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Nadie sabe cuánto tiempo más tendremos que quedarnos confinados en nuestros hogares, ahora se habla de que el pico del coronavirus llegaría recién a mediados de Junio, pero sí se está haciendo carne en todos nosotros la idea de que alguna vuelta a la normalidad se hace cada día más imprescindible atendiendo a la gravedad de la situación económica.

Es sabido que los gobiernos peronistas nunca se han ocupado demasiado en seguir de cerca los éxitos y fracasos del sector privado, de hecho este potencial nuevo impuesto a las fortunas que hasta el mismo Alberto ha bendecido apunta en la dirección de castigar a quienes se supone van a liderarnos en el camino de la recuperación económica invirtiendo y generando empleos. Pero a la mayoría de los mortales, que no hacemos política, que nos ganamos el pan de cada día trabajando duro y parejo y pagamos nuestros impuestos, nos queda claro sin embargo que el único gran motor de la economía, aquí y en cualquier país del mundo, siguen siendo las empresas. Hasta China, país que se sumó tarde a la economía internacional, ha entendido esto, contando hoy con un gran número que incluso compiten con éxito internacionalmente.

Por estos lados, Fernández invierte las horas de su día departiendo con infectólogos, no está mal que lo haga, pero deja poco o nada de espacio para departir con economistas afines o no tanto más allá de sus charlas con los funcionarios ilustrados en la materia. Esa falta de interés, el cierto desgano, esa falta de previsión se perciben y ponen nerviosos a muchos. Los días se suceden, la economía cae, y ya son muchos los que piensan que este año la economía argentina podría contraerse incluso más de un 10% Cada día que pasa con el país cerrado el costo agregado se mide en miles de millones de dólares, con cada vez más empresas caídas, con cada vez menos empleos, y con cada vez salarios más bajos.

“A Alberto Fernández le gusta hablar del 2003 pero parece ignorar que su viaje parece más a uno desde ahí hacia el 2001 y no viceversa”

Mientras tanto, y para explicitar por qué Fernández no parece entender la verdadera gravedad del momento, el presidente además de tildar de miserables a los empresarios y castigarlos subiendo impuestos -cuando debería estar bajándolos - se dedica a tildar de populistas a quienes sugieren que los políticos donen parte de sus sueldos ante la emergencia. Alberto ni siquiera se da cuenta de que eso de donar sueldos públicos es un debate estéril y que el único debate que en realidad cabe es cuando y cuanto se deberían bajar todos ellos sus sueldos, y no temporaria sino de manera permanente. Ni siquiera parece estar consciente que en casi todas las provincias argentinas los sueldos del sector público, con una productividad inferior, son más altos y con creces que aquellos que paga el sector privado. Entre Ríos por ejemplo no escapa a esa norma, y seguramente nuestro gobernador lo sabe aun cuando Alberto lo desconozca. Claro, la realidad es que la mayoría de nuestros políticos han vivido toda su vida al calor del estado y no saben lo que es salir a transpirar la camiseta todos los días del año.

El coctel explosivo que nos ocupa, y que debería ocupar a Alberto más que a todos nosotros incluye una inflación que no afloja, -a pesar de la pandemia acaba de saltar 3.3% en Marzo-, un dólar libre debocado que pasó la marca de 100, desempleo masivo, un estado quebrado sin crédito y sin moneda, una emisión monetaria a mansalva, y como frutilla del postre ahora todos parados en la línea de largada de una restructuración de la deuda con final incierto. En 30 días deberíamos tener una idea más acabada de las probabilidades de un arreglo amistoso, pero tampoco queda claro que el gobierno entienda las consecuencias de tensar la cuerda hasta casi cortarla y pensado casi exclusivamente en evitar afectar su caudal de apoyo político. Presentar una oferta en un acto público y con la presencia de gobernadores certifica que el gobierno subestima la gravedad de esta encrucijada.

”El presidente parece no poder pensar un día más allá del covid-19, subestimando señales que hacen prever un porrazo económico de magnitudes dantescas”

Es en ese contexto que Alberto debe primero tomar nota de la emergencia y comenzar luego a planear para el día después. Si continua en la misma línea de hoy, evitando ponerse a pensar más allá de la pandemia, los éxitos y la popularidad de hoy se convertirán automáticamente en el fracaso y las miserias de mañana. Circunstancia de la que sí parecen haber tomado nota las otras dos facciones del peronismo que nos gobierna, massismo y kirchnerismo, considerando que ambos grupos ya comienzan a tomar cierta distancia respecto del presidente y su agenda, sobre todos en lo que tiene que ver con el manejo de la economía.

Alberto Fernández debería imaginarse que si logra zafar de la trampa del coronavirus todavía tendrá que sortear la trampa de la economía, un desafío que a la luz de los acontecimientos parece equivale a varias pandemias juntas. Si no lo hace será víctima, lo que sería una pena, pero más penoso seria vernos a todos nosotros sumarnos a esa misma pobre y triste condición.
Fuente: El Entre Ríos

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