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De nuestra búsqueda acerca de su persona por internet, hemos encontrado mínima información.

La primera de ellas nos dice de su nacimiento en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, Argentina el 3 de enero de 1997. Otra que su relación con Nahir Galarza, condenada judicialmente a prisión perpetua por su homicidio, hecho consumado el 29 de diciembre de 2017, habría sido un amorío que se remontaba a unos 4 años atrás y se mantuvo entre uniones y separaciones.

También que el 2 de enero de 2018, se realizó frente a los Tribunales de Gualeguaychú una marcha de cientos de personas con pancartas con la foto de la víctima, Fernando Pastorizzo, en reclamo por las condiciones de privilegio en las que se encontraba detenida la asesina, Nahir Galarza.” Y que al día siguiente, fecha del cumpleaños número 21 de Pastorizzo, y en la que amigos y familiares publicaron en las redes sociales un mensaje y fotografías con recordatorios, pedidos de justicia y comentarios de repudio contra Galarza. Luego un silencio público acerca de su persona, algo que parece ser el destino de la inmensa mayoría de las víctimas de homicidios, a las que, cuando más no sea de una manera simbólica, parece habérselas “tragado la tierra”.

Mientras tanto no solo desde la fecha del homicidio, se la ha visto, a pesar de estar en prisión, muy activa, sobre todo de una manera mediática, hasta que ahora su figura así construida, ha generado una verdadera explosión con su proclamación de su inocencia respecto a la muerte de Pastorizzo. Una explosión mediática que no termina allí, sino que vino condimentada con la atribución de la culpa a su padre –el que de esa manera habría “desplazado” su autoría a su hija, y como si esto fuera poco no solo acusó a su padre y a un hermano de éste de haber abusado ambos de ella en forma repetida, sino de haber, su padre con la complicidad del fiscal de la causa, “armado” la causa en su contra. Por nuestra parte, no estamos en condiciones de formular una opinión al respecto, máxime en cuánto esa serie de denuncias está en manos de la justicia.

Sólo cabe señalar que en estos tiempos de vacaciones, todo ese estrépito puede llegar a convertirse en un “verdadero culebrón del verano”. Máxime teniendo en cuenta sus ingredientes dignos de una novela o de una serie televisa, caso este último en el cual, más allá de la verdad de sus imputaciones, le puede significar a Nahir Galarza una jugoso ingreso monetario. Todo en un escenario como es nuestro país, en el que los homicidios, por su presencia cotidiana, en la mayoría de los casos, merecen la misma atención que se le brinda a una tormenta de verano. Una circunstancia que ha llevado a preguntarnos cómo se explica la ausencia entre nosotros de “asesinos seriales”, los cuales con su actuar aberrante, podrían convertirse en una manera macabra de mantener largamente despierta la atención colectiva.

Para concluir dos acotaciones. Una referida a la circunstancia que, de ser cierto lo afirmado por Galarza, nos encontraríamos ante un caso que, de no ser el único, sería excepcionalísimo, ya que en los casos conocidos lo que se da es ver a los padres asumir la autoría de los crímenes cometidos por sus hijos, sobre todo en el caso que estos sean muy jóvenes. Otra que, atento que se supone más o menos reciente el divorcio de los padres, según se ha informado, el interrogante reside no en la incidencia plausible del crimen cometido por su hija, sino en el por el porqué de la denuncia extemporánea por la tardía, podría explicarse como una forma de tomar partido por su madre en ese conflicto por parte de Nahir…

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