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Se trata de los plantados en ambos frentes de la calle San Martín de Colón. Que lo hacen no por el frío reinante y las heladas que caen, aunque en plena planta urbana las heladas se vuelven imperceptibles. Tampoco es por el viento, que en esta época, por estar sin hojas, poco es lo que puede zarandearlos. “Es por el miedo que los corten, y que los hagan al nivel del suelo y no los saquen de raíz, ya que ésta es la forma digna de morir que merecen los árboles, porque de otra forma se sienten humillados”.

Es lo que escuchamos de un lector que causaba la impresión de tener en su rostro ribetes místicos, y que se presentó en nuestra redacción, como “ciudadano y vecino participativo”.

Por un momento creímos que se trataba de la cuestión ya superada, la de los árboles cortados donde se termina San Martín del lado inverso al del río, pero nos explicó que no se trataba de eso. Fue en ese momento que nos indicó que los árboles son seres silentes, explicándonos que con esa expresión señalaba que los árboles no solo eran seres vivos, sino que eran capaces de comunicarse entre ellos por las raíces, esgrimiendo de esa manera una teoría científica que conocíamos pero que ignoramos si está definitivamente consolidada. Pero que de cualquier manera nos confirmó la impresión que nos había provocado su rostro y la manera con la que se expresaba. Al pedirle que precisara sus dichos, nos señaló el corte a ras del suelo de los fresnos que estaban implantados en el lado izquierdo de la calle en dirección al oeste, ubicados en San Martín, entre Lantelme y Araujo Penón, y un ejemplar en el frente contrario entre Piedras y Conte Grand. Al mismo tiempo, de otros dos ejemplares ubicados, como los primeros, en el lado izquierdo de San Martín. Mientras tanto, uno de nuestros cronistas pudo constatar la falta de árboles en los dos primeros casos, sin que existieran los tocones que mostraran que los árboles no habían sido cortados recientemente.

Como conclusión de todas estas idas y vueltas, corresponde que en primer lugar destaquemos la diligente preocupación del ciudadano y vecino participativo, según su auto designación, que viene a mostrar su convicción que sus deberes y responsabilidades no se limitan a ejercer el derecho de votar. A ello debe agregarse que es preocupante que un vecino nuestro eluda hacer una presentación ante los funcionarios municipales, ya que cabría inferir la poca atención que se prestaría a la misma en el caso de efectuarla.

Por último, teniendo en cuenta que lo hecho, hecho está, lo que resultaría es que se repusiera con otro árbol, el espacio dejado por la tala o eventual constatación de la existencia de “un árbol seco”. Esta última situación, una responsabilidad remota, dado que si bien es común que entre nosotros que “los árboles mueran de pie”, ello ocurre cuando se los tala estando vivos, aunque no coleando. No podemos dejar de aprovechar la oportunidad para buscar respuesta a un interrogante, cual es por qué de la exigencia a la empresa autorizada a la extracción de algunos árboles cuando la calle San Martín termina hacia el oeste, de efectuar una suerte de compensación consistente en la entrega de ejemplares de diversas especies arbóreas de un porte de 1,80 metros, cuando los ejemplares que planta la comuna -salvo el caso de los estacones de sauce en las playas- son pocas las ocasiones en que llegan a esa altura.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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