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Las ratas en el altillo fueron la causa de algunas noches de insomnio y de alguna pesadilla cuando ya no estaban. Deben ser muy pocos los que en la vida corriente las miran con simpatía, como puede ocurrir con las lauchas o los hamsters, a quienes la pequeñez los torna más atrayentes. Recuerdo alrededor de 1966 cuando leí los artículos de Konrad Lorenz, etólogo alemán y Nobel de Medicina de 1973, sobre la agresión en los animales: "Cuando una rata de un clan extraño entra en el territorio de otras ratas o es colocada allí por algún experimentador humano, ocurre una de las cosas más repulsivas y horribles que se pueden observar en el reino animal. La rata extranjera se moverá algunos minutos sin tener idea del terrible destino que la aguarda, las ratas residentes continuarán con sus asuntos ordinarios como si nada pasara, hasta que la extranjera se acerca a alguna de ellas y se disparará una reacción: una especie de shock eléctrico sacudirá a las ratas residentes... un grito agudo, escalofriante y satánico es captado por todos los miembros de la tribu. Con los ojos desorbitados, los pelos de punta, las ratas salen a la caza, están tan enojadas que morderán a la que encuentren... a la víctima la morderán al costado del cuello, desgarrando la carótida. La lucha dura pocos segundos, el animal mortalmente herido se desangra". Algunas que puedan escapar morirán por infecciones a partir de las heridas o por agotamiento.

Y pensar que a pesar de los muchos años en que convivimos, hasta que llevamos el gato al altillo, no supe cuál de las sesenta variedades de ratas era la de mis vecinas, si la rata negra o la rata parda. ¡Cuánto ignoramos de nuestra diaria vida!

Lamentablemente la idea que nos hacemos de las cosas solo con la lectura, puede ser equivocada. A las correrías de las ratas sobre las maderas del altillo, yo asociaba solo esa cacería brutal, y ayer me enteré, también leyendo, ¡que las ratas... ríen! Quizás esas correrías eran solo una de sus ocupaciones favoritas: jugar.

En 1990 Jaak Panksepp, considerado el padre de la neurociencia afectiva, descubrió que las ratas emiten sonidos ultrasónicos que aumentan si le hacen cosquillas, costumbre que alguna vez tuvimos y disfrutamos. La frecuencia de estos sonidos-que no me atrevo a llamar carcajadas, aumentan con la intensidad del cosquilleo y también aumenta el juego social: se vuelven más juguetonas, cosa que por naturaleza parecen ser.

Así pues las ratas matan y ríen. Y tienen cantidad de rasgos que nos son comunes: recuerdan las experiencias pasadas (lo que no siempre ocurre entre nosotros), planean con anticipación sus itinerarios, intercambian bienes entre sí, parecen arrepentirse si hacen una mala elección, comprenden cuando deben un favor a otra rata y pueden retribuirle con otro bien. También pueden jugar a las escondidas con los seres humanos y aprender a manejar un vehículo, así como usar herramientas para procurarse alimento.

Y son capaces de empatía: en los experimentos que hicieron con ellas si para conseguir alimento deben mover una palanca, que también dará un shock eléctrico a otra rata, no lo hacen, prefieren ayunar antes que ver a otra rata sufriendo, así como parecen entender cuando alguna otra está en situación de peligro. Son también muy afectuosas con sus crías que son criadas un poco en una comunidad de madres.

Son los animales más usados en laboratorios para ensayo de nuevas drogas u otros experimentos biológicos. El período de gestación es muy corto, y tienen gran número de crías, y maduran rápidamente. Millones y millones han sido usadas en laboratorios del mundo, muertas al final por CO2, sino por causa de los mismos ensayos.

Los monos, que fueron víctimas en muchos de estos estudios, están siendo más protegidos. En los chimpancés, que comparten el 98% de nuestros genes está prohibida la experimentación. Hay quien sugiere que debería reglamentarse el uso de las ratas en laboratorio. Tal vez si somos más humanos con las ratas lo seremos entre nosotros.

En una ciudad al norte de la India hay un templo donde se guarda 20.000 ratas que serían las encarnaciones de un Dios. Para los chinos la rata es el primer mes de su calendario y 2020 es el año de la rata. Los nacidos este año serán ambiciosos, reaccionarios y generosos. En la isla de Man está prohibido mencionar a las ratas, pues trae invariablemente desgracia. Para muchos argentinos rata es un modo de designar a los avaros, también a un informante en el hampa. Napoleón y sus carceleros debieron ayunar no menos de un día durante su exilio en Santa Elena: las ratas habían asolado su despensa.

Cuando supe que a Napoleón también le habían molestado las ratas, respire tranquilo.

Forman parte de la dieta de algunos pueblos llamados primitivos. Desde el siglo 19 han sido domesticadas y enseñadas para desempeñar juegos o tareas. Son muy buenas para señalar la existencia de gases tóxicos. Desde hace mucho se sabe que transmiten muchas enfermedades y que su mordedura tiene un pequeño capítulo en los libros de medicina.

También está eso que se llama "rey de las ratas": un conglomerado de 20 o más individuos unidos por las colas, que se han pegoteado con sangre, secreciones, mugre o enredos. Se han encontrado fosilizadas y la más reciente, no fósil, en Alemania en 2006.No es una imagen para recordar.

Creo que es mejor no llamar a nadie rata y saber siempre algo más de lo que tenemos alrededor, aunque nos provoquen insomnio, si bien creo que hay reyes de ratas que llegan a sitios muy prominentes.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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