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“La legitimidad democrática descansa sobre el prestigio inalienable conferido a cada individuo, y de ninguna manera sobre el número de individuos”. German Arciniegas (1900-1999)

Por Roberto Trevesse (*)

Es inevitable no hablar del paternalismo en la política entrerriana, al igual que nuestra Argentina, lleva décadas de vigencia, con todos los males que ello provoca. ¿Cómo lo podemos definir?

Es el comportamiento del que manda, tendiente a procurar el bienestar de la ciudadanía, excluyendo la participación de la misma en la implementación de los mecanismos que esta época nos exige para procurar el mejor funcionamiento del estado, para que sea posible la construcción de una sociedad objetivamente madura y feliz.

Sin embargo, este modo de ejercer la autoridad que se lo conoce como paternalismo, en los hechos no es así. Todo lo contrario, porque los ciudadanos, ya maduros biológicamente, se ven impedidos de ejercer sus auténticos derechos políticos y que los caracteriza como la única y verdadera fuente de poder.

De esta manera se suscita una situación patológica, en la que el pueblo confunde los roles y se acostumbra a esperar la acción de los gobernantes y a conceptuar como concesiones de éstos, lo que le pertenece por derecho propio.

Por otro lado, la actuación paternalista de los gobernantes, es un modo demagógico de conducir asuntos públicos, introduciendo en “el soberano” la idea que estas ”concesiones” se deben a la capacidad de las autoridades y a sus sentimientos altruistas.

Desde el punto de vista de lo que debe ser una auténtica democracia, ubicamos al paternalismo en las antípodas, ya que cumple una función retardataria en la gestación de una auténtica conciencia política que garantice la participación del pueblo.

Es, realmente, una enfermedad que genera la posibilidad de la instauración de toda clase de autoritarismos, pero que la ignorancia creciente no se da cuenta, mucho menos lo analiza, es más, lo alienta, a pesar de todas las malas y trágicas experiencias vividas.

Una sociedad en su conjunto, culta, ilustrada y educada no exigiría un “caudillo” que gobierne por ella.

En el ejercicio del paternalismo, los gobernantes manipulan los poderes públicos, creando en los gobernados una falsa conciencia política que los predispone a esperar todo de “los que mandan” y a creer que son estos quienes deben resolver la totalidad de los problemas, y no una interacción entre gobernantes y gobernados, en la que los primeros deben responder a estos últimos por sus acciones de gobierno.

Por eso nos cuesta tanto avanzar en una democracia participativa, parlamentaria, realmente representativa.

Por otro lado, no podemos obviar referirnos a la corrupción que tanto daño ha hecho a la democracia a lo largo de su historia. Dos de ellas son el cohecho, que consiste en pagar una suma de dinero para que un funcionario público dictamine en favor del corruptor y el peculado, que es la acción de hurtar fondos públicos en provecho propio.

También se considera una forma de corrupción, al nepotismo, consistente en el otorgamiento de puestos y empleos públicos en razón de parentesco y no de méritos. Dichos trabajos en los tres poderes del Estado y entes descentralizados, son convertidos en un botín, que beneficia con todas sus consecuencias a un grupo familiar como a sus amistades más cercanas.

A esto hay que agregarle el espíritu de lucro que anima a la mayoría de las relaciones sociales. Al generalizarse e incrementarse la corrupción, se ha creado lo que podríamos llamar una cultura del lucro, factor este que de no lograrse, impide lo que el individuo cree que es su realización integral como persona y como miembro de la sociedad.

Todo esto nos lleva a marcar que desde hace decenas de años y hasta la actualidad, la corrupción, se erige en la condición determinante que impide que conceptuemos como legítimas a las actuales estructuras públicas y políticas.

Vivimos en un país en el que sabemos que el manto de impunidad que protegió a empresarios, a políticos y funcionarios del más alto nivel sigue existiendo. Eso ocurre porque al menos al 50% de la sociedad no le importa la corrupción. El otro 50% se encuentra avasallado en el plano económico y está harto de la corrupción.

En los últimos 25 años la política se dedicó a humillar a la justicia y esta tiene complicidad con quienes designaron a sus integrantes.

Como se sabe, el 14 de Abril tendremos las PASO en Entre Ríos y en reuniones no públicas, ni siquiera para los afiliados que luego se enteran por los medios de comunicación, un grupo de dirigentes de cada Partido o Alianza, resuelve puertas adentro quienes serán los candidatos y bajando línea para que no se presenten adversarios internos contra la lista “oficialista”.

El justicialismo provincial que preside el gobernador Gustavo Bordet, quien eligió a Laura Stratta como compañera de fórmula, logró aglutinar una coalición de 11 partidos, luego de arduas negociaciones para conformar una lista que le permita ir por la reelección y no tener sobresaltos en la Legislatura entrerriana.

Por eso en la boleta de diputados provinciales se observan nombres como los de Julio Solanas, Ángel Giano, José Cáceres, Gustavo Zavallo, Juan Manuel Huss, Stefanía Cora, Paola Rubattino, Juan R. Navarro, entre otros también conocidos.

No podemos dejar de señalar que “Los cierres de listas de cada proceso eleccionario dejan sus cicatrices en todos los partidos políticos y el de este 2019 en el Partido Justicialista (PJ) de Entre Ríos no es la excepción. En la oportunidad, la división entre el kirchnerismo representado por Unidad Ciudadana, que lidera la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y el justicialismo oficial encabezado por el gobernador Gustavo Bordet quedó de manifiesto en la determinación de las nóminas de candidatos para competir por la intendencia de Paraná”.

De todos modos, el vicegobernador Adán H. Bahl que se atrincheró férreamente en esta capital vencerá en las PASO del justicialismo y en Cambiemos se impondrá sin susto, el actual intendente Sergio F. Varisco.

En la designación de la dupla radical, tuvo mucho que ver el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, atento que de tres candidatos de la UCR, logró que se bajaran Pedro Galimberti y Jorge Lacoste. El ungido fue Atilio Benedetti acompañado por Gustavo Hein, único intendente PRO sobre 29 que tiene Cambiemos.

En la conformación de la lista de diputados provinciales, tuvo fuerte incidencia Frigerio, por ello están Esteban Vitor (PRO), Gustavo Cusinato (UCR), Juan D. Zacarias (peronista), Lucía Varisco (UCR), Ayelén Acosta (PRO), Nicolás Mattiauda (PRO), Julián Maneiro y Gracia Jaroslavsky (UCR) en los primeros lugares.

Debemos señalar que “La Mesa Provincial del Movimiento Nacional de la Militancia Radical emitió un duro documento titulado “¿Estafa o fraude?”, donde cuestiona severamente los acuerdos políticos y electorales en el espacio Cambiemos, que conforma principalmente el centenario partido con el PRO. En ese marco, recordaron que: “En el documento final del Primer Encuentro de la Militancia Radical de Entre Ríos, el 28 de julio de 2018, decíamos que ´el radicalismo atraviesa la crisis más severa de su historia, de sus luchas democráticas”.

Por su parte en el partido Socialista se disputan la candidatura a gobernador Hugo Barzola y Néstor López; el Movimiento Socialista de los Trabajadores –MST- lleva a Nadia Burgos, el partido SER a Tania Acebal y la Confederación Vecinalista postula a Lino Sapetti.

Podríamos detallar decenas de ejemplos, por caso de un diputado que finalizará su mandato a fin de año y pasó a ser candidato a senador por su departamento; de otro diputado que va de candidato a intendente de su pueblo que ocupa su esposa y esta integra la lista de candidata a diputada (si le sale bien, en el ajedrez se llama enroque). También se da el caso que más de un senador que terminará a fin de año, integra la lista de diputados de su partido o alianza.

Asimismo, hay quien fue ministro, hoy es senador provincial y en diciembre próximo será diputado. Hay quienes el 8 de diciembre venidero dejarán de ser diputados nacionales y pasarán a seguros diputados provinciales, y más atrás uno de ellos fue dos veces intendente y el otro concejal.

En Cambiemos el candidato a gobernador –su aspiración hacerlo- la tiene difícil. En caso de no ganar el 16 Junio venidero, podrá continuar como diputado nacional; otro caso es el candidato a senador en el departamento Paraná, si no logra ganar, podría seguir en su cargo nacional, ya que preside el Instituto de Ayuda Financiera para Pago de Retiros y Pensiones Militares (IAF).

Podríamos continuar con los ejemplos, pero no quiero aburrirlos, sí vale agregar que en el frente Justicialista CREER Entre Ríos habrá elecciones para elegir senador provincial en 6 departamentos (en un principio eran 12), en Cambiemos en 10, habrá 8 candidatos a intendentes K, uno de ellos Martín Piaggio va por la reelección en Gualeguaychú y dos de ellos, Juan Javier García en Chajarí y Roberto Schunk en Paraná fueron ministros de Sergio D. Urribarri.

También hay 6 candidatos a intendentes y 4 a senadores departamentales que actualmente tienen causas que resolver en la justicia.

Una vez leí a un cineasta que nació en Santiago de Chile, vivió y estudió en Buenos Aires, y que hace años reside en Milán, Italia. En 1995 vislumbró el derrumbe de los argentinos ya que se veía que nosotros vivíamos con mucha superficialidad, el consumismo era central y que esta droga consumista nos ha llevado a la situación actual, escondiendo los reales problemas del país, entre los cuales está el de cuentas no arregladas entre el pasado y el presente.

Mientras vamos camino al domingo de las PASO, recordé que con la historiadora Amelia Galetti escribimos en 2008 el libro “El pasado que aún no es historia”, el cual está más vigente que nunca. Digo esto porque hace unos días subió un texto a Facebook. Pienso que –quizás- el hartazgo, como el de muchos argentinos, la llevó a ello. Del mismo, decidí tomar el siguiente fragmento que hago mío: “…Puede ser que solo se vea la realidad con miradas maniqueas en las cuales de un lado o de un partido está el bien y del otro, esté solo el mal. ¿Es posible que no podamos preguntarnos qué de ambas partes haya algo de razón? ¿Es posible que miremos el país de manera tan simplificadora de los buenos y los malos? Creo que es un infantilismo absurdo. ¿Es posible que repitamos sin digerir aquello que los medios de comunicación dicen? Sin discernir y sin ver que los medios están sujetos a intereses políticos y sobretodo económicos. ¿Es posible que nos hagan pensar lo que ellos quieren que pensemos? Algo tiene que quedar de capacidad crítica para repetir sin discernir…”

(*) El autor es Lic. en Periodismo y Comunicación. El texto de esta nota fue publicado en la Revista X-Más nº 48
Fuente: Revista X-Más

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