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Las maldades quedan a un DNU de distancia
Las maldades quedan a un DNU de distancia
Las maldades quedan a un DNU de distancia
Estamos en un año electoral y, sabemos por experiencia, los años electorales tienen la particularidad de ser especialmente propensos para que los oficialismos incurran en excesos. En general, en aras de retener el poder se pierden también las formas, lo que se manifiesta en un abuso de los recursos del estado para proselitismo, y del recurso acelerado a la dudosa constitucionalidad de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), para hacer y deshacer a gusto, en general con el fin de hacerse de más recursos de los cuales abusar en la campaña.

Con una inflación que apunta a superar con holgura 100%, una recesión en ciernes, falta de dólares y de financiamiento en pesos y en dólares, una brecha cambiaria de 100%, y los límites al gasto que impone el acuerdo con el FMI, el oficialismo parece condenado a perder las elecciones nacionales este año.

Sin embargo, lejos de verse resignado, varios voceros del kirchnerismo claman a diario por aumentos en el gasto público para aumentar sus chances electorales. Ese es el porqué de las medidas de esta semana. No son aceptables las restricciones que la naturaleza y el mercado imponen. No importa romper algo hoy si el costo se paga mañana, cuando probablemente ya el oficialismo no esté, o cuando, si está, tendrá el poder suficiente como para poder romper otra cosa.

¿Faltan dólares, no hay financiamiento en pesos y la brecha cambiaria es muy alta? La respuesta oficialista a estos problemas fue muy acorde a su esencia: la ley y las formas están subordinadas a la política. Así fue que el Gobierno forzó a las agencias estatales, mediante un DNU, a canjear sus bonos en dólares con legislación extranjera por títulos en pesos, o a vender en el mercado sus bonos en dólares con legislación argentina contra pesos, con los que comprar otros títulos que emita el Tesoro. Un día después, mediante una Comunicación del BCRA invitó (no las forzó, es cierto) a los entes del sector público a deshacerse de sus depósitos en dólares contra pesos.

Esta suma de supuestas genialidades podría ganar, de un plumazo, financiamiento en pesos, títulos en dólares con los que controlar el mercado del dólar MEP y hasta algunos dólares para engrosar las reservas del BCRA.

Claro que no es gratis. Forzar a las agencias estatales a desprenderse de bonos en dólares supone cambiar un acreedor cautivo (el propio estado) por uno del sector privado. Por otro lado, el financiamiento en pesos que darían las agencias del estado sería financiado con la venta de bonos en dólares, lo que supone vender esos bonos en dólares. El mero anuncio hizo que sus precios se desplomaran entre 10% y 15%. Haber desnudado que la protección legal de los títulos sucumbe ante un DNU o, incluso, una Resolución o una Comunicación, no ayudó.

En las redes sociales se criticaban las medidas, caracterizándolas como un “fondo de olla” antes de la catástrofe final. Es cierto que cabe dudar de la efectividad de estas medidas, como dudosa fue la efectividad de tantas medidas anteriores. Pero, al mismo tiempo, sería ilusorio creer que estamos ante el final de las medidas, y deberíamos haber aprendido que siempre hay un segundo “fondo”, y luego otro. Esto es así porque rascarlos depende de algo tan simple como un DNU.

Los DNU que tienen igual o más fuerza que una ley del Congreso son un nefasto legado que Néstor Kirchner y su Corte Suprema de Justicia amiga le dejaron a la República. Basta que ambas cámaras del Congreso no rechacen un DNU para que éste tenga fuerza de ley. Esta reinterpretación, ajena sin duda alguna al espíritu constitucional, es central para entender por qué el riesgo país está donde está, porqué las cosas en Argentina valen tanto menos que en otros países, y por qué las personas desconfían a la hora de guardar sus ahorros en el país. En Argentina no hace falta el Congreso para cambiar las reglas; basta con un DNU. Tener la pluma es tener todo el poder.

¿Romper el acuerdo con el FMI, como pide La Cámpora? ¿Forzar a los privados a vender sus depósitos en dólares? ¿Aumentar el IVA a los alimentos o los impuestos al turismo? Todo queda a un DNU (o una Resolución, o una Comunicación del BCRA) de distancia; incluso, los temas taxativamente prohibidos, como los de naturaleza tributaria.

No creamos que las medidas de esta semana son las últimas posibles. Siempre hubo lugar para una maldad adicional. Como éstas, apenas satisfarán una necesidad urgente a cambio de un mayor dolor de cabeza en un futuro que no está a mas de un par de meses de distancia. Esperar un giro ortodoxo, con una devaluación y un heroico ajuste fiscal, nos destinaría a volver a tropezar con la misma piedra.

Es más probable que otro conejo salga de la galera. Muchos agentes económicos que pintan canas ya los empiezan a imaginar. Massa les recordó, esta semana, que las maldades quedan apenas a un DNU de distancia.
Fuente: El Entre Ríos

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