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El temor a la vuelta de las cuasimonedas
El temor a la vuelta de las cuasimonedas
El temor a la vuelta de las cuasimonedas
Alberto y su falta de plan para el día después


El gobierno actuó bien y rápido en la emergencia sanitaria. Fernández optó por no desangrase en la agonía de la indefinición como sucedió en otros países como Italia y España, y decidió - cuando todavía los casos de coronavirus eran muy pocos- declarar la cuarentena. Al mismo tiempo, supo rodearse de un grupo de notables, todos reconocidos especialistas en materias de infecciones y epidemias, y supo escuchar mientras debatía con ellos cuales eran las mejores decisiones a tomar. Correctamente, y sin dudarlo, decidió privilegiar la salud por sobre la economía, en una medida que, hoy está más que claro, era la única que servía tomarse: poner a Argentina en cuarentena.

Visto desde el punto de vista sanitario la cuarentena permitía ¨aplanar¨ la curva de contagios y de esa forma evitar el colapso del sistema de salud. Esto es, que la gente se contagiara a lo largo del tiempo y no toda de golpe, de manera tal que todos y cada uno de nosotros pudiéramos acceder a un tratamiento médico adecuado si nos tocaba en suerte enfermarnos. Desde el punto de vista económico, la cuarentena era también el adecuado primer paso, ya que con la cuarentena la economía se paraba de manera ordenada y temporaria. En cambio sin ella, cualquier cosa era posible, explosión imparable de casos, descalabro generalizado y un periodo de parálisis productiva y de demanda retraída potencialmente mucho más largo.

”Las medidas paliativas en materia económica no son un plan, solo eso: paliativos”

Entonces, habiendo dejado atrás casi la mitad del periodo establecido de confinamiento, y con la economía en un parate total, se vuelve prioritario un plan de acción para el día después. No estamos hablando de maniobras paliativas como las anunciadas, que buscan que quienes trabajan en el sector informal de la economía tengan algún ingreso y puedan comprar un plato de comida o que la gran mayoría de las empresas, pequeñas y no tanto, puedan pagar los sueldos de este mes y del que viene. Tampoco de otras que apuntan -y con toda lógica- a evitar que se corte la cadena de pagos, hoy bajo un stress que no se veía desde la crisis del 2001/2002.

Con el ministro Guzmán dedicado a la reestructuración de la deuda, y el ministro Matías Kulfas desbordado por múltiples cuestiones, incluidos reclamos sectoriales o el seguimiento en el cumplimiento de precios máximos, Alberto Fernández no dispone a nivel económico/productivo del mismo tipo de asesoramiento que si consideró necesario tener a nivel sanitario. Ergo, el país aparece a la deriva en cuanto a la definición de un plan de acción posterior al día en que se comience a levantar -aunque más no sea gradualmente- la cuarentena.

Fernández no supo de banderías ni de pequeños y egoístas intereses cuando debió hacerse de un grupo de médicos que pudieran ayudarlo a pensar. Ahora debería hacer lo mismo en materia económica, convocando a figuras de distinta extracción y pensamientos diferentes. Podría hacerse de un grupo de lujo, que piense como quien dice ¨fuera dela caja¨, y que aporte ideas novedosas y originales que ayuden a sobrellevar un situación inédita. Inédita y también extraordinariamente compleja, donde todo aporte de gente respetada y reconocida en este campo debería ser más que bienvenido. Es una incógnita por qué todavía Fernández no ha hecho nada en esa dirección hasta el día de la fecha.

”Alberto supo rodearse de los mejores en materia sanitaria, ahora debería hacer lo mismo en materia económica”

A tiempo graves, tendrán que sucederle medidas drásticas. Que deberán contar con el apoyo de la mayoría. Y habrá que hacer también esfuerzos mayúsculos. El estado dejará de recibir impuestos -la ciudad de Buenos Aires anunció por ejemplo que en las últimas dos semanas su recaudación cayó 45%- en un momento en que no dispone de la otra pata de financiamiento que es el endeudamiento. Sin recaudación y sin deuda la única alternativa viable parece ser entonces la emisión monetaria, la que habrá que fijarse muy bien con que limites se realiza. Incluso ahora también se habla de disparar un descalabro institucional a nivel provincias emitiendo cuasi monedas. Hay provincias y municipalidades que están considerando estas ¨monedas de juguete¨ como una opción para pagar sueldos cuando en realidad habría que bajar los sueldos del sector público y sanseacabó. Como todos ya sabemos, los del sector privado acaban de hacerlo -y cómo- en una saga que todavía no terminó.

Alberto luce algo desorientado en esto del día después. Para peor, ya hay una idea que comienza a ser aceptada en el mundo que, acabado el pico de la pandemia, la vuelta a la actividad deberá ser muy lenta si se quieren evitar recaídas imprevistas y furiosas. Fernández necesita entonces de un plan para evitar que la economía se termine de morir y reviva. Debería llamar a los mejores y aceptar -como hizo con la medicina- que la economía no es lo suyo. Si no lo hace, o tarda demasiado, toda esa aceptación popular que supo ganarse en el último tiempo la va a perder entre gallos y medianoche. Dios no quiera que eso pase. Es que querría decir -lisa y llanamente- que vamos a estar peor que hoy. Aunque parezca imposible.
Fuente: El Entre Ríos

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