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La suciedad, por no decir la mugre, tal como sucede con la corrupción, está en nuestro país presente en muchas partes. Como una de las consecuencias; y a la vez causa, de la ausencia de la ley y el orden que cada día que pasa se vuelve cada vez más notoria al volverse cada día más grave. Ejemplo típico de lo cual son el sinnúmero de basurales privados, que parecen surgir espontáneamente en la periferia de los centros urbanos –y aun en su interior, cuando vemos así convertidos, a algún terreno baldío, o a una de las esquinas de las conformadas por el entrecruzamiento de dos calles- algo que de una manera inexplicable también suele ocurrir.

Sin dejar de apuntar a los basurales que pueden observarse en las banquinas de tantos caminos rurales –inexplicablemente con autores que no son necesariamente los vecinos lugareños, sino pueblerinos, para que una expedición de este tipo significa lo más parecido a una excursión dominical- en las que no es extraño toparse tanto con basura de una vivienda, como con piezas de automotores o de máquinas descartadas. Algo que se extiende al estado de muchos basureros municipales, en los que también se hace presente la tragedia de encontrar a personas más que necesitadas, totalmente marginadas; revolviendo los desperdicios en un en procura de restos de comida con los cuales alimentarse.

Una suciedad, signo de desprolijidad y decadencia, que en tantas ocasiones avanza hacia el mismísimo núcleo interior de las centro urbanos, dando cuenta del desinterés de las autoridades en el cumplimiento cabal de sus funciones, unido a la contribución de vecinos y paseantes, a los que parece importarles poco y nada eso de vivir o transitar en medio de esas agresivas desprolijidades. La enumeración de situaciones de esta índole podría extenderse, pero en esta oportunidad es nuestro propósito centrarnos en una, que han sido objeto de numerosos mensajes con reclamos, de los que hemos sido destinatarios.

Los quejosos a los que nos referíamos, vienen a pedir que hagamos público y nos sumemos a su reclamo, que pretende poner fin a una situación merecidamente objetable, y de la que reconocemos no se encuentra entre aquellas que son habitualmente materia de nuestros comentarios, por tratarse de una de vieja data, y como consecuencia de ello, resulta explicable se haya tornado invisible; dado que desde hace mucho está incorporado al paisaje.

Nos estamos refiriendo a la circunstancia por nosotros también constatada que al menos en los puestos fijos de la policía caminera ubicados a la vera de la autovía que ha reemplazado a la vieja la ruta nacional 14, al menos en el sector de la misma que va desde Concordia a Brazo Largo,anexo al puesto en sí, existe un “cementerio de automotores”, que como sucede en el caso de los cementerios no deja de crecer, al mismo tiempo que los allí depositados se van convirtiendo en oxidada chatarra; mientras queda por ver si algunos de ellos no han sido objeto de acciones de desguace. De allí que considerando valido el reclamo – que no solo es una agresión al paisaje, sino que es una muestra de dejadez por parte de las más altas autoridades policiales provinciales- es que lo hacemos nuestro, sumandonos al mismo.

De donde, lo que cabe esperar, es que este montón impresionante de automotores sea trasladado a un lugar adecuado, ubicado lejos de la ruta, donde puedan seguir “descansando en paz”. En tanto, la ocasión resulta propicia, para efectuar una solicitud a las municipalidades de la comarca, para que lleven a cabo una campaña de concientización acerca del tema; lo cual significa educar a la población acerca de la manera en que debe ser tratado cualquier desperdicio; inclusive los insignificantes como es el caso de los envoltorios de los caramelos o las colillas de los cigarrillos. Al mismo tiempo se considera imprescindible que cada municipalidad incluya entre las tareas a cumplir por los inspectores municipales de tránsito, constatar la existencia de basurales privados, así como de la basura arrojada a la banquinas de las calles y caminos ubicados dentro del radio del municipio: desplegando un accionar que en principio debe ser persuasivo, en cuanto debe considerarse una acción de carácter educativo, pero que debe ser materia de aplicación de multas en caso de reiteración.

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