), la censura a las palabras “cambio climático” de las webs gubernamentales y la eliminación de leyes climáticas, entre otras controvertidas medidas.
Negar el cambio climático
La desinformación climática también debe ser atendida. En paralelo con el gran shock que fue la pandemia, en el año 2020 también circularon diferentes contenidos vinculados al tema, por parte de figuras políticas que daban a entender que el cambio climático es un mito. No sólo fue Donald Trump quien mantuvo esta postura sino también el presidente ruso, Vladimir Putin, quien se ha cansado de hablar del “miedo occidental” como un fraude para condicionar el desarrollo industrial de países como Rusia.

Analizar las versiones que circulan sobre esta problemática - que es unánime en cuanto a que es tiempo de tomar cartas en el asunto por parte de la comunidad científica - quitando el análisis geopolítico es una grave equivocación.
Frenar la desinformación
Pero, por suerte, no todo está perdido. Las empresas de tecnología, que han sido interpeladas por su inacción en algunos casos frente a la desinformación, tomaron algunas iniciativas concretas en el marco de la conferencia sobre cambio climático que se realizó la semana pasada en Glasgow. En ese sentido, Google decidió prohibir la monetización de contenidos que vayan en contra del consenso científico global frente al cambio climático. Twitter decidió lanzar sus prebunks, que se valió de la metodología del fact checking para cotejar los dichos de los mandatarios con información de expertos, en lo que fue el #COP26. Sin dudas que esas medidas sumando a la responsabilidad individual de no confiar de un único estudio como verídico sino que revisar las posturas con diversos estudios sobre el tema, son algunas pequeñas maneras de no caer en la oscuridad de las falsedades sobre una problemática existente y que nos afecta a todos por igual.
Una falsa dicotomía
La politización de este aspecto resulta un tanto inevitable y viene desde la propia matriz estructural del abordaje de la problemática y esa creencia popular que los partidos de derecha o de tendencia liberal niegan el cambio climático y los de izquierda no lo hacen. Lo cierto es que el cambio climático ha tenido un viraje que indudablemente hace peligrar los cimientos sobre los que deben trabajar los gobiernos. Al comienzo existía una postura fuertemente negacionista del problema llevandola a la inexistencia misma, como se encargaba de pregonar Trump. Pero con el correr de estos últimos años se ha comenzado a percibir cierta postura pasiva rezagada, es decir, una concepción de que el cambio climático es algo con lo que debemos convivir y no hay mucho que se pueda hacer, coqueteando con una dicotomía tan falsa como imprecisa: planeta o economía.

Y si en vez de caer en el facilismo de la dualidad selectiva nos preguntamos ¿por qué no tratar de combinar ambas? ¿Tan utópico resulta? Quizás haya varios sectores a los que interpelar de ese modo no les convenga demasiado.
Manipular la información
El cambio climático ha sido motivo de análisis en las redes sociales y los medios de comunicación con mucha imprecisión y manipulación. Ese clima nublado y confuso sobre la problemática ha generado cierta inacción por parte de los ciudadanos que, en muchos casos, han decidido cesar con las presiones a los políticos para que tomen cartas en el asunto. Eso, sumado a diferentes cuestiones que se consideran más urgentes y terrenales que demandan una solución más cortoplacista vinculada a necesidades básicas. Pero ¿qué nos queda si no cuidamos mínimamente el medio ambiente? También hay algunas cuestiones individuales, estrechamente vinculadas a las cualidades innatas de quienes comparten contenidos desinformativos, como esa cuestión de sentir orgullo por pensar completamente diferente a los demás o la adaptación de la evidencia científica a los intereses de uno como una suerte de reafirmación de conceptos preexistentes.
Los efectos sobre Entre Ríos
Sucede en todo el mundo con olas de calor sofocantes o crueles nevadas cada vez menos espaciadas en el tiempo que generan grandes complicaciones en la salud de las personas. Pero no son sólo fenómenos globales sino también locales de cada país y cada provincia. En nuestro país han habido varios fenómenos de esta índole vinculados al cambio climático como puede ser la sequía que afecta al Río Paraná que desde el comienzo de la pandemia está en sus niveles más bajos en comparación con los niveles de gran parte del Siglo XX. Esa bajante no solo afecta a las comunidades aledañas a la zona sino también tiene consecuencias energéticas y comerciales que afecta a la triple frontera (Argentina, Paraguay y Brasil) ralentizando el comercio por el descenso del caudal.

Es decir, el problema es más grave de lo que se asume y esto es constantemente relativizado por las diferentes versiones desinformativas que surgen y es necesario combatir con más y mejor periodismo.

*El autor es periodista y publica columnas en diferentes medios. @tutenriquez

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