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Por lo que sé, la mufa es una persona o cosa que trae mala suerte. Por eso es que se dice de alguien que está mufado. Por más que hay quien diga que el mufado no es sino quien está enojado y molesto, aún consigo mismo.

Por eso, ¿queda mufado quien se atreve a pasar por debajo de una escalera colocada en una vereda? ¿O quien es sorprendido y hasta asustado por un gato negro que se aparece silenciosamente en el jardín? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de que se me caiga un espejo y se rompa? ¿O que derrame un poco de sal sobre la mesa en que como?

En realidad, la cosa es que si esas preguntas sin respuesta interesan a alguien, la mía es una preocupación que realmente merece ser tratada con seriedad.

La que no es otra que la vinculación del “martes 13” con la mufa -o sea precisamente un día como el que tuvimos más de una vez este año- lo que es igual a creer que ese día tiene o trae mufa, y por consiguiente nos hace quedar mufados.

Todos sabemos del dicho aquel que dice que “en martes 13 ni te cases ni te embarques”. Un dicho que raboneamos dado que según dice mi tío, el dicho auténtico, el verdadero, es “en martes 13 ni te cases ni te embarques, ni de la casa te apartes”.

Dicho este que queda claro porque cada vez menos se le lleva el apunte, si uno se pone a ver que cada vez son menos las personas que se casan; que los barcos son historia de otro tiempo; y que, buscar la forma de quedarse en casa, es lo más prudente teniendo en cuenta todo lo que puede pasarnos al abandonarla. Aunque tampoco quedarnos encerrados es garantía de nada.

Me da la impresión de que casi desvarío. De ser así existiría para ello una explicación. Es que se dice, y eso no me lo contó mi tío, que fue un martes 13 cuando Dios desde lo alto confundió las lenguas de los constructores de la Torre de Babel. ¿Así será? ¡Vaya uno a saber!
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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