Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
La violencia narco en Rosario
La violencia narco en Rosario
La violencia narco en Rosario
En más de una oportunidad, en la columna editorial de este medio periodístico se ha alertado acerca de la posibilidad que en camino hacia una vergonzosa y hasta inadmisible decadencia, concluyamos convertidos, no en una de esas “republiquetas” latinoamericanas, a las que también se las conoce con el mote de “repúblicas bananeras”. Y lo que sería peor aún, que terminemos en una situación en la que, mirada en un espejo, aparezca exponiendo la mayor parte de las características de algunos de los países africanos de condiciones en extremo paupérrimas.

Una suerte de profecía a la que ahora se la escucha repetida con cada vez mayor asiduidad, sin que ello signifique –conviene recalcarlo- que esa conjetura sirva para reivindicar, por nuestra parte, su autoría primigenia, cosa que estamos lejos de pretender.

Mientras tanto, lo que viene sucediendo en la provincia de Santa Fe, en especial en el “gran Rosario”, así como las situaciones que se viven en el área metropolitana bonaerense, especialmente en sus barrios “vulnerables”, nos llevan a suponer que en el itinerario que nos lleve a África, nos mostraremos cada vez más tentados, de modificarlo, de manera de poder hacer una “escala previa” en Méjico. País en el cual, como es sabido, las bandas mafiosas que se mueven en torno al narcotráfico, dan cuenta de un estado de cosas similar, pero elevado a la enésima potencia, de la situación que se viene dando al respecto entre nosotros, hasta el punto que estaría en condiciones de convertirse en un “narco estado”, en el caso de no serlo ya.

Una circunstancia que nos lleva –partiendo del entendimiento, que la primera obligación de cada cual es la de “cuidar de su quintita”- que no solo el gobierno provincial, sino también las administraciones locales deben prestar una atención especial a la infiltración paulatina de los narcotraficantes, y a su aposentamiento posterior, de una manera cada vez más consolidada y extendida de esas bandas en nuestro territorio provincial.

A decir verdad, nuestro territorio ha dejado de ser desde hace tiempo, un “territorio de paso” de los estupefacientes, para convertirse en un “lugar de consumo”, miradas las cosas utilizando la terminología con la que Aníbal Fernández, en ese momento en que desempeñaba un cargo distinto al que ahora ocupa en el gobierno nacional, intentó tranquilizarnos, en función de un diagnóstico equivocado de la situación.

Y no solo se da entre nosotros esa situación, sino que ya se observa en nuestras principales ciudades, la existencia de “proto-organizaciones mafiosas” de ese tipo. Para las cuales un paso más en dirección a su asentamiento consolidado, con el cambio organizativo que ello conlleva, está supeditado a la infiltración de ellas en las estructuras estatales –en especial la policía y la justicia-, sin descartar que ello también ocurra en el campo de la política. Algo que, de convertirse en realidad, volvería el retorno a una normalidad que fuera consecuencia de la erradicación de todo lo que tenga que ver con ese asesino comercio, mucho más difícil, sino imposible.

Frente a ese estado de cosas, la pregunta pertinente es de qué manera pueden colaborar las autoridades municipales en el logro de ese objetivo. Tornándonos fantasiosos, podría pensarse en la contratación por parte de ellas de “agentes encubiertos” de formación acabada en el tema, a los que se les debería asignar, en forma exclusiva, “tareas de inteligencia” ante circunstancias de esas “que dan que pensar.” A lo que se debe agregar, la convocatoria a la colaboración de los vecinos, mediante la formulación de denuncias anónimas ante las autoridades competentes, al tomar conocimiento de hechos que sirvan para alimentar sospechas en la materia. Y por su parte, todos los medios periodísticos deberían, tanto en forma individual como en conjunto, darse un tiempo dedicado a reflexiones acerca de lo que está en sus manos –nuestras manos- hacer en la materia.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario