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(Período 12-02-1917 hasta 22-12-1919)

POR LORENA MUÑOZ
LORENAKATAR@YAHOO.COM.AR

La llegada a la presidencia municipal de Rafael Martí no estuvo exenta de controversias, situación que se ha reiterado en otros casos, debido a la posible discrecionalidad con que los gobernadores de la provincia de Entre Ríos designan a los intendentes en aquella época, vale recordar que a partir de la Reforma Constitucional de la Provincia de Entre Ríos los presidentes municipales son designados por el Poder Ejecutivo Provincial.

El 12 de febrero de 1917 se reunía el HCD en Sesión Extraordinaria con el objeto de recibir juramento legal del recientemente nombrado Presidente Municipal, Don Rafael Martí. Su nombramiento, por decreto del Gobernador de la Provincia Don Miguel Laurencena, tuvo lugar el 30 de enero.

Esta sesión estuvo signada por las discusiones que se generaron en el seno de la corporación ante el nombramiento del nuevo intendente. El entonces concejal Manuel E. Seoane pidió la palabra y expresó: “que varios órganos de la prensa de la provincia han llevado a conocimiento de los poderes públicos la inconstitucionalidad del decreto del PE de la provincia, en cuanto se designa Presidente de la Comisión Municipal de esta ciudad a una persona que no reúne las condiciones requeridas por la constitución y la ley orgánica de municipalidades, pues de todos es sabido que el Sr. Rafael Martí no tiene residencia legal en nuestra ciudad, no tiene bienes sujetos al pago de contribución directa en el éjido de este municipio, ni se le conoce profesión o industria lucrativa. El juramento debe hacerse para cumplir un decreto pero dejamos constancia de nuestra protesta por la inconstitucionalidad del mismo”.

Esta aseveración de uno de los miembros del HCD contrasta radicalmente con los datos extraídos del Registro Cívico Municipal, sin embargo existe un desfasaje de tiempo entre esta declaración y la fecha en que se presentó Rafael Martí ante la junta empadronadora municipal, exactamente el 5 de agosto de 1917, allí declaró tener 32 años, ser argentino, casado, de profesión empleado. En la categoría “color de piel” (categorías propias de la época) figura “blanco”. Sabía leer y escribir y aseguró residir en la ciudad. Debido a este lapsus de tiempo, entre que asume la presidencia municipal y el asentamiento de sus datos en el Registro Cívico, unos 6 meses aproximadamente, es que no podemos saber, a ciencia cierta si lo expuesto por el concejal se fundó en una suposición, evidentemente generalizada.

Pasado este momento, se tomó juramento y se dio la posesión del cargo de Presidente de la Comisión Municipal a Don Rafael Martí. En ese entonces el HCD estaba compuesto por José Bernard, como presidente y los concejales: Manuel E. Seoane; Julián Langevin; Feliciano Frossard; Osvaldo Saffores y Lucilo González.

Si bien la aparición de Rafael Martí en la vida de la corporación municipal fue en cierto modo abrupta, puesto que no hay registros previos de que haya desempeñado o realizado ningún trabajo o comisión para la misma, su labor como Intendente de Colón fue comprometida, no sólo con la investidura del cargo sino con aquellos valores que cimentan una sociedad más educada, más democrática e inclusiva, y por lo tanto, más justa.

En los primeros meses se dedica fundamentalmente a ordenar aspectos que tienen que ver con infraestructura e higiene, mejorando la calidad de vida de los habitantes de Colón. Estipula los arreglos a seguir en los mataderos municipales, considerando la obra “modestísima pero de realización impostergable”. El 22 de abril de 1917, en uno de sus decretos, figura que “se terminaron las obras de construcción del nuevo matadero levantado en el terreno de Abasto de este municipio”. También propone una ordenanza que regule el tránsito de los automóviles, debido al incremento de los mismos en las calles de la ciudad. Y elabora un proyecto para ampliar la partida de Obras Públicas destinadas al arreglo y compostura de calles.

Llegado el tiempo de las fiestas mayas, Martí decreta: “El erario de esta municipalidad, dados sus escasos recursos, no permite la inversión de fondos suficientes para conmemorar dignamente el glorioso aniversario de nuestra emancipación política. No obstante esta circunstancia y teniendo en cuenta el culto de amor patrio puesto siempre de manifiesto por el pueblo de este municipio, se designa a las sritas. América R. Galina, María del Carmen Guzmán y Elena Girard para que constituidas en comisión, visiten al comercio y personas pudientes a efectos de recolectar fondos que serán invertidos en la adquisición de víveres y ropas que se distribuirán en esta casa municipal entre los niños pobres el 25 de mayo próximo.” Esta misma decisión es retomada por Martí al año siguiente, en ocasión de los festejos por la Revolución de Mayo.

El 26 de junio de 1917 Don Rafael Martí propone ante el Honorable Concejo Deliberante utilizar el salón de actos públicos de la casa municipal con un fin peculiar. Se dirige entonces al Presidente del HCD con estas palabras: “Existe un problema en la vida de nuestra incipiente nacionalidad al que todos los gobiernos, poco o mucho, han prestado alguna atención: ese problema señor presidente es el analfabetismo. Nuestro país tiene todavía como tara que empaña el decantado progreso que blasonan algunos un porcentaje abrumador de niños analfabetos que no reciben instrucción por falta de escuelas, unos y porque la ideosincracia de ciertos padres no considera indispensable la concurrencia de sus hijos al templo escolar. La población infantil en edad escolar de la planta urbana y suburbana de este municipio supera en mucho el número de niños que actualmente concurren a las dos únicas escuelas con que cuenta esta ciudad y muchos de estos niños que no reciben instrucción primaria porque no hay capacidad en las escuelas son absorbidos como carne de cañón por el coloso establecimiento Fábrica Liebig´s, que si bien es cierto, constituye entre nosotros un factor de progreso y da medios de vida a muchos obreros, no es menos cierto que en sus engranajes se trituran muchos organismos humanos, que una vez inutilizados en abrumadoras jornadas de labor salen como residuos que la sociedad desprecia. Muchos de esos obreritos que vemos cruzar a veces por nuestras calles son ya organismos quebrantados por el exceso de trabajo y tal vez presas del bacilo de Koch (el bacilo de la tuberculosis). Y bien señor presidente, esos obreritos en cualquier ciudad de Europa serían protegidos por las autoridades y arrebatados de las fauces del capital para entregarlos a la escuela donde se forman los hombres que han de ser el porvenir, la fuerza moral, intelectual y física del país. El proyecto que elevo ante vuestra alta consideración consulta el estado precario de nuestra comuna, a la par que resuelve en nuestra ciudad una parte del gran problema ya enunciado. Creo que lo que urge Sr. Presidente es fundar una escuela que cobije a los niños que en edad escolar concurren a la Fábrica Liebig´s y recoja a la vez a tantos niños que vagan por nuestras calles sin que podamos disponer de ubicación en las escuelas provincial y nacional de esta ciudad que cuentan ya con un número superior de educandos”. Rafael Martí, Presidente Municipal. Clemente Paredes, secretario.

A poco tiempo de este mensaje, en el mes de agosto, Martí eleva un proyecto de ordenanza para invertir $30 mensuales para el pago de alquiler de una casa destinada a Escuela fiscal infantil. En septiembre, atendiendo el pedido de la entonces directora de la Escuela Juan José Passo, el presidente municipal acuerda hacer entrega de una suma de dinero para fomento de una biblioteca a crearse en dicha escuela.

Acompañaron a Don Rafael Martí en este período: en el cargo de Tesorero Municipal, Don Enrique Paccot; en el cargo de Alcalde de la ciudad, Don Pedro F. Santa Cruz (ante su fallecimiento en 1917, ocupa dicho cargo Don Gregorio Ustia); Clemente Paredes en el cargo de secretario y, ante su pedido de licencia prolongada, el presidente municipal nombra a Amado Droz en su reemplazo. El 22 de mayo de 1918 Droz renuncia al cargo de secretario y se designa a Andrés Premat, quien a su vez renuncia en septiembre de 1918 y esta vez es elegido Don Justo P. Scala para continuar en el puesto. Nombra en el cargo de Procurador a Don Ramón Vidal, encargándole también la organización del Archivo General de la Municipalidad.

Rafael Martí firma el último decreto como Intendente el 22 de diciembre de 1919. A partir de enero de 1920 se hará cargo del puesto de presidente municipal, el recientemente electo para el cargo de Presidente del HCD, Don León Sardou hijo, ante la demora del Superior Gobierno de la Provincia para designar al nuevo Intendente de Colón.

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